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Un disparo a las cuentas del Atlético
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Antonio Sanz

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Un disparo a las cuentas del Atlético

El Atlético pretende mantener a Arda Turan y traer a Cazorla, algo que volaría por los aires el ordenado escalón salarial que pretende la entidad rojiblanca

Foto: Simeone junto a Arda Turan después de proclamarse campeones de Liga (Efe).
Simeone junto a Arda Turan después de proclamarse campeones de Liga (Efe).

“Arda Turan no se mueve”, exclaman con firmeza en la zona noble de las oficinas del Vicente Calderón, en el extremo del fondo sur del estadio. El turco, que ha mostrado vaivenes en su tránsito en rojiblanco, ha vuelto a ser tentado para abandonar el Atlético de Madrid. Es más, el ‘10’, en el camerino y al final del histórico curso pasado, deslizaba al grupo que afrontaba sus últimos días en el Manzanares. Había considerado que tras tres intensas campañas, salpicadas con títulos inimaginables, era el momento del cambio. Sólo la decepción de no haber podido participar en la final de Lisboa ennegrecía en su figura una trayectoria excelsa y claramente en progresión deportiva, aunque el idioma se le atragantara desde el comienzo. Su edad, 27 años, era pródiga para afrontar esa anhelada nueva aventura. Sin embargo, la calma vacacional modificó los planes. El reto podía esperar, ¿o no?

Arda Turan aterrizó en el Atlético en el verano de la enésima reconversión rojiblanca. En agosto de 2011, con Gregorio Manzano al frente, la estrella indiscutible del fútbol otomano abandonaba el Galatasaray para emprender la acción en una Liga más potente y de mayor nivel futbolístico. Arda debía ser uno de los líderes de un colectivo al que también llegaban Falcao, Diego, Gabi o Courtois. El turco evolucionó despacio para terminar siendo básico en el último curso. Simeone, quien lo dirigió seis meses después de su fichaje, creyó en él, tuvo paciencia y terminó por hacer explotar al habilidoso centrocampista. Con contrato hasta 2017, buscó ponerse en el mercado, pero la posterior reflexión y esa madurez que ha alcanzado en Madrid le hicieron tomar la decisión de continuar un año más.

Sin embargo, dos movimientos han vuelto a poner nervioso al jugador: la irrupción del Manchester United de nuevo cuño y los fichajes de su propio equipo, especialmente el de Griezmann. El galo es un futbolista al que el Atlético persigue desde 2011 y que cambió finalmente por Pizzi, ante la imposibilidad de convencer a la Real Sociedad -ahora lo logró rascándose el bolsillo, algo que entonces o no quiso o no pudo hacer-. Louis Van Gaal, el hombre encargado de devolver grandeza al United, maneja un sistema de juego muy adaptable a las necesidades de Arda. En ese esquema de un enganche y dos delanteros, el rojiblanco puede participar bien por detrás del frente de ataque (posición hoy reservada para Juan Mata) o bien acompañando al goleador (Van Persie), en la demarcación que en pretemporada dibuja Rooney. El entrenador holandés desea máxima competencia y contar con Mata, Rooney y Arda para pelear por dos puestos es uno de sus principales deseos. La tentación económica también está servida para hacer dudar a cualquiera.

Diego Simeone ya ha dejado claro que el turco es indispensable. Pero Arda no lo ve tan claro. La llegada del delantero francés lo puede derivar a banda izquierda, posición que el turco ocupa. En la caseta, se masculla que el club busca afanosamente otro delantero y otro hombre de banda. El grupo hace apuestas sobre las futuras llegadas. Tanto que han puesto nombres a los dos posibles fichajes: un ariete con pedigrí atlético y un extremo con pasado merengue que juega en el Nápoles. Con esta avalancha de incorporaciones, el ‘10’ medita provocar su salida a Inglaterra rompiendo así la idea primitiva. No sería la primera vez. Ya en la Navidad de 2012, él y su agente expusieron públicamente su intención de cambiar. La dirigencia atlética lo convenció prometiendo una suculenta mejora económica, que llegó seis meses después. En estas fechas, el Manchester United busca rebajar los 41 millones de cláusula incluyendo algún jugador en la operación, algo a lo que se niega el Atleti que no quiere ni entablar conversaciones.

No obstante, y por estar preparado ante una brusca salida, el club ha sondeado desde hace semanas las opciones de Santi Cazorla, que se ha dejado querer a la primera. El polivalente atacante asturiano vive cómodo en Londres, pero un regreso a la Liga, y al club campeón, cautiva. Cazorla ha cumplido dos temporadas a buen nivel en la Premier, pero Wenger es consciente de que la edad del jugador, cumplirá 30 años el próximo mes de diciembre, hace que sea el momento de recuperar parte de la inversión de veinte millones de euros desembolsados al Málaga. Santi, con dos años más de contrato con los ‘gunners’, entiende que la estación del Manzanares llega en el momento ideal y agradece la apuesta. El Atlético y Simeone han conseguido seducir a gran parte del parque futbolístico nacional e internacional. Pocos se atreven a negarse a vestir de rojiblanco.

El trabajo en los despachos, a la espera del goleador y del banda diestro, es tratar de mantener a Arda Turan y firmar a Cazorla. Desde el punto de vista deportivo no ofrece ninguna duda. Sin embargo, financieramente, rechazar la oferta del Manchester United puede suponer una nueva revisión al alza para el futbolista turco que unido a la importante ficha que cobraría Cazorla, volaría por los aires el ordenado escalón salarial que pretende la entidad y que vigila la comisión encargada del asunto en la Liga de Fútbol Profesional. La decisión impopular del Consejo de Administración se direcciona en cambiar a Arda por tres jugadores. La medida populista es pegarle un nuevo tiro a las cuentas y agrupar a los cuatro. El campeón merece ese riesgo.

“Arda Turan no se mueve”, exclaman con firmeza en la zona noble de las oficinas del Vicente Calderón, en el extremo del fondo sur del estadio. El turco, que ha mostrado vaivenes en su tránsito en rojiblanco, ha vuelto a ser tentado para abandonar el Atlético de Madrid. Es más, el ‘10’, en el camerino y al final del histórico curso pasado, deslizaba al grupo que afrontaba sus últimos días en el Manzanares. Había considerado que tras tres intensas campañas, salpicadas con títulos inimaginables, era el momento del cambio. Sólo la decepción de no haber podido participar en la final de Lisboa ennegrecía en su figura una trayectoria excelsa y claramente en progresión deportiva, aunque el idioma se le atragantara desde el comienzo. Su edad, 27 años, era pródiga para afrontar esa anhelada nueva aventura. Sin embargo, la calma vacacional modificó los planes. El reto podía esperar, ¿o no?

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