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Cruyff y Guardiola querían ver a Kroos en el Barça, pero el Madrid les dejó con las ganas
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Antonio Sanz

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Cruyff y Guardiola querían ver a Kroos en el Barça, pero el Madrid les dejó con las ganas

Respira el Barça y respira Luis Enrique. Dos malos resultados, especialmente la caída en el Santiago Bernabéu, han puesto de los nervios a una entidad que

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Respira el Barça y respira Luis Enrique. Dos malos resultados, especialmente la caída en el Santiago Bernabéu, han puesto de los nervios a una entidad que habita dividida y con sobresaltos en una de las precampañas electorales más largas de su historia. Si los ejecutivos pelean por aferrarse al sillón tras el permanente vaivén que provocan las arremetidas de quienes pretender recuperar el poder, en la caseta a Luis Enrique no se le irrita ni un músculo. El nuevo entrenador tiene un plan que no piensa cambiar: busca un nuevo estilo de juego, sin extremos, lejos de aquel que recientemente le ha dado tanto glamour a la entidad. El mismo que trasladó Cruyff del Ajax y al que Guardiola sacó brillo. Precisamente, el sumo sacerdote del barcelonismo, el gran Johan, ha hablado y la cúpula ha salido malparida.

El eje de las críticas de Cruyff nace en el estilo del mando y crece con la elección de jugadores con cara nueva. Los fichajes no han sido del agrado de quien lo ha sido todo como futbolista y como entrenador en el FC Barcelona. El holandés reclamó en su momento que los buenos, los que saben mejor jugar a esta práctica, los encontraba vestidos de blanco, haciendo especial hincapié en la figura de Kroos. El germano, tras un ciclo exitoso en el Bayern, había tomado la decisión de abandonar Alemania. Johan, con información privilegiada como todo el que vive cerca de Guardiola, conocía que la salida de Toni de Múnich era un hecho. Por tanto, el mejor y único destino debía ser el Camp Nou. Sin embargo, la dirigencia blaugrana, a la que una directriz de Pep le provoca cierto recelo por su ligadura con Joan Laporta, dejó en saco roto el fichaje mientras se oteaba como el máximo rival se hacía con sus servicios. Da igual,nosotros tenemos a Rakitic, que se lo quitamos al campeón de Liga, justificaban.

El envenenado mensaje de Cruyff pasa factura con el mismo tono vengativo con que castiga al ‘clan Rosell’, hoy presidido por ‘Bartu’, el delfín. Johan, sabedor de los deseos del centrocampista alemán, relató lo que en Barcelona es un secreto a voces. “Sé que Kroos tenía simpatía por el Barcelona y pudo venir aquí. No sé qué es lo que sucedió, pero desde luego le gustaba este club”, advirtió quien conocía de primera mano cuál era el primer objetivo del jugador. Porque así lo preparó Guardiola y así se lo hizo saber a su núcleo más cercano. Por aquí la extrañeza de quien fue en su día factótum del Barça ante el no fichaje de quien hoy triunfa en el Real Madrid y que estaba dirigido a jugar en su equipo.

Toni Kroos había decidido abandonar el Bayern de Múnich mucho antes de la llegada de Pep Guardiola a la institución bávara. Se explica porque siempre se sintió el patito feo de la entidad. Convertido en la gran esperanza del fútbol germano, desde categorías inferiores se habla de él como la joya de la corona alemana, tuvo que purgar lo suyo para hacerse con un hueco en el club más grande de Alemania. Los orígenes de Kroos hablan de un niño casi fabricado para ser futbolista. Nacido en la antigua RDA, la parte comunista formada tras la división de la nación al concluir la segunda gran guerra, creció en una pequeña ciudad a orillas del mar Báltico. Pronto, Roland Kroos decidió que el Greifswalder SC se quedaba pequeño para los suyos y decidió que la familia viajara a Rostock. El Hansa era el mejor escaparate para lo que el padre soñaba: ver a sus hijos en los grandes clubes de la ya reunificada Alemania.
Roland no se equivocó y Toni a los 16 años rubricaba su primer contrato con el Bayern, que abonó al Hansa más de dos millones de euros por un futbolista en edad juvenil. Desde entonces, la relación nunca se mantuvo estable. Demasiados altibajos que lo hicieron aceptar la cesión durante año y medio al Bayer Leverkusen, tras debutar con el primer equipo a las órdenes de Ottmar Hitzfeld. Antes de partir cedido, esos primeros meses con otro inquilino en el banquillo, Jürgen Klismann, no resultaron satisfactorios. Entonces, optó por curtirse en la ribera oriental del río Rin.

Sin embargo, el juego de Kroos no explotó hasta que llegó Heynckes a la entidad. Con él, lo volvería a ganar todo en el Bayern, pero Jupp supo cómo tratar a ese desbocado joven de 19 años. La vuelta al origen no resultó la soñada. Ni Van Gaal, ni el interino Jonker sacaron su jugo hasta que el reencuentro con Heynckes lo devolvió la sonrisa. Para entonces, Toni comenzaba a escribir los primeros capítulos de su largo desencuentro con la cúpula bávara. Nunca se sintió reconocido y sólo gracias a la exigencia de Guardiola, que atisbaba que lo perdía, la dirigencia de históricos del club se acercó a las exigencias del futbolista.

Toni se impuso el Mundial de Brasil como el punto de inflexión a su carrera. Con sólo un año más de contrato, era consciente de que el Bayern se sentía abocado a un traspaso. Por eso se puso en el mercado y por eso los grandes de Europa llamaron a su puerta. Con la Premier en el rabillo del ojo, los dos de Manchester y Chelsea se posicionaron rápido, era la Liga la competición que más seducía al germano. Y entonces, especialmente el Barça por su concepción de cómo entender y practicar el juego, tan cercano a su idea. Por ahí, sus conversaciones con Pep y por ahí, la decepción en las palabras de Cruyff. Mientras su entonces entrenador se dedicaba a mediar con los de arriba y trataba de seducir a Kroos para evitar la fuga, éste se sentía cada vez más convencido de que en España se encontraba un nuevo peregrinaje.Ni el discurso habitualmente convincente de Guardiola resultó, esta vez, suficiente.

Los tiempos de cambio que sacudían el banquillo del Camp Nou ralentizaron la decisión de la dirección deportiva blaugrana, que realizó al jugador una oferta económica inferior a la propuesta por el Real Madrid. En el sprint final de la negociación, porque los blancos apretaban y Kroos temía quedarse sin nada, el nuevo cuerpo técnico decidió rechazar al jugador al considerar que el fichaje de Rakitic satisfacía las necesidades del equipo, en un tiempo dónde tampoco contaban con Xavi. Luis Enrique explicó que la llegada de otro más a esa demarcación detendría la evolución de Rafinha y de Sergi Roberto, apuestas personales del técnico. Con Busquets o Mascherano e Iniesta como fijos, el medio campo quedaba claramente cerrado. El rumbo de Toni cambió ante el enojo hoy desvelado por Cruyff. En silencio, queda dañada la raíz más culé de Guardiola, quien también anheló ver vestido a Kroos con la misma camiseta que él tanto sintió.

Respira el Barça y respira Luis Enrique. Dos malos resultados, especialmente la caída en el Santiago Bernabéu, han puesto de los nervios a una entidad que habita dividida y con sobresaltos en una de las precampañas electorales más largas de su historia. Si los ejecutivos pelean por aferrarse al sillón tras el permanente vaivén que provocan las arremetidas de quienes pretender recuperar el poder, en la caseta a Luis Enrique no se le irrita ni un músculo. El nuevo entrenador tiene un plan que no piensa cambiar: busca un nuevo estilo de juego, sin extremos, lejos de aquel que recientemente le ha dado tanto glamour a la entidad. El mismo que trasladó Cruyff del Ajax y al que Guardiola sacó brillo. Precisamente, el sumo sacerdote del barcelonismo, el gran Johan, ha hablado y la cúpula ha salido malparida.

Johan Cruyff Pep Guardiola