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Cristiano Ronaldo, un viaje a ninguna parte
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Antonio Sanz

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Cristiano Ronaldo, un viaje a ninguna parte

Ha ganado en músculo pero ha perdido en definición. Sea o no ésta la causa, el Madrid mantiene una honda preocupación por su jugador franquicia y la probable posibilidad de que su viaje llegue a su fin

Foto: Cristiano Ronaldo, durante un partido con el Real Madrid. (EFE)
Cristiano Ronaldo, durante un partido con el Real Madrid. (EFE)

“Estoy contento porque empecé un poquito por debajo de mi nivel; tuve problemas personales a principio de temporada, pero ya estoy mejor”. Son palabras de Cristiano Ronaldo pronunciadas la noche del póker al Malmoe en la Liga de Campeones. Relajado por el éxito, se detiene a dialogar con la Prensa cuando le han rodado bien las cosas para ajusticiar al personal por las informaciones aireadas, reveló dos circunstancias anómalas: su bajo rendimiento en el arranque y las dificultades atravesadas al margen del fútbol. No es habitual tal transparencia en alguien que no observa fallo alguno en su trayectoria. Para quien presume de ser una máquina que todo lo hace bien, descubrirse débil no es parte del guión. Algo está cambiando. Cómo cambios se han producido en el hábitat del jugador. Sigue siendo uno de los grandes del balompié universal, pero esta temporada ha desaparecido de los partidos gordos y su voracidad de antaño sólo aparece ante enemigos menores, ante rivales de una enjundia con escaso vigor.

El Real Madrid, su cúpula directiva y deportiva, andan con la mosca detrás del rendimiento de Cristiano Ronaldo. Es verdad que su eficacia no ha disminuido y que el maquillaje goleador sigue dando lustre: 27 goles (16 en Liga-11 en Champions) en 27 partidos oficiales. Ahora bien, ha dejado de marcar en 12 de los 21 encuentros de Liga y en dos de los seis de Europa -los dos ante el PSG-. De los 16 goles en Liga, casi un tercio son los que anotó al Espanyol. Además, Benzema le ha adelantado por primera vez en siete años en la carrera goleadora en la competición doméstica y Bale, hasta la lesión, sonreía más que él. Además, dos episodios recientes y consecutivos alimentan que el futbolista no vive cómodo en el ecosistema que tanto ha dominado. Las patadas a Cases y Molinero se explican desde la frustración de quien no se siente a gusto en el terreno que pisa. Pero esas acciones son solo una repetición de que ocurrió con David Simón o Krychowiak. Y eso, el primero que lo detectó fue Rafa Benítez. Él quiso cambiar el paso con un viaje al centro del área.

Quien acabara siendo destituido trató de explicarle a la estrella, sin ningún éxito en la recepción, que el rol en el césped debía cambiar. El portugués ha residido, con enorme éxito, en una parcela del terreno de juego que le permitía golear con notoriedad. Esa presencia en la banda izquierda es innegociable para él, lo que provocó que Bale tuviera que desplazarse sin excesiva suerte al otro costado del campo. Ese viaje que pretendía Rafa Benítez no tuvo buen fin por la negativa del jugador a probar suerte en la demarcación de delantero centro. Durante ese periodo se comprobó como Cristiano no desbordaba, no entraba en juego o no se asociaba, al solicitársele más hambre de gol a su mejor socio galo. En definitiva, nos encontramos ante la peor versión del luso desde que se hizo profesional. Semanas después, con Zidane tampoco la cosa ha mejorado. El nuevo técnico decidió liberarlo, devolverle la sonrisa al rostro, otorgarle galones de confianza, aquello que enterró con Benítez. Devolverlo al lugar de confort, junto a la recuperación del ánimo se consentían decisiones básicas para la recuperación del goleador. Y así lo intenta Zizou. El pretende que retorne el viaje de siempre.

Sin embargo, otras opiniones se han centrado en un estado físico decreciente. Se discute por qué debe jugarlo todo cuando ha perdido esa chispa que lo distinguía como el mejor del equipo. Se especula que el bajón viene motivado por un cambio en la preparación, incluso se llegó a publicar que ha desatendido esa dedicación permanente abusando de viajes casi diarios a otro continente. Los técnicos en la materia explican que ganar masa muscular en las extremidades superiores incide negativamente en la velocidad del desplazamiento. La ciencia explica que a mayor volumen muscular, menor nivel de precisión. Para muchos por aquí arranca la explicación más fidedigna: Cristiano ha ganado en músculo pero ha perdido en definición. Sea o no ésta la causa, el Real Madrid mantiene una honda preocupación por quien es su jugador franquicia. Sucede que en la entidad mascullaban la más que probable posibilidad de que el viaje del futbolista tocara a fin de destino.

El futuro del futbolista portugués sigue sin aclararse. En unos meses se ha transitado de los movimientos displicentes con el poder, los coqueteos televisados cuchicheando con el rival francés más las aberturas al recuerdo con sesiones fotográficas con quien es su ‘padre deportivo’, a potenciar el mensaje de que todo va a seguir igual. El cambio de discurso obedece a la amagada intención de que es el Real Madrid quien se plantea la venta del chico. A más negativa a salir, más dinero para la bolsa del jugador. Pura estrategia. Ese viaje a lo conocido o a lo desconocido todavía no se ha fraguado porque no resulta una operación sencilla, más cuando a su favor corre la sanción de la Fifa que impide, por ahora, fichar a la entidad. Con esa baza caminando en la misma dirección del futbolista, el club alimenta la opción de cambio para este verano, siempre que consiga la cautelar solicitada. Si le consienten fichar en el próximo mercado y no soluciona el futuro de Cristiano, el Real Madrid se encontrará durante 2017 frente a un precipicio crítico: contará con el luso afrontando el último año de contrato…y sin poder acceder al mercador para firmar al mejor recambio encontrado -Lewandowski-. Florentino se vería abocado a venderlo, sin sustituto, o a ofrecer una renovación ‘express’ al portugués. La ventaja de ser mano en la partida favorece al delantero, que ríe, habla y aguarda para ganarla…sin viajar a ninguna parte.

“Estoy contento porque empecé un poquito por debajo de mi nivel; tuve problemas personales a principio de temporada, pero ya estoy mejor”. Son palabras de Cristiano Ronaldo pronunciadas la noche del póker al Malmoe en la Liga de Campeones. Relajado por el éxito, se detiene a dialogar con la Prensa cuando le han rodado bien las cosas para ajusticiar al personal por las informaciones aireadas, reveló dos circunstancias anómalas: su bajo rendimiento en el arranque y las dificultades atravesadas al margen del fútbol. No es habitual tal transparencia en alguien que no observa fallo alguno en su trayectoria. Para quien presume de ser una máquina que todo lo hace bien, descubrirse débil no es parte del guión. Algo está cambiando. Cómo cambios se han producido en el hábitat del jugador. Sigue siendo uno de los grandes del balompié universal, pero esta temporada ha desaparecido de los partidos gordos y su voracidad de antaño sólo aparece ante enemigos menores, ante rivales de una enjundia con escaso vigor.

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