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El bikini de Cristiano Ronaldo o el reencuentro con el "falso" de Mourinho
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Antonio Sanz

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El bikini de Cristiano Ronaldo o el reencuentro con el "falso" de Mourinho

Zidane ha decidido velar por el interés general para tratar de salvar estos meses con la mejor posición en la Champions League, el único asidero al que agarrarse

Foto: Cristiano Ronaldo saluda a Mourinho tras ser sustituido durante un partido del Real Madrid. (Efe)
Cristiano Ronaldo saluda a Mourinho tras ser sustituido durante un partido del Real Madrid. (Efe)

Zidane tocó la corneta y mandó cerrar filas. Lo peor no acabó siendo ni la derrota ante el adversario de la misma ciudad ni la pobre imagen futbolística exhibida. El incendio posterior al derbi lo provocó la estrella del equipo. Sin ambages, volvió a hablar claro y en voz alta. Más allá del buen o mal entender de sus palabras, a nadie ha podido sorprender la egolatría que profesa Cristiano Ronaldo. Pero lo que también es una realidad es el estado bélico de la plantilla con el jefe de los servicios médicos ante la inquietante mirada del entrenador. Las diferencias no son de hoy, el reclamo es desde los tiempos de Ancelotti, pero el tumor no ha sido extirpado, ni siquiera socorrido. La plaga de lesiones es el verdadero dolor de cabeza de un vestuario que se sometió al silencio cuando el jugador franquicia de la entidad les explicó en medio minuto que una vez más la Prensa era la culpable de levantar la polvareda. Ni perdón ni gaitas. Como libre resultó el pensamiento individual de creerle o no creerle.

El entrenador del Real Madrid ha decidido velar por el interés general para tratar de salvar estos meses con el mejor posicionamiento en la Liga de Campeones, el único asidero al que agarrarse en el presente curso. De esta manera podría librarse una temporada tan quebrantada. El técnico, que mantiene un discurso afable dentro y fuera de la caseta, comienza a lidiar con alguna cara larga que ya transita por el camerino. Aún con la ‘L’ verde de principiante a la espalda, las buenas intenciones iniciales han dado paso al enfado y a la molestia de alguno, que se mantiene fuera de foco y con escasas expectativas de la que situación cambie. El paso de Zidane de ser colega a ser el jefe es el que debe digerir una plantilla que mastica la incontinencia de las lesiones. La solución a este proceso se alarga por la posición de poder del acusado galeno. Por eso el desmadre está servido y algunos futbolistas se saltan el régimen establecido atendiendo a otras opiniones médicas en consultas paralelas o poniéndose en las manos de antiguos empleados de quienes son conscientes que aceleran el buen tono de sus músculos. Un problema que permanece y al que Zidane no ha querido hincarle el diente.

Bozidar Maljkovic y las estadísticas

Cristiano Ronaldo vive al margen de este rosario de dolencias y penas. Portento físico, se siente dañado por las ausencias y señalado por las presencias. Tras la derrota inesperada ante el Atleti, decidió pararse y dar la cara para volver a ajusticiar al personal que tiene la suerte de vivir su historia contemporánea. Casi siempre son los mismos los elegidos: los medios de comunicación o el pasado con el rostro de Rafa Benítez. Esta vez, también le tocó a los servicios médicos tras sacar a pasear los logros estadísticos que le acompañan durante una campaña con demasiada niebla en el tránsito. Ya lo apuntó el entrenador serbio Bozidar Maljkovic. Esta eminencia del baloncesto aclaró en una frase registrada que “las estadísticas son como un bikini, dejan ver cosas, pero no lo más importante”. Y sí, Cristiano lleva muchos goles, casi todos de dios menor, pero se echa en falta la eficacia en las grandes citas -en este curso con la excepción de Roma-. La legión de defensores del portugués expone que goles son amores. Claro que sí. Pero las buenas razones se alcanzan en los partidos gruesos de la temporada. Y por ahí, el portugués no ha aparecido. Para el madridista, las estadísticas no engañan. Parafraseando a Maljkovic, no se le ha visto en lo importante.

