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Simeone retorna al Santiago Bernabéu, el estadio donde tuvo "culo para ganar"
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Antonio Sanz

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Simeone retorna al Santiago Bernabéu, el estadio donde tuvo "culo para ganar"

Han pasado nueve meses desde aquel 17 de mayo. Entonces, el Atlético ganó la Copa ante el enfado de Mou. Los rojiblancos se reencuentran con el Madrid

Foto: Simeone y Mourinho  en la final de Copa (Efe).
Simeone y Mourinho en la final de Copa (Efe).

Han pasado casi nueve meses desde aquel 17 de mayo. Entonces, en la guarida del enemigo, el Atlético de Madrid se proclamó por décima vez campeón de Copa. La próxima semana, Simeone regresa, ya lo hizo también en Liga, al Santiago Bernabéu. Es el mismo escenario dónde alcanzó la mística. Siempre en la memoria quedará aquel partido. En el tiempo extra, con los rojiblancos aprovechando mejor las oportunidades fabricadas, acabaron dándole la vuelta al marcador. Por si era escaso el ambiente, tan caliente en la grada, en tramos del encuentro las protestas se apoderaron de los protagonistas. Tanto que Clos Gómez se vio obligado a expulsar del banquillo a José Mourinho. El Madrid perdía a su entrenador, en el que sería su penúltimo choque en casa como local. Con el acuerdo cerrado con el Chelsea desde semanas antes, ‘Mou’ se dedicaba un triste broche a su trayectoria madridista.

El entrenador portugués se resignó a seguir el resto de la final en los aledaños del túnel de vestuarios. Es un espacio donde convergen las dos casetas, la sala que se utiliza para los controles contra el dopaje y el despacho del delegado de campo. En esos metros cuadrados, con un ojo puesto en la televisión, Mourinho escuchó retumbar a la mitad de la grada que gritó con desahogo el gol de Miranda. El cabreo aumentó en el cuerpo del luso que, ante escasos testigos, puso en acción el número final. ‘Mou’ esperó a la entrada del vestuario visitante, justo enfrente de la local y separada por una verja enrejada, a Diego Simeone. Con semblante frío y serio aguardaba quien apuraba sus últimas fechas como ocupante de la zona.

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Los dos técnicos se habían dedicado loas elogiosas en las entrevistas previas al enfrentamiento. Las alabanzas mutuas destacaron en los mensajes rememorando los respectivos éxitos logrados en los banquillos. Es decir, que cero de mal rollo en la pareja. Ningún síntoma de distanciamiento o de castigo con ignorarse. Sin embargo, la rabia del derrotado floreció en aquellos dulces momentos para el ganador. Los presentes en el encuentro, mientras se estrechaban la mano, recuerdan aquella conversación que arrancó Mourinho: “Vaya culo que has tenido para ganarnos”. Simeone, con una sonrisa en la boca, atajó la afrenta: “el mismo que tú tuviste con el Inter cuando eliminaste al Barça en el Camp Nou”.

Y a otra cosa. Cada uno se coló en su respectivo habitáculo. Diego, con el trofeo bajo el brazo y José, con la derrota y la cara roja como cosecha particular antes de emprender la segunda etapa en Stamford Bridge. Hoy, el sorteo ha querido que nuevamente los dos enemigos íntimos se vuelvan a ver las caras en el torneo, esta vez en semifinales. En la institución rojiblanca existe un debate interno de prioridades. Por un lado, la propiedad estima que para equilibrar el balance presupuestario es necesario acabar entre los tres primeros de la Liga. Esto supone ingresos extras y cuantiosas veleidades provenientes de la UEFA a través de su competición estrella: la Liga de Campeones. Por tanto, la dirigencia es consciente de que nada mejor que amarrar al menos el tercer puesto doméstico.

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Existe una segunda opinión del cuerpo técnico, esencialmente de su entrenador. Simeone quiere destacar en la presente edición de la Champions. El duelo contra el AC Milan le pone. Su pasado como futbolista en el Inter y la pasión con que el técnico vive el fútbol lo sitúa en un parámetro de ganar y seguir adelante. Y más ahora con un coetáneo de generación como Seedorf, recién llegado al temerario puesto de sentarse en los banquillos. Mostrarse en Europa es una obsesión porque el Cholo es consciente de que a dos partidos no temen a nadie. El equipo ha demostrado no sentirse inferior en el doble duelo. El ejemplo de la tesis, la final de Supercopa ante el todopoderoso FC Barcelona. Y por último, la tendencia del vestuario. Indudablemente el reto de pelear por la Liga de Campeones gana en seducción, pero el grupo está convencido de que el trofeo más a mano o más factible es el copero. Ya sucedió el año pasado y en éste admiten que presentarse en la final, si sacuden al Madrid, aproxima a esta plantilla a levantar una copa más.

Entre tanto, en el vestuario blanco no han olvidado el deshonor sufrido en su propia casa. Empezando por el emblema del equipo, Cristiano Ronaldo, que acabó también expulsado aquella noche de primavera tras dar una patada a Gabi. El cabreo se hizo público y patente cuando ni siquiera se aproximó al palco, tal y como hicieron sus compañeros, que no su entrenador, a recoger la medalla que otorga la Federación como participante en la final. Lo de ser segundo ya se sabe que no se casa con él y por eso en su año de gloria no desea acumular una tercera derrota consecutiva. Porque también en la retina del grupo está lo vivido el pasado 28 de septiembre. También en el Bernabéu y también cayendo nuevamente derrotados ante el mismo rival de la ciudad. Eso sí, sin ‘Mou’, pero con Simeone. Esa noche, Ancelotti no habló de fortuna con el ‘Cholo’. Se limitó a mascullar la derrota en silencio. Algo inconcebible en el decálogo de ‘Mou’.

Han pasado casi nueve meses desde aquel 17 de mayo. Entonces, en la guarida del enemigo, el Atlético de Madrid se proclamó por décima vez campeón de Copa. La próxima semana, Simeone regresa, ya lo hizo también en Liga, al Santiago Bernabéu. Es el mismo escenario dónde alcanzó la mística. Siempre en la memoria quedará aquel partido. En el tiempo extra, con los rojiblancos aprovechando mejor las oportunidades fabricadas, acabaron dándole la vuelta al marcador. Por si era escaso el ambiente, tan caliente en la grada, en tramos del encuentro las protestas se apoderaron de los protagonistas. Tanto que Clos Gómez se vio obligado a expulsar del banquillo a José Mourinho. El Madrid perdía a su entrenador, en el que sería su penúltimo choque en casa como local. Con el acuerdo cerrado con el Chelsea desde semanas antes, ‘Mou’ se dedicaba un triste broche a su trayectoria madridista.

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