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La historia del amargo verano de Xavi
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Antonio Sanz

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La historia del amargo verano de Xavi

Xavi dice que continúa. Así lo tenía calculado. Sólo un agitado verano lo ha devuelto a donde siempre quiso: continuar una temporada más en el Camp Nou

Foto: Xavi Hernández se lamenta tras fallar una ocasión (Efe).
Xavi Hernández se lamenta tras fallar una ocasión (Efe).

No concluyó nada bien el curso anterior porque seis años después, el club se quedó casi en blanco, maldita ironía para los azulgranas. Si bien, el verano de Xavi tampoco podemos decir que concluye mejor: corazón con freno y marcha atrás, tal y como escribió Jardiel. Sólo la Supercopa ganada al Atlético de Madrid en agosto de 2013 aderezó la sala de trofeos del Barça, y del centrocampista en particular. Desde aquel verano de 2008, donde la entidad se quedó sin celebrar títulos, hasta éste de 2014, el FC Barcelona había vivido los mejores momentos de su dilatada historia. Como referente, más allá de la incuestionable estrella de Leo Messi en el césped o la de Pep Guardiola en el banquillo, la figura relevante es para quien cambió el modelo, tanto en su club como en la Roja. Xavi Hernández dice ahora que continúa en el Barça. Así lo tenía calculado y así será. Sólo un agitado verano lo ha devuelto a donde siempre quiso: continuar una temporada más -ésta- en el Camp Nou.

Los aires de cambio que azotan gran parte de Barcelona han sacudido a quien siempre tuvo claro que deseaba continuar al menos una temporada más en la entidad. La decisión de Puyol o de Víctor Valdés se consideraba en las oficinas como la base de la reestructuración que se debía acometer en la caseta del campeón. Un cambio que se había iniciado con carácter de urgencia con el obligado fichaje de Martino. La llegada del técnico argentino provocaba un tiempo de inestabilidad por la sacudida que suponía el relevo en el cuerpo de mando. Pero la construcción del futuro no pasaba por eliminar a Xavi. Ni siquiera cuando se optó por dar un nuevo giro al cambio con un nuevo inquilino llamado Luis Enrique. La personalidad de Xavi se consideró útil y se observó como el último eslabón de una generación que supo escuchar de infante, aprender de príncipe y liderar cuando tocó reinar en el vestuario.

El punto de inflexión de Xavi llega con su última aportación a la causa de la Roja. Otra ironía más. El llamado ‘Von Karajan’ -en honor al mítico director de orquesta austriaco- del balompié, así lo bautizó Jesús Paredes, la mano derecha (y también la izquierda) de Luis Aragonés, había destellado bajo la tutela del seleccionador de Hortaleza para convertirse en el foco que iluminaba un juego que todos buscaron imitar. Pues bien, en Brasil, en el epicentro donde nació el ‘jogo bonito’, la estrella de Xavi se apagó. Y se fundió tras una segunda parte de infausto recuerdo frente a Holanda, precisamente ante quien habíamos tocado el cielo cuatro años antes. Algo observó Vicente del Bosque en Xavi en aquellos segundos cuarenta y cinco minutos que decidió arrinconarlo en el banquillo unos días más tarde, en el definitivo duelo ante Chile. Algo debió pasar tras ese partido entre entrenador y jugador para que Xavi saltara con zapatillas al césped la tarde de la despedida frente a Australia. Ni siquiera se calzó las botas para ser suplente. Se alegaron molestias musculares. Se destapó un cruce de palabras entre ambos. Se anuncia divorcio para septiembre.

Xavi regresó herido de Brasil. Es verdad que su relación con Del Bosque nunca fue tan cercana como la que mantuvo con Luis. Pero también es verdad que nunca se astilló la convivencia hasta la mañana de Chile. Ese día, el ‘teniente’ de la Roja, para todos más líder que Casillas, se sintió señalado por el seleccionador. Era uno de los dos cambios, el otro fue Piqué. Y además, se sintió molesto porque esperaba un gesto del técnico. Lo que no esperaba era enterarse al tiempo de todos de que sería el sacrificado. El inicio de las vacaciones se atormentó con informaciones que lo separaban del Barça, apoyadas en la llegada del nuevo entrenador. Nada más lejos, Luis Enrique ni le abrió ni le cerró la puerta, ni lo consideró prescindible ni tampoco lo observa como intocable. El entrenador, que también transitó por esos escalones, sabe que cuando llega la hora del adiós sólo la cabeza de uno debe afrontar el momento de decir hasta aquí. Por eso, dejó la decisión en manos de quien fue su compañero. Por eso, arrancaron las dudas con las tentaciones monetarias procedentes de Oriente. La Liga de Qatar, huérfana de estrellas, trató de seducirlo apoyado en la poderosa economía árabe.

Ni Xavi terminaba de creerse el cerro de euros que caería en su cuenta ni tampoco se veía en un torneo donde te contrata la organización y luego te coloca en un equipo. Por eso, el rumbo volvió a donde germinó la idea del cambio. El pasado mes de marzo, el grupo ‘City’ le hizo llegar el interés de contar con sus servicios para la nueva franquicia que arrancará en marzo de 2015 en Nueva York. El eje de un equipo que descansará sobre tres pilares de tres estrellas europeas. Si dos ya están atadas -David Villa y Frank Lampard-, la tercera debería ser Xavi Hernández. Para el catalán los tiempos eran perfectos: continuaba un año más en el Barça y en junio se incorporaría al club estadounidense, cuya franquicia se estrena sólo tres meses antes. Incluso, si las cosas no ruedan como él desea podría marcharse en el mercado de invierno e iniciar en enero la pretemporada con el New York City. Ese era el primer plan y ese sigue siendo el único plan.

Con todo, con esa carta neoyorquina en la recámara, Xavi también quiere probarse una vez más en la alta competición. Tras los sinsabores de un amargo verano, no ha ocultado que dar marcha atrás es también de sabios. Como escribió Jardiel Poncela en aquella magistral comedia de ‘Cuatro corazones con freno y marcha atrás’, quien vaticina que Xavi no sólo se convierta en inmortal. Quizá también acabe rejuveneciendo. Sólo su ritmo cardiaco nos lo expondrá. Él, de momento, lo ha escuchado y ha decidido: sigue vistiendo de azulgrana. Que nadie nos prive de disfrutar de su segunda juventud.

No concluyó nada bien el curso anterior porque seis años después, el club se quedó casi en blanco, maldita ironía para los azulgranas. Si bien, el verano de Xavi tampoco podemos decir que concluye mejor: corazón con freno y marcha atrás, tal y como escribió Jardiel. Sólo la Supercopa ganada al Atlético de Madrid en agosto de 2013 aderezó la sala de trofeos del Barça, y del centrocampista en particular. Desde aquel verano de 2008, donde la entidad se quedó sin celebrar títulos, hasta éste de 2014, el FC Barcelona había vivido los mejores momentos de su dilatada historia. Como referente, más allá de la incuestionable estrella de Leo Messi en el césped o la de Pep Guardiola en el banquillo, la figura relevante es para quien cambió el modelo, tanto en su club como en la Roja. Xavi Hernández dice ahora que continúa en el Barça. Así lo tenía calculado y así será. Sólo un agitado verano lo ha devuelto a donde siempre quiso: continuar una temporada más -ésta- en el Camp Nou.

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