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El nuevo Barça de Luis Enrique mantiene que hay vida después de Messi
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Antonio Sanz

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El nuevo Barça de Luis Enrique mantiene que hay vida después de Messi

La primera idea de Luis Enrique al llegar al Barcelona es la de recuperar a Leo Messi para la causa, pero sin que por ello tenga que ceder a sus pretensiones

Foto: 'Lucho' quiere recuperar a Messi, pero sabe que puede seguir sin él.
'Lucho' quiere recuperar a Messi, pero sabe que puede seguir sin él.

La llegada de Luis Enrique al banquillo del FC Barcelona se explica como el común retorno al modelo seguro, a la etiqueta sobre la que ha versado el club en las últimas décadas. Salvo esporádicas excepciones, como la de Robson o la última forzada del Tata, el técnico es holandés o de la casa. Así azotó Martino al entorno cuando el argentino comenzó a sufrir los primeros arañazos en un rostro que percibía los iniciales sobresaltos. No ha tardado el Barça en encontrar relevo. En el tramo navideño, el entrenador sudamericano ya expresó a la dirección deportiva que para continuar debía contar su opinión algo más a la hora de planificar y de fichar. Pero la entidad no se arma de valor para romper el esquema. El club firma según su criterio y al técnico se le escucha. Sin embargo, es la Junta directiva quien mantiene la última palabra. Y también la primera.

Se acusó directamente a Messi de imponer a su paisano rosarino en el banquillo blaugrana. La urgencia del caso obligó a Sandro Rosell a actuar con celeridad. Necesitaba un sí tan rápido como rápido debía encontrar entrenador. Las primarias decisiones en forma de rotaciones que empleó Martino salpicaron el ego de un Leo que arrancó el curso con la cabeza en varios frentes: los serios problemas con la Hacienda Pública, la incorporación de Neymar, las polémicas encuestas promovidas desde la dirigencia cuestionando si se entendería o no su venta y en el horizonte el Mundial: el torneo de Brasil como telón de fondo al que sumar un discutido estado físico que derivó en lesión muscular tras lesión muscular en el primer tramo de la temporada.

Messi encara un Campeonato del Mundo vigilado por los ojos del barcelonismo. La decepcionante campaña del astro argentino ha soliviantado a más de uno, especialmente ha molestado esa zancada de pasotismo que lo acompañó en los momentos de máximo compromiso. Ni siquiera la redención de la Junta directiva, aceptándole todas las condiciones impuestas para ajustar fiscalmente el nuevo contrato -que ni se amplió en años ni cambió la cláusula de fuga- provocó el mínimo entusiasmo en el rendimiento del jugador, en el partido donde la Liga ocupaba escenario principal. Tampoco la tarde ante el Atleti se comprobó cambio alguno en Messi, a quien se recompensó y elevó nuevamente a la excelencia del cajón del mejor pagado. El error en el ‘caso Neymar’ quedaba condonado.

Las primeras palabras de Luis Enrique hacia el ‘10’ son de mano tendida. El nuevo entrenador es consciente de que devolver la ilusión al ídolo implica recuperar mucho del terreno perdido. Sin embargo, el técnico asume que debe implicar también a más de uno del vestuario en esta nueva cruzada. La indolencia mostrada por Messi ha exaltado a un grupo que ha quedado resquebrajado y sin líder natural. Se van dos capitanes -Puyol y Valdés- o tal vez tres, veremos que ocurre finalmente con Xavi, y el movimiento de salidas puede deparar más de una sorpresa. Nadie entiende que pase por Messi, pero el argentino se ha puesto nuevamente en el mercado. Y el Barça, tan pancho.

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Tres equipos son los que han dialogado con Jorge Messi, padre del chico, en los últimos meses para sondear la situación real del jugador. Uno, el Real Madrid, que no volverá porque Florentino Pérez arregló las cuitas pendientes con Cristiano Ronaldo; dos, el Manchester City; y tres, el París Saint Germain. Estos dos últimos están bajo la lupa fiscalista de la UEFA, lo que no les permite realizar un desembolso desahogado y desorbitado cercano a los 250 millones de euros, cantidad que libera a Messi. Al argentino tampoco le entusiasman ni emocionan los dos proyectos protegidos por capital árabe, pero tensará la cuerda para poner nervioso al FCB.

Ya ha conseguido el nuevo contrato, pero las dudas generadas en la grada lo disgustan sobremanera. Es más, no las entiende y las critica. Entiende que parte de la afición olvida muy rápido. “Con todo lo que he dado”, reflexiona con sus más allegados. Por eso, se deja querer y amenaza al pueblo con cambios si no le otorgan fidelidad eterna. Por eso, mantendrá la duda sin resolver hasta después del Mundial. Por eso, Luis Enrique sacó bandera blanca en su primer discurso público. No es aconsejable arrancar con un fuego difícil de apagar desde el arranque. Para el entrenador asturiano nada mejor que retomar los biorritmos de rendimiento, trazar puentes para volver a ser feliz y recuperar el idílico estadio de calma para evitar volver a observar a quien se paseó por el césped esta temporada, con la excepción de algún episodio relevante.

El FC Barcelona quiere construirse sobre la base de Messi, pero el convencimiento pleno es que hay vida sin el argentino. Es imprescindible pero no al precio que él determine. Guardiola se rindió en esa convivencia y optó por marcharse y Martino, tras rotar para enojarlo, no sacó provechó de su fútbol cuando lo devolvió a intocable. Luis Enrique cuenta con el propósito de levantarlo. Pero antes de todo esto, será bajo las órdenes de Sabella cuando se precipiten o no los acontecimientos. Un Mundial que marcará un antes y un después en la vida de Messi… y del Barça. Por algo el argentino ha estado con el freno de mano echado todo el curso. Por algo desde el capital árabe siguen atentos al juego.

La llegada de Luis Enrique al banquillo del FC Barcelona se explica como el común retorno al modelo seguro, a la etiqueta sobre la que ha versado el club en las últimas décadas. Salvo esporádicas excepciones, como la de Robson o la última forzada del Tata, el técnico es holandés o de la casa. Así azotó Martino al entorno cuando el argentino comenzó a sufrir los primeros arañazos en un rostro que percibía los iniciales sobresaltos. No ha tardado el Barça en encontrar relevo. En el tramo navideño, el entrenador sudamericano ya expresó a la dirección deportiva que para continuar debía contar su opinión algo más a la hora de planificar y de fichar. Pero la entidad no se arma de valor para romper el esquema. El club firma según su criterio y al técnico se le escucha. Sin embargo, es la Junta directiva quien mantiene la última palabra. Y también la primera.

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