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Ancelotti, cada vez más seguro de dar un portazo a Florentino
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Antonio Sanz

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Ancelotti, cada vez más seguro de dar un portazo a Florentino

Con la opción de Klopp abierta para embarcarse en cualquier proyecto potente, Ancelotti medita, aunque cada vez está más convencido, pegar un portazo a la vinculación que lo ata con el Madrid

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“Llevo veinte años entrenando y veinte años preguntándome dónde estaré en agosto”. Así de flemático se presentaba recientemente Carlo Ancelotti. Ningún titular iracundo se escucha de quien ha convivido con propietarios de todo pelaje. Desde el político ambicioso al multimillonario más caprichoso. Por eso, ya poco le sorprende. O nada. Es consciente de que una vez más la buena suerte se alió a su figura para mantener banquillo, al mismo tiempo que presume de ser un hombre tan confortable como reconocido en su tarea. Es difícil verlo trabajar en un club modesto. Quizá porque se lo ha ganado. O quizá por ese carácter poco bélico que lo acompaña y que le permite aguantar hasta el antojo más pueril del mando. Con todo, se presenta un momento definitivo. Con la opción de Jürgen Klopp abierta para embarcarse en cualquier proyecto potente del continente, Ancelotti medita, aunque cada vez está más convencido, pegar un portazo a la vinculación que lo ata con el Real Madridhasta junio de 2016.

Exitosas, pero no cómodas están resultando las dos temporadas del técnico italiano en el club de Florentino Pérez y sus socios. Si en el primer curso se antojaba escaso el botín de la Copa del Rey -ganada al mismísimo Barça- y se dudaba de su continuidad, el gol in extremis marcado en Lisboa forzó una salvadora prórroga que levantó el ánimo a más de uno. Cómo destituir al entrenador del campeón de Europa, se cuestionaba la dirigencia. El sentido común imploraba el ejercicio de mantenerlo en el cargo, aunque agitando el vestuario. Un ligero retoque en el organigrama técnico -Hierro por Zidane- y movimientos en la caseta para disgusto de quien todo lo soporta. Porque si de algo se siente orgulloso Ancelotti es de su manera de entender este negocio como hombre de empresa. Si bien, para su manera de entender el juego, dos salidas resultaron especialmente dolorosas: Di María -a quien encontró acomodo como volante para encajar a Bale- y Xabi Alonso -el timonel del barco de quien rememoraba aquel tiempo vivido en la hierba-.

El equipo debía volver a reinventarse con Kroos y James y la cosa no apuntó mal para el técnico: dos títulos más a la sala de trofeos, racha victoriosa, tanteos de renovación. Sin embargo, algo se ha torcido. El desequilibrio en la plantilla, conformada a golpe de efecto y de nombre propio de estrella, las ausencias por lesión, el bajón por rendimiento de algunos futbolistas o la falta de confianza del entrenador en los recambios del fondo de armario han provocado un alejamiento entre la cúpula, es decir, Florentino Pérez, y el banquillo, Ancelotti, quien ha decidido ponerse en el mercado. Si el presidente saltó al ruedo para defender públicamente la continuidad de su empleado, éste no desea agarrarse a la secuencia de la moneda al aire. Si en el curso pasado cayó de cara quien sabe si esta vez caerá igual. Con dos títulos aún en juego, nada invita a pensar que no acabará la temporada. Empezarla es otra cuestión. Con Klopp libre o Zidane, de meritorio, la suerte de Carlo invita a una renovación para fortalecerlo -ya fracasó en el caso de Mourinho por su relación con el núcleo duro del vestuario- o a su salida el próximo 30 de junio.

De este modo, Ancelotti ha decidido también posicionarse, sabedor de que sólo los títulos aportan crédito. Ya dejó caer en su país, al mismo tiempo que se descartó para el cargo de seleccionador, el preciado deseo de volver a entrenar al AC Milan. Su idílica escuadra atraviesa por un momento tenue de la historia y nadie mejor que él para tratar de devolver a la entidad al lugar dónde la dejó. Sin embargo, la querencia del propietario a vender el club mantiene al político más pendiente del inmediato presente que de plantearse el hipotético retorno. Con este anhelo aparcado, el futuro de Pellegrini está echado en Inglaterra. Desde la sede ‘citizen’ se avanza que ‘pedirá’ traslado a la sede de Nueva York para trabajar en la competición norteamericana. Beguiristain busca desde hace semanas un relevo que pasa por el entrenador italiano. El capital árabe trata de convencer a la dirigencia española -Soriano/Txiki- para que apueste por su ‘Guardiola’ en la figura de Patrick Vieira, el actual técnico del equipo reserva; sin embargo, éstos son más partidarios de no correr riesgos con alguien más firme y seguro. Por aquí aparece con enorme peso el currículum de Carlo. El respeto que se forjó en la isla en las dos temporadas en las que dirigió al Chelsea -levantó tres títulos- lo avalan. Para el italiano es seductora la propuesta de volver a dirigir en la Premier a uno de los clubes que más inversión realiza. A Txiki se le cierra el círculo tras la negativa de Simeone y la sempiterna de Pep, dos de sus favoritos. La opción Benítez también se baraja debido al perfil de éxito del madrileño, quien dejará Nápoles y busca acomodo nuevamente en el Reino Unido.

Así las cosas, Ancelotti mide sus fuerzas para evitar revivir lo sucedido en mayo de 2011 en el vestuario de Goodison Park en Liverpool. Aquella tarde de domingo dirigió su último partido en la Premier. La derrota del Chelsea frente al Everton provocó el adiós de su bienio en Stamford Bridge. Entonces, la propiedad entendió que el proyecto se había agotado tras acabar el curso sin títulos. Como de todo se aprende y la experiencia es un grado, quizá lo mejor es hablar con el presidente Pérez para abrirse un nuevo futuro. Si cae ante el Atleti, sólo le restará pelear por la Liga. Con un botín tan reducido tocará la hora del cambio. Antes, probablemente, estrechará la mano con el mandamás y pensará ‘aquí paz y después gloria’.

“Llevo veinte años entrenando y veinte años preguntándome dónde estaré en agosto”. Así de flemático se presentaba recientemente Carlo Ancelotti. Ningún titular iracundo se escucha de quien ha convivido con propietarios de todo pelaje. Desde el político ambicioso al multimillonario más caprichoso. Por eso, ya poco le sorprende. O nada. Es consciente de que una vez más la buena suerte se alió a su figura para mantener banquillo, al mismo tiempo que presume de ser un hombre tan confortable como reconocido en su tarea. Es difícil verlo trabajar en un club modesto. Quizá porque se lo ha ganado. O quizá por ese carácter poco bélico que lo acompaña y que le permite aguantar hasta el antojo más pueril del mando. Con todo, se presenta un momento definitivo. Con la opción de Jürgen Klopp abierta para embarcarse en cualquier proyecto potente del continente, Ancelotti medita, aunque cada vez está más convencido, pegar un portazo a la vinculación que lo ata con el Real Madridhasta junio de 2016.

Florentino Pérez