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Diego Costa es indultado por la RFEF tras el engaño de jugar en Lisboa
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Antonio Sanz

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Diego Costa es indultado por la RFEF tras el engaño de jugar en Lisboa

El vértigo que sintió Costa ante la posibilidad de perderse la final fue entendible. Igual que la reacción de Del Bosque. Le espera, pero no piensa forzarle

Foto: Diego Costa abandonó la final de Champions nueve minutos después del pitido inicial (Reuters).
Diego Costa abandonó la final de Champions nueve minutos después del pitido inicial (Reuters).

No podían creerlo en la sede de Las Rozas. Mucho menos los que en directo observaban el calentamiento de Diego Costa sobre el césped del estadio de La Luz en la capital portuguesa. El concierto entre jugador y organismo federativo saltaba por los aires y el ariete era alineado inicialmente por Simeone para disputar la final de la Liga de Campeones. La información que trasladó Costa era sencilla: no llegaba, no podía jugar. La pequeña rotura muscular que sufre –pequeña, pero rotura al fin y al cabo pese al esfuerzo propagandístico por ocultar la realidad, acabandodesnudados por el diagnóstico del doctor Pedro Guillén–quedó aparcada ante el vértigo que para él suponía perderse el partido más importante de su vida. Entendible. Como comprensible también la reacción federativa tras el engaño. Del Bosque, enérgico unas horas después en rueda de prensa, lo colocaba en su sitio sin nombrarlo: “Sólo vendrán los que estén sanos”, resumió. Unos días después dulcificó el discurso: “Soy moderadamente optimista”. Se le espera.

La decisión está tomada y Diego Costa formará parte de los 23 jugadores que defiendan título en Brasil salvo que los médicos determinen que no puede participar. Faltaría más, tras todo el trabajo mancomunado realizado por la Federación Española y el Atlético, que el delantero rojiblanco se quedara en Madrid o… en Londres, una vez resuelva el futuro profesional. Además, Del Bosque se ha mojado y ha manifestado que es un buen fichaje. Sus goles y su productividad en ataque deben ayudar a la Roja, fortalecer más al equipo y redondear una posición sin dueño ante el baile de decisiones inestables del seleccionador que han terminado por no otorgar confianza a ninguno de los aspirantes.

El último mes de Costa no ha sido sencillo. Diría que los dos últimos meses. En el tramo definitivo de la temporada ha alternado lesiones con decisiones claves para su vida. De una parte, el bíceps femoral de los músculos isquiotibiales acumula sufrimiento durante todo el curso. Aunque especialmente doloroso resultó en el Camp Nou durante el encuentro de Champions. Ya entonces, Simeone se vio obligado a cambiar de estrategia y Diego a parar. El otro Diego reemplazaba a Costa en el minuto 30 del partido. Era la noche del uno de abril y doce días después, ¡doce!, ya participaba nuevamente con el equipo en Getafe. La explicación médica que se hizo pública habló de contractura.

Sondifíciles de explicar los motivos por los que la comunicación del Atlético ha sido tan oscura en la última semana. Diego Costa se lesionó nuevamente, muscularmente hablando, la mañana del 8 de mayo en el Cerro del Espino de Majadahonda. En una sesión de entrenamiento, el goleador se volvió a dañar el mismo músculo que, sin el descanso adecuado por el frenesí del calendario, no terminó de regenerar. Fue descartado para el partido del fin de semana frente al Málaga, pese a que el entrenador jugó a despistar en la que sería la primera aproximación al título. Nueve días después es alineado en el transcendental partido ante el Barça con la Liga en disputa. La pequeña rotura seguía su proceso e hizo su trabajo: a los dieciséis minutos, Costa al vestuario.

Después llegó el esperpéntico episodio del viaje a Belgrado para ponerse en manos de la doctora Kovacevic con la consecuencia de la pantomima vivida en el césped de La Luz. La pequeña rotura seguía su proceso y culminaba su trabajo: a los nueve minutos, Costa al vestuario. Más tarde llegó el reconocimiento del Cholo, “me he equivocado”, y el arrepentimiento de Diego tras forzarse a un órdago sin cartas. El farol del Atleti robó un cambio al partido y estuvo cerca de hurtarle del Mundial.

No sólo las lesiones han mareado la cabeza del protagonista. La brillante irrupción internacional del ‘9’, con un año natural 2013 verdaderamente magnífico, muy por encima de las prestaciones demostradas tanto en su ciclo de cesiones como en el propio club rojiblanco, lo colocó por derecho en la alta gama del mercado. La aproximación del Chelsea es tan realcomo reales son sus dudas para afrontar la aventura inglesa. La demostración es el esfuerzo económico que los ideólogos de la operación han tenido que reforzar con el fichaje adyacente de dos amigos-compañeros de Costa. Mourinho ha decidido dar apoyo sin concesiones a su apuesta para el ataque ‘Blue’. Tiago reaparece en Londres para tutelar, acompañar y facilitar la vida de Diego en la capital británica. Además, por el camino se buscaba un lateral izquierdo, y lo hanencontradotambién en la misma caseta. Filipe Luís, que ha optado por cambiar de agente para facilitar la transacción, se suma al cambio.

Y ahora llega el Mundial. La decisión se encuentra en el diagnóstico de Cota y Celada. La responsabilidad queda para los médicos del Celta y del Zaragoza, y además de la Roja. Dos excelentes profesionales que cuestionarán únicamente el apartado de la salud, ajenos a la burbuja mediática que supondría su exclusión del torneo. Pasando el corte, la gran duda del cuerpo técnico es conocer si el hispano-brasileño se encuentra en estado óptimo para el partido frente a Holanda. Si no se recupera, se le esperará para Chile, pero en ningún caso se le forzará porque lo que se busca es precisamente evitar la repetición de lo ocurrido en las dos últimas salidas del jugador al campo. Las dos acabaron con los dañados músculos del chico en el camerino antes de tiempo. Un Costa roto alborotaría a España. Y Del Bosque quiere para Brasil todomenos ruido.

P.D.: Tiago volvió a jugar otra final y el Atlético volvió a perderla. Por cierto, el partido del Camp Nou era la jornada 38 de Liga. No era una final.

No podían creerlo en la sede de Las Rozas. Mucho menos los que en directo observaban el calentamiento de Diego Costa sobre el césped del estadio de La Luz en la capital portuguesa. El concierto entre jugador y organismo federativo saltaba por los aires y el ariete era alineado inicialmente por Simeone para disputar la final de la Liga de Campeones. La información que trasladó Costa era sencilla: no llegaba, no podía jugar. La pequeña rotura muscular que sufre –pequeña, pero rotura al fin y al cabo pese al esfuerzo propagandístico por ocultar la realidad, acabandodesnudados por el diagnóstico del doctor Pedro Guillén–quedó aparcada ante el vértigo que para él suponía perderse el partido más importante de su vida. Entendible. Como comprensible también la reacción federativa tras el engaño. Del Bosque, enérgico unas horas después en rueda de prensa, lo colocaba en su sitio sin nombrarlo: “Sólo vendrán los que estén sanos”, resumió. Unos días después dulcificó el discurso: “Soy moderadamente optimista”. Se le espera.

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