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El juego de tronos de Van Gaal: pasa de De Gea y calienta a Ramos
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Antonio Sanz

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El juego de tronos de Van Gaal: pasa de De Gea y calienta a Ramos

Van Gaal se recrea con la situación en las comparecencias mediáticas. De ahí que caliente a Ramos y provoque desconcierto en un Madrid que no puede permitirse más sacudidas en la línea de flotación

Foto: Louis van Gaal junto a David De Gea (Imago).
Louis van Gaal junto a David De Gea (Imago).

Pocos personajes dan tanto juego en el orden futbolístico como Louis van Gaal. Su fuerte personalidad lo lanza a una disputa casi permanente. Para muchos era el único referente de otro de los guerreros de este negocio, José Mourinho. Ambos coincidieron en el FC Barcelona cuando uno aterrizaba y el otro debía abandonar el barco tras la salida de Robson. Sin embargo, tras una cena veraniega entre los dos, con el ex presidente Núñez como testigo, el holandés terminó contratando al luso como ayudante. Era 1997. Las fobias públicas que pregonan, sin rubor alguno, contra determinados jugadores son sonadas. La de Moucon Casillas se ha escuchado en estéreo; la de Van Gaal con De Gea ha pasado en tono mono. Sin duda, el origen del desencuentro entre el holandés y el deseado por el Real Madrid arrancó con los primitivos comentarios de quien se hace fuerte en el rescate del Manchester United.

Van Gaal aterrizó en la entidad inglesa desvelando dudas con la portería. El perfil de David de Gea ni lo convencía, ni lo convence. La dirigencia de Old Trafford no daba crédito. El portero acababa de ser elegido el mejor jugador del equipo. Después de las sombras del comienzo resueltas a favor del meta gracias a la confianza demostrada por Ferguson, el joven guardameta creció hasta convertirse en una referencia en la Premier. Pero el fichaje del actual entrenador, tras el fiasco Moyes, levantó sospechas en el guardameta. Pronto conoció que le querían mover la silla. A sus oídos llegó que Van Gaal pretendía un portero más para la plantilla. Los medios británicos publicaron, entre otros, el interés por Keylor Navas, que tan brillante Mundial completó con su país. Sin embargo, la dirigencia, perpleja por la solicitud, no escuchó la petición aunque aceptó unos meses después que Víctor Valdés se entrenase con el equipo para terminar rubricando un acuerdo.

El desencanto aumentó en De Gea. No terminaba de admitir esta extraña situación: siendo el mejor se le buscaba sustituto. El técnico, así se lo explicaba a los dirigentes, trataba de crear competencia en una demarcación tan especial. Pero en el fondo, todos sabían que la visión futbolística del nuevo entrenador separaba al madrileño de Old Trafford. Desde la entidad se le quiso reforzar la confianza, conscientes de que difícilmente encontrarían otro de su categoría. Por eso, se le ofreció una renovación histórica en volumen económico para un futbolista de esa demarcación. Pero la aparición del Real Madrid armó en el chico una posición de fuerza dando paso a continuas largas al club que lo contrató en 2011, en una arriesgada apuesta. David optó por hablar en el campo. Repitió como el mejor de la plantilla. Van Gaal, en actitud soberbia, no admitía su error, al tiempo que peinaba el mercado para decorar con otro rostro la portería. Perdida la confianza en Valdés, el objetivo pasaba por tres nombres: Oblak, Lloris y Cillessen. Pero sólo su compatriota se ha colocado a tiro.

Cuando el Real Madrid trata de cerrar la ‘operación De Gea’, Van Gaal recuerda al conjunto directivo la afrenta que Florentino Pérez los hizo pasar en la negociación de Di María. “Ahora, nos toca a nosotros”, bramaba el holandés. Consciente de que dejará partir a De Gea al final del mercado, se encontró inesperadamente con un arma providencial para manejar los tiempos y liderar la partida de ajedrez. De rebato apareció Sergio Ramos en su vida y en la de la negociación. Era la excusa perfecta para demorar la salida del portero y para ir ganando batallas: vuelta a la pretemporada o integrarlo en la gira norteamericana. La sospechosa dolencia del meta, así la tildan los sensacionalistas tabloides británicos, no altera al técnico, que se recrea con la situación en las comparecencias mediáticas. De ahí que caliente a Ramos y que provoque desconcierto en un Real Madrid que tras la salida de Casillas no puede permitirse más sacudidas en la línea de flotación del vestuario. Por eso, en un arranque de poder, Florentino aparcó a De Gea para fichar a Casilla. El mensaje a Old Trafford era rotundo: “No lo necesitamos”.

El asesor deportivo del portero madrileño no está tranquilo. El traspaso se ha complicado, los plazos, alargados y el acuerdo, congelado. Incluso, en determinados foros futbolísticos ha dejado caer que se ha sentido abandonado por el Real Madrid y que si fuera capaz de convencer al jugador y a su familia aceptaría la descomunal propuesta de renovación que el Manchester United mantiene sobre la mesa de negociación. Pero el jugador admite que lo peor ha pasado, volver a Inglaterra, y se siente satisfecho con la indemnización monetaria que recibirá si los blancos no son capaces de desenmarañar el asunto. Eso sí, le encantaría vivir en Madrid mejor en este curso que en el siguiente. El movimiento del agente no deja de ser una estrategia para soliviantar a Florentino, quien mantiene dudas respecto a si Navas o Casilla serán capaces de defender con solvencia la meta del Bernabéu. Mientras, el ManU, consciente de la maniobra del Real hacia su arquero, ha sondeado estratégicamente a Bale y a Ronaldo para tentarlos con el retorno a la Premier. Más tarde, lo ha hecho con Ramos y Keylor, quienes han aparecido en la partida con excesivo protagonismo, especialmente el primero. Así las cosas, Van Gaal sigue enredando y provocando, admitiéndose vencedor parcial en su particular juego de tronos.

Pocos personajes dan tanto juego en el orden futbolístico como Louis van Gaal. Su fuerte personalidad lo lanza a una disputa casi permanente. Para muchos era el único referente de otro de los guerreros de este negocio, José Mourinho. Ambos coincidieron en el FC Barcelona cuando uno aterrizaba y el otro debía abandonar el barco tras la salida de Robson. Sin embargo, tras una cena veraniega entre los dos, con el ex presidente Núñez como testigo, el holandés terminó contratando al luso como ayudante. Era 1997. Las fobias públicas que pregonan, sin rubor alguno, contra determinados jugadores son sonadas. La de Moucon Casillas se ha escuchado en estéreo; la de Van Gaal con De Gea ha pasado en tono mono. Sin duda, el origen del desencuentro entre el holandés y el deseado por el Real Madrid arrancó con los primitivos comentarios de quien se hace fuerte en el rescate del Manchester United.

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