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PSG: Messi y Neymar o cómo engordar la hacienda del Barça
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Antonio Sanz

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PSG: Messi y Neymar o cómo engordar la hacienda del Barça

El catarí Nasser Al-Khelaif aterrizó en París en 2011 y desde entonces ha cortejado a los mejores. Lo intentó con Cristiano Ronaldo, siguió con Neymar y ahora sondea a Messi

Foto: Neymar y Messi, durante un partido con el Barça (EFE)
Neymar y Messi, durante un partido con el Barça (EFE)

No falló la predicción de Luis Enrique. El entrenador del FC Barcelona tiró de ironía antes de celebrarse el sorteo de octavos de final de la Liga de Campeones. Sonriendo, pero con gesto adusto, el técnico advirtió de que volvería a pasar lo de siempre: “Ya estamos acostumbrados a los sorteos explosivos. No espero ninguna sorpresa, nos tocará el rival más difícil o el que más puntos haya sumado en los grupos. Si no, ya veréis. Cero sorpresas”. Y cero sorpresas. Las opciones en la chanza del asturiano pasaban por el Bayern de Múnich o el París Saint Germain. Se libraron de los alemanes para encadenarse a los galos. Las bolitas volvieron a señalar a un Barça que ha sufrido en los últimos meses el acoso del PSG al margen de lo puramente deportivo. Los petrodólares tentaron, y de qué manera, a Neymar y a su padre, y ahora han deslizado también sus adineradas garras sobre el patrón de Messi. Con dinero todo es posible. Tanto que presentan batalla al todopoderoso propietario del Camp Nou.

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La salida de Ibrahimovic, forzada por su intención de jugar algún día en la Premier, abrió un abanico de opciones para encontrar el mejor sustituto. La eterna ambición del propietario catarí pasa por aposentarse algún día en lo más alto de Europa. Y por eso persigue con billetera en mano a los futbolistas más poderosos, aquellos que le ayuden a tocar el cielo. Nasser Al-Khelaifi aterrizó en París en 2011 y desde entonces ha cortejado a los mejores. Lo intentó con Cristiano Ronaldo, siguió con Neymar y ahora sondea a Messi. Todo es posible si alguno se deja vencer por la tentación del dinero. El proyecto deportivo pasa por un campeonato doméstico alejado de la grandeza de otros torneos, pero con opción de sumar títulos locales que provoquen el asalto definitivo a la Liga de Campeones, verdadera obsesión del ansioso dueño. Y hasta que no alcance su particular grial, no va a parar.

Foto: Neymar celebra un gol con el Barça. (Reuters) Opinión

A Nasser no le preocupa las veces que le dicen que no. El aspira a poseer lo que otros tienen. Del mismo modo no le tiembla el pulso para derribar aquello que no funciona como desea. El pasado mes de mayo decidió dar un golpe de timón a la entidad. Entendió como amortizado el tiempo de Blanc y se lanzó a por el Cholo Simeone, tras ponerse éste en el mercado tras la derrota de Milán. Lo intentó. No salió, pero sin marcha atrás terminó arrebatándole el entrenador al Sevilla FC. Levantar el segundo trofeo europeo le resultó suficiente al opulento propietario. Mientras tanto, peinaba el mercado para convencer al crack de turno y reemplazar a Ibrahimovic, quien no fue capaz de darle el éxito prometido. Descartado Cristiano Ronaldo tras ampliