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Ser el protegido de Florentino no debe condicionar más a Bale
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Ser el protegido de Florentino no debe condicionar más a Bale

El galés ha demostrado que de chico ostentoso del presidente, nada de nada. Ni con el tobillo luxado que le tendrá unas semanas fuera aumentará ya ese relato

Foto: Bale, en el momento de caer lesionado en el partido ante el Sporting de Portugal. (REUTERS)
Bale, en el momento de caer lesionado en el partido ante el Sporting de Portugal. (REUTERS)

En una acción que casi pasa inadvertida, en una jugada sin aparente trastorno físico, Gareth Bale ha sufrido un daño en el tobillo derecho diagnosticado como luxación traumática de los tendones peroneos, que le conduce irremediablemente al quirófano. La sesión clínica de debate interno para evitar o no la cirugía ha concluido tomando cuerpo la parte médica que apostaba por ser menos conservadora. Pero en esencia, la lesión tiene mala pinta. Ahora resta saber el tiempo de recuperación que debe afrontar el jugador. Estos periodos se pregonan con alfileres fundamentalmente para no errar en el tiempo evolutivo, no crear falsas esperanzas con la reaparición y salvaguardar el espíritu clínico del paciente. Para algunos sanitarios que se han atrevido a pronunciarse sobre esta dolencia tipo, el tiempo de ausencia se mide en doce semanas. Así que Bale se prepara para el amargo partido que le toca jugar. Precisamente ahora que el galés atravesaba por el mejor momento desde que se viste de madridista.

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Todo eran buenas noticias para Gareth en este arranque de año. Para empezar, el rendimiento, acorde con las expectativas del fichaje. Para continuar, el reconocimiento general de la afición que mantiene con firmeza que se encuentra ante el jugador con más presente y más futuro de la plantilla. Para finalizar, la gratitud presidencial en forma de renovación. Se habla de una sustancial mejora económica situándose en el escalón inmediatamente posterior al de Cristiano Ronaldo, quien fue el primero en cerrar su particular acuerdo para marcar el techo de gasto al resto de los que posteriormente han ido transitando por el diván del presidente. El compromiso de Florentino con una de sus más firmes apuestas es rotundo. Por eso, el dirigente quiere agradecer al delantero galés la lealtad demostrada al proyecto. El jugador, y sólo él, es clave en mantenerse sin ambages en la plantilla del Real Madrid.

Lejos quedan los tiempos de dificultad, de sentirse solo y aislado. Aquel primer año de Gareth en Madrid supuso un verdadero calvario. Sólo sonreía cuando podía escaparse a jugar al golf, su válvula de escape. Afortunadamente, la climatología es bien diferente a la del Reino Unido, circunstancia que posibilitaba que las escapadas fueran casi permanentes. Sobre otro césped se sentía mucho más dichoso. Dentro de la caseta, la dificultad del idioma lo separaba sobremanera por su carácter introvertido que sólo aumentaba la distancia con el grupo. No existía malos rollos, simplemente no crecía la convivencia. Eran días duros y largos en el camerino. El refugio familiar era un pequeño oasis en una campaña que acabó salpicada por dos títulos, uno de ellos la Liga de Campeones en Lisboa. Después de aquel curso, a Bale le entraron más ganas de seguir en el Real Madrid. Había masticado la grandeza de la institución. El resumen era claro: fichó para acumular trofeos y en un año irregular había levantado dos. Además, el viejo deseo de alcanzar la Copa de Europa lo tenía cautivado… más allá de su protagonismo goleador en la prórroga.

Bale era consciente de la dificultad que supone para un británico destacar fuera de la isla. Y se lo tomó como un reto personal. Por eso, cuando le informaron que podía regresar a la Premier no quiso ni escuchar. Y la situación se ha repetido durante los dos últimos veranos. Gareth decidió crecer ante la dificultad y no rendirse. Optó por madurar en silencio, por crecer bajo un perfil bajo, por alimentarse bajo una actitud de superación, por alejarse de la creciente figura que se diseña desde las oficinas de Concha Espina. Por eso, rechazó en dos ocasiones la posibilidad de regresar a Inglaterra. El Manchester United lo intentó primero en el verano de 2015. Sobre él buscaba reconstruir un proyecto dubitativo desde que Sir Alex Ferguson abandonó el banquillo. Los ingleses apostaron fuerte y prometieron una cuantiosa comisión al asesor deportivo del galés. Era un magnífico cebo para quien debía convencer al chico. Sin embargo, no hubo ni esfuerzo ni desembolso porque el delantero no se dejó tentar. En ese tiempo, además, ya había recibido la visita del que sería el nuevo entrenador. Rafa Benítez acudió a conversar con él para explicarle los trazos de su proyecto. Al galés le seguía chirriando no ubicarse en su demarcación natural, dónde considera que puede ser mucho más útil al equipo. Pero aquella decisión de Ancelotti de colocarlo en la banda derecha para no invadir la franja de comodidad de Ronaldo tampoco lo iba a alejar del Real Madrid.

Foto: Bale anotó un doblete (Reuters).
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Y el Manchester United volvió un año después. Cuando Sir Alex se dio cuenta de que el regreso del hijo pródigo portugués no era posible, la dirigencia retomó las opciones de Bale. Pero el chico había iniciado ya las conversaciones con Florentino Pérez para continuar ligado al club hasta junio de 2022. Le había sacado brillo al gusto por destacar aquí porque el Real Madrid se encuentra a la altura de todas sus ambiciones. Gareth ha llegado a reconocer públicamente que en estos tres años le ha cambiado la vida. Y tanto, ya intenta alguna frase en castellano, ya se relaciona más con los compañeros, ya se ha ambientado a la ciudad y hasta ya no acude solo a jugar al golf. Siempre se le mirará como un protegido del presidente, pero esta etiqueta no es cuestión suya. Bale se convirtió en un icono de la Premier y del fútbol británico y esa fue la decisión por la que se llegó al centenar de millones de euros para completar la transacción. Pero ser favorito de Florentino no le debe condicionar más, especialmente si mantiene el fútbol con juego y goles que ha mostrado hasta la reciente lesión de Lisboa. Qué curioso, en la capital lusa tocó la gloria con el equipo. Y en la misma ciudad se ha encontrado con un corte en su progresión. Eso sí, Gareth ha demostrado que de chico ostentoso del presidente, nada de nada. Ni con el tobillo luxado aumentará ya ese relato.

En una acción que casi pasa inadvertida, en una jugada sin aparente trastorno físico, Gareth Bale ha sufrido un daño en el tobillo derecho diagnosticado como luxación traumática de los tendones peroneos, que le conduce irremediablemente al quirófano. La sesión clínica de debate interno para evitar o no la cirugía ha concluido tomando cuerpo la parte médica que apostaba por ser menos conservadora. Pero en esencia, la lesión tiene mala pinta. Ahora resta saber el tiempo de recuperación que debe afrontar el jugador. Estos periodos se pregonan con alfileres fundamentalmente para no errar en el tiempo evolutivo, no crear falsas esperanzas con la reaparición y salvaguardar el espíritu clínico del paciente. Para algunos sanitarios que se han atrevido a pronunciarse sobre esta dolencia tipo, el tiempo de ausencia se mide en doce semanas. Así que Bale se prepara para el amargo partido que le toca jugar. Precisamente ahora que el galés atravesaba por el mejor momento desde que se viste de madridista.

Gareth Bale Zinédine Zidane