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Sergio Ramos desafía a Florentino Pérez en plena guerra fría
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Antonio Sanz

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Sergio Ramos desafía a Florentino Pérez en plena guerra fría

Con la ampliación de contrato anclada, el enfado del zaguero sevillano es monumental, no tanto por la desidia con que se ha tomado el asunto el club y sí por las casi diarias filtraciones de lo que ocurre

Foto: Las relaciones entre Sergio Ramos y Florentino Pérez son cada vez más tirantes (Cordon Press)
Las relaciones entre Sergio Ramos y Florentino Pérez son cada vez más tirantes (Cordon Press)

“¿La renovación? Está bastante aparcada, la verdad”. Son palabras de Sergio Ramos la jornada de su incorporación a la Roja. El capitán de facto del Real Madrid no se cortó a la hora de analizar la actualidad merengue y repartió estopa con un destinatario único e intransferible: el presidente. Ramos, cuya relación con Florentino Pérez es guadianesca, se sintió legitimado para protestar en voz alta y darle un repaso a la dirigencia. En el fondo del armario, la guerra fría personal que él y su hermano-valedor en las negociaciones mantienen con el empresario. Con la ampliación de contrato anclada, el enfado del zaguero sevillano es monumental, no tanto por la desidia con que se ha tomado el asunto el club y sí por las casi diarias filtraciones de lo que ocurre, que surgen permanentemente de boca de los propagandistas oficiales de Pérez. En este momento, la intención de Ramos es una: dejar el Real Madrid en 2017 o aceptar una oferta al acabar un curso que ni siquiera ha iniciado. Mucho tendrá que remar Benítez para salvar a su mejor defensa, inmerso en una historia enquistada y con afrenta personal.

La primera que le tiró el capitán de facto del Real Madrid a Florentino fue la contratación del nuevo entrenador. Más que por la elección por la destitución. Ramos se sentía muy ligado a Ancelotti. Era su jugador de confianza, aquel con quien compartía secretos, aquel a quien era capaz de sacarlo de su demarcación para dibujarlo en el centro del campo, con escaso rendimiento satisfactorio, por cierto. Daba igual, el andaluz lo zanjaba con “me gustan los entrenadores con huevos”. Subido en la ola del triunfo era más sencillo aplaudir al osado técnico. Ramos era el único futbolista, previo a la charla técnica, que conocía las intenciones de Ancelotti. Por tanto, el más indicado para glosar la indecente decisión. No ha sido la única ocasión en la que se han confesado. Entrenador y capitán de facto han analizado progresivamente el cambio al que ni las estrellas del vestuario han podido frenar. El canto análogo de protesta se vistió frontal: “los altos cargos son los que más saben”.¡Toma puyazo!

El razonamiento de Ramos para evitar la destitución del entrenador se aposenta en el equilibrio, la estabilidad, el conocimiento del grupo. Cuanto más tiempo, más armonía. Precisamente, esa buena correspondencia es la que ha condenado a Ancelotti. El italiano lo comentaba en la despedida con su equipo de trabajo: “en el Real Madrid (o en un gran club), si no hay títulos debes hacer las maletas”. Con esta premisa básica, el buen rollo del italiano con el grupo también lo ha sentenciado. Extrañamente a lo que puede pensarse, manejarse con cercanía se ha vendido como debilidad. “Carlo es demasiado buena persona”, se apuntaba en la T4 (zona de oficinas) de Concha Espina. Ancelotti también tenía respuesta: “esta mano blanda ha ganado tres Champions”. Pero para Florentino, el poder de los futbolistas superaba al poder del entrenador. Entre los mandamases del vestuario uno muy marcado: Ramos. El sevillano se sentía también señalado y respondía con acritud: “quien diga que los jugadores mandamos está totalmente equivocado o no se ha vestido de corto en su vida”. Segundo puyazo al lomo del presidente. Pérez busca mano dura y que Sergio pierda poder de mando.

Cansado de esperar

Con este paisaje, el jugador ha tomado la decisión de esperar tranquilamente hasta que caduque el actual compromiso (junio de 2017). Obviamente, en dos años pueden pasar tantas cosas que augurar un futuro cuenta con todo el riesgo de equivocarse. Sin embargo, los hermanos Ramos se sienten muy dolidos con el comportamiento presidencial. En sus oídos aterrizan constantes críticas de Pérez. A uno, por su rendimiento en el campo. Al otro, por su manera de manejar el episodio de la renovación. Y cuando el presidente no se pronuncia, ya lo hacen por él los acólitos de su causa. Lo que es un hecho es la falta de comunicación entre las partes y un aumento casi sideral en las posiciones, no económicas, sí personales. No existe clima de confianza, más bien todo lo contrario.

Ramos no se encuentra entre los defensas mejor pagados del continente. Si bien es muy complicado conocer realmente el sueldo de cada jugador, las especulaciones anotan que Thiago Silva, David Luiz o Phillip Lam están muy por encima del actual caché del camero. Aunque la parte económica no es fundamental, también suma porque las penas con pan son menos penas. Además, sentirse, en ocasiones, ninguneado duele más. Sergio se ha cansado de esperar. Con una personalidad arrolladora, marcará los tiempos de la renovación en plena guerra fría. Como le gusta decir, volverá a hablar en el campo. Aquel gol que forzó la prórroga para levantar la Décima es su mejor tarjeta de visita. Florentino lo sabe, pero ha dejado enquistar el asunto. La partida de ajedrez ha comenzado con Sergio moviendo las figuras blancas. Él lleva la iniciativa porque habla cada semana en el césped. Con un gran rendimiento provocará la reacción de la opinión pública. Entonces, algún ejecutivo se verá obligado a desbloquear el caso. Las partes se sentarán en una mesa, hablarán con libertad y llegará la hora del reproche. Pero por ahora, la escena se encuentra únicamente en la imaginación. La distancia actual invita al aquelarre. Cuando el orgullo permita a alguna de las partes bajarse del pedestal se determinará la continuidad o no del capitán de facto de la plantilla.

“¿La renovación? Está bastante aparcada, la verdad”. Son palabras de Sergio Ramos la jornada de su incorporación a la Roja. El capitán de facto del Real Madrid no se cortó a la hora de analizar la actualidad merengue y repartió estopa con un destinatario único e intransferible: el presidente. Ramos, cuya relación con Florentino Pérez es guadianesca, se sintió legitimado para protestar en voz alta y darle un repaso a la dirigencia. En el fondo del armario, la guerra fría personal que él y su hermano-valedor en las negociaciones mantienen con el empresario. Con la ampliación de contrato anclada, el enfado del zaguero sevillano es monumental, no tanto por la desidia con que se ha tomado el asunto el club y sí por las casi diarias filtraciones de lo que ocurre, que surgen permanentemente de boca de los propagandistas oficiales de Pérez. En este momento, la intención de Ramos es una: dejar el Real Madrid en 2017 o aceptar una oferta al acabar un curso que ni siquiera ha iniciado. Mucho tendrá que remar Benítez para salvar a su mejor defensa, inmerso en una historia enquistada y con afrenta personal.

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