Cristiano Ronaldo no ha engañado a nadie. En la zona mixta, tras regañar a los críticos y sacudir un día más a Benítez -“o mala suerte o mala preparación desde la pretemporada”- como causa de tanta baja, lanzó la frase que hizo trabajar a su asesor deportivo. Éste, tras conocer el ruido de “si todos estuviesen a mi nivel, estaríamos primeros”, puso en marcha la aclaración comunicando con los dos periódicos deportivos nacionales. Había que echar arena al fuego tras la interpretación general y rescataba un matiz como asa: todo se debe a lo físico. Se buscaba librar la cara a quien se había saltado el código de respeto del vestuario. Por eso, no le quedó más remedio que aclarar la frase a los compañeros. Eso sí, desde el pedestal, mirando por encima a todos. No pidió perdón ni obtuvo respuesta, quiso disipar su error mencionando que jamás había faltado el respeto a nadie. Pero el tono quedó frío, distante, con excesiva lejanía entre la estrella y gran parte de los humanos que tienen la inmensa fortuna de compartir camerino con él. Quien se sintió molesto, optó por callarse en lugar de reprochar. Quien le creyó tampoco reafirmó el mensaje. El rondo se deshizo en un minuto. Sobraban más palabras. Antes ya le habían escuchado que las comidas y el buen rollo no suman en el terreno de juego, mientras algunos recordaban que se habían quedado sin invitación en aquel cumpleaños que también sacudió a la misma habitación.

París y Manchester, las opciones clarividentes

El Real Madrid, si se mantiene la sanción de no poder fichar durante el año 2017, se va a encontrar con un problema con Cristiano Ronaldo. El portugués acaba contrato un año después. Es decir, si en verano no lo vende, la entidad se verá abocada a tomar la decisión de renovarlo si no quiere que se despida sin dejar un euro en la caja… salvo que asuma el riesgo de venderlo durante el tiempo que no pueda adquirir sustituto. La cuestión es si Cristiano se está preparando o no su salida del club. Al finalizar este curso cumplirá siete temporadas en la casa. Antes de acabar en alguna competición norteamericana donde parece que echará el ancla a su brillantísima carrera deportiva, podría dar un paso previo. Las dos opciones más clarividentes son París y Manchester. La liga francesa sería un buen receso, pero su gen competitivo le hace dudar. Convertirse en el hijo pródigo de Old Trafford le seduce mucho más. Si bien, se encuentra un freno: todo apunta a que será Mourinho el futuro entrenador. Sí, el mismo al que califica de “falso” en su círculo más cercano. Los esfuerzos del asesor deportivo de ambos para acercar posturas no han dado resultado. Sin embargo, queda una carta marcada. Cristiano quiere ser actor o al menos hacer una incursión en la industria del cine. Pues si finalmente coinciden en el Manchester United, tendrá la oportunidad de preparar una actuación que seguro resultará inolvidable.

Zidane tocó la corneta y mandó cerrar filas. Lo peor no acabó siendo ni la derrota ante el adversario de la misma ciudad ni la pobre imagen futbolística exhibida. El incendio posterior al derbi lo provocó la estrella del equipo. Sin ambages, volvió a hablar claro y en voz alta. Más allá del buen o mal entender de sus palabras, a nadie ha podido sorprender la egolatría que profesa Cristiano Ronaldo. Pero lo que también es una realidad es el estado bélico de la plantilla con el jefe de los servicios médicos ante la inquietante mirada del entrenador. Las diferencias no son de hoy, el reclamo es desde los tiempos de Ancelotti, pero el tumor no ha sido extirpado, ni siquiera socorrido. La plaga de lesiones es el verdadero dolor de cabeza de un vestuario que se sometió al silencio cuando el jugador franquicia de la entidad les explicó en medio minuto que una vez más la Prensa era la culpable de levantar la polvareda. Ni perdón ni gaitas. Como libre resultó el pensamiento individual de creerle o no creerle.

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