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El escapista Rakitic, el hombre que negó dos veces al Atlético de Miguel Ángel Gil
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Antonio Sanz

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El escapista Rakitic, el hombre que negó dos veces al Atlético de Miguel Ángel Gil

Hasta en dos ocasiones se le ha contactado y creído que estaba fichado. Pero al final, por unas u otras razones, el croata siempre ha tomado un rumbo diferente al del Manzanares

Foto: Rakitic celebra el gol que le marcó al Atlético en el Camp Nou. (EFE)
Rakitic celebra el gol que le marcó al Atlético en el Camp Nou. (EFE)

“Se han escapado vivos”, se rumiaba por alguna que otra esquina de la caseta del Atleti. La oportunidad perdida -ganar en el Camp Nou es considerado siempre un golpe de efecto- se lamentaba, más allá de comprender que igualar ante el FC Barcelona en su estadio es objetivamente un buen logro. Pero a la parroquia atlética le supo a poco. Quizá porque olieron la sangre y no remataron la pieza. Quizá porque la ocasión lo merecía tras observar como el rival se lamía las heridas tras perder consecutivamente a Busquets y después a Messi, provocando en el ambiente un momentáneo estado de shock. Quizá porque la valiente decisión técnica de introducir dos atacantes invitaba a revertir el marcador. Quizá porque el empate parecía dar alas al equipo. Quizá porque el Barça gritaba auxilio ante tanta desgracia…

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Sin embargo, cuando se mascaba el éxito la ofensiva se detuvo en parcial. Volvieron a replegar líneas y Simeone pensó que mejor un punto que ninguno. El cambio de Thomas con mensaje de amarre dejó la cosa en tablas. Sí, porque antes un perseguido por la causa había roto el 0-0. Hasta en dos ocasiones se le ha contactado y creído que estaba fichado. Pero al final, por unas u otras razones, siempre ha tomado un rumbo diferente al del Manzanares. Ivan Rakitic es el hombre que ha negado dos veces al Atleti de Miguel Ángel Gil. Y como suele suceder, dejó su sello para recordar a todos que efectivamente hubiera sido un acierto la contratación. El mediocentro balcánico cabeceó irrumpiendo desde segunda línea para adelantar al Barça. Luego llegaría el empate de Correa y la capitulación rojiblanca. Pero en la memoria de la propiedad no se olvida que ese rubio menudo estuvo bien cerca de vestir de rojiblanco hasta en dos ocasiones.

Nos vamos a los primeros meses de 2014. En Barcelona, Andoni Zubizarreta trabajaba en la elaboración de la plantilla, que confeccionaba con máxima discreción. En Sevilla, se olían que tantas largas a la renovación traerían consecuencias de salida por más que el chico prometiera continuidad en el despacho presidencial de Castro. En el Calderón caminaban hacia la Liga, al tiempo que defendían con entusiasmo que la pieza parecía cazada. El protagonista, hermético, callaba. El hermano del futbolista, también en funciones de asesor deportivo, escuchaba a todos y alimentaba las esperanzas de quien preguntaba. En este laberinto, nadie estaba tranquilo porque ni en el Pizjuán confiaban en que podrían servir los 40 millones de euros que fijaban la protección frente a terceros. Sobre todo por la vigencia de un año de contrato y en Nervión recordaban como aterrizó el chico en su casa.

Rakitic es un experto en expirar contratos. Todo un escapista. Hijo de emigrantes, padre croata y madre serbia, nació en Suiza en un cantón que hace frontera con el sur de Alemania, próximo a la ciudad de Basilea, donde arrancó su carrera deportiva. Desde allí dio el salto a la Bundesliga para destacar en el Schalke, a quien forzó para ser traspasado en enero de 2011. Transitaba el mercado de invierno y seis meses después quedaba libre. Monchi aceleró los tiempos al recibir el chivatazo de que el chico esperaba al Atleti y concretó la operación con los alemanes. El club hispalense pagó millón y medio de euros y firmó al jugador. Ivan contaba con 22 años. Aterrizó a la sombra de Medel, el chileno que era el refuerzo extra para la plantilla. Tres años y medio después, el Sevilla FC recibió el mismo pago. Acabó el curso sin poder renovarlo penetrando en el último año de contrato. Sin embargo, no quisieron esperar seis meses más como hizo el Schalke. Acabó por concretar con el Barça una operación que rondó los 25 millones de euros, lejos de la cláusula, pero un gran botín si recordamos lo que se pagó por él.

El Atleti volvió a ver pasar el tren desde el andén. En la primera ocasión, los contactos con Rakitic conducían a firmarlo libre esperando a la finalización del contrato con el Schalke, que decidió aprovechar la intromisión del Sevilla para dejar desconcertados a los rojiblancos. Estos creían contar con el consentimiento del jugador, pero en unas horas frenéticas, el club alemán forzó al chico al traspaso, éste no quiso quedar peor y la entidad madrileña observó perpleja el cambio de destino sin poder alguno de reacción. En la segunda ocasión, el Barça buscaba un recambio para Fábregas. El elegido era el rojiblanco Koke, pero Simeone solicitó todos los esfuerzos posibles para retenerlo. A la propiedad rojiblanca le había llegado que el hermano Dejan negociaba con Zubizarreta, en un movimiento paralelo al que hacía en el Calderón. Gil Marín optó por pájaro en mano amarrando al canterano. El deseo oculto de Ivan completó la transacción: quería jugar en Barcelona.

El escapismo de Rakitic sentó muy mal a la dirigencia del Sevilla FC, que no recordó en ningún momento cómo adquirió al futbolista. El disgusto llegó a tal punto que el croata no apareció en ningún retrato de la celebración del título de la Europa League que publicó la revista oficial de la entidad. Mientras, el Atleti forzó para contar con sus servicios como jugador libre en dos ocasiones, si bien en la última sí estaban dispuestos a pagar por el traspaso, aunque en cantidades lejanas a lo que finalmente desembolsó el Barça. Ivan acaba contrato en 2019, pero hace unos meses anunció públicamente que empezaba a negociar la ampliación. Si acaba esta temporada y no se proclama el acuerdo, nos aproximaremos a otra función de escape de todo un especialista. Difícil creer en una tercera y que ésta tenga éxito para el Atleti.

“Se han escapado vivos”, se rumiaba por alguna que otra esquina de la caseta del Atleti. La oportunidad perdida -ganar en el Camp Nou es considerado siempre un golpe de efecto- se lamentaba, más allá de comprender que igualar ante el FC Barcelona en su estadio es objetivamente un buen logro. Pero a la parroquia atlética le supo a poco. Quizá porque olieron la sangre y no remataron la pieza. Quizá porque la ocasión lo merecía tras observar como el rival se lamía las heridas tras perder consecutivamente a Busquets y después a Messi, provocando en el ambiente un momentáneo estado de shock. Quizá porque la valiente decisión técnica de introducir dos atacantes invitaba a revertir el marcador. Quizá porque el empate parecía dar alas al equipo. Quizá porque el Barça gritaba auxilio ante tanta desgracia…

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