La sangre que habita en el ojo de Leo Messi medirá a Diego Costa en el extremo

No hay duda de que si existen dos protagonistas individuales en el duelo Atleti-Barça ellos son Costa y Messi. Diego y Leo se han convertido por derecho propio en las referencias de los dos conjuntos líderes de laLiga, desplazando al blanco al cajón de bronce del campeonato… al menos, de momento. Hace tiempo que un choque ajeno al Clásico no levantaba tanta expectación, tanto furor, tanta acumulación de adrenalina para encontrarse tras noventa minutos con el campeón de invierno del torneo. En realidad, en juego únicamente son tres puntos que dirimen al mejor de la primera vuelta. Pero para ambos camerinos, aquel que resulte vencedor, además de colmar la particular vanidad colectiva, servirá también para apuntalar el primer gran golpe liguero. El Barça se presenta con lo mejor de su plantilla. El Atleti, que actúa de local, también.

Dice la jerga argentina que tener o estar con sangre en el ojo implica guardar rencor. Pues tan simple como que el mejor jugador del mundo ha reaparecido con ese ánimo. Y el Getafe ha sido el primero en pagar la cuenta. Messi retorna con las ganas de callar bocas, de administrar silencios y de hablar en el campo, tras poner en su sitio a más de uno durante su periodo de recuperación en Argentina. Explicado ha quedado que Leo resolvía sus situaciones dentro del club azulgrana como consideraba y que nadie, nadie, era capaz de marcar el territorio a quien vive fuera de la ley del FC Barcelona. Por eso, entre otras razones, se fue Guardiola del club, para no pelearse con él. Por eso Tito no buscó enfrentamientos. Y por eso Martino, el primero que dobló la mano del ‘mesías’ mandándolo al banquillo tras incluirlo en la ronda de rotaciones, trató de mimarlo hasta que los músculos del ‘10’ optaron por rebelarse ante tanta anarquía en ese pequeño cuerpo.

Explicado quedó que los líos externos al Fútbol con la Hacienda Pública han mellado en la persona, en su cuenta económica y en el orgullo. Contado también está que se ha sentido por primera vez tocable. La encuesta planteada por la actual Junta Directiva que cuestionó al socio si lo observaba como prescindible afectó al ego del artista. Expuesto quedó que el fichaje de Neymar soliviantó el escenario de calma diseñado por los retorcidos que buscaron otra alternativa al rey puesto. Confirmado está que otros clubes llamaron a la puerta del futbolista para provocar una tentación en el disco duro de quien también admite que necesita cariño. Vimos que el primer aviso físico sufrido en Almería se trató de una consecuencia directa de la negligente puesta a punto realizada durante el periodo estival, cuandoel ‘show business’ se apoderó del ejemplar comportamiento que como deportista profesional debía ofrecer. Como respuesta sin matices se llevó el entrenador cuando se inventó la banda para el genio. Su respuesta con desidia a ese refugio infame planeado por el técnico desterró cualquier ulterior invento.

Demasiada verbena sobre todo si no aparecen dos puntos determinantes en la trama: la enésima renovación de contrato y el destino final. Messi explotó en Buenos Aires porque efectivamente él no tocó ninguna puerta. Cuando el Real Madrid anunció la ampliación multimillonaria de Cristiano Ronaldo, un alto dirigente directivo, no el presidente, del FC Barcelona, susurró a su oído que pronto volvería al primer peldaño de ganancias del universo. Leo, ni su padre, pidieron aumento. Lo daban por hecho. Se lo prometieron. Luego apareció Javier Faus y se llevó aquel bofetón: “no sabe nada de fútbol”, sentenció el astro. Pero para Faus, desde su perspectiva económica, dar más dinero a la cuenta del argentino no era la mejor solución. Como torero imberbe, Rosell amarró el lío en los medios para pegar un quite abúlico, con nulo arte. Más sangre al ojo de Messi.

Ezeiza, Buenos Aires, resultó el lugar elegido para empezar a preparar el Mundial. Es el centro deportivo de la AFA, el punto de amparo para tocar suelo y rebotar hasta afrontar un plan destinado a completar seis meses que aguardan idílicos. Entre tanto, ha tenido que tragar que la Fifa adoptase una errática medida para pelotear a Cristiano Ronaldo que pretendió limpiar la conciencia del máximo dirigente del organismo y acercar al portugués al Balón de Oro. Mientras se debatía en Europa la decisión de Blatter, Messi se preocupó, con el ‘staff’ de la selección albiceleste, de ponerse a punto en una estelar pretemporada. Vamos, que lo que debió hacer en agosto lo cumplimentó en diciembre. Leo es consciente de que el corazón del pueblo argentino solo lo obtendrá si lidera a Argentina hasta la cima de Brasil Y ese es un objetivo claro.

Entre tanto, Diego Costa sigue a lo suyo. Una lesión lo impidió debutar con España, pero el destino ha querido que sea en el estadio Vicente Calderón donde se vista por primera vez de rojo, justo un año después de cumplir su sueño tras enfundarse la ‘verde-amarela’ brasileña a las órdenes de Scolari. Al delantero rojiblanco no se le da nada bien el Barça. Desde su llegada a la Liga, se ha enfrentado en seis ocasiones a los azulgrana con un resultado de seis derrotas y cero goles. Para colmo, todo apunta a que Simeone lo colocará, tal y como hizo en la Supercopa, de extremo, de jugador de banda. Se le apuntan dos misiones: frenar los impulsos de los laterales y aprovechar las diagonales que tan bien completa el delantero hispano-brasileño. Con todo, con los grandes clubes de Europa asomándose al Calderón para analizar su presente, Costa encara un duelo donde la sangre en el ojo de Messi, el rencor que golpea su mente, determinará el partido. Sin sangre en el ojo, en diez partidos ligueros le ha metido 17 goles al Atleti. Por ahí debe frenar el Cholo la hemorragia. Sobre todo para que perdure el partido a partido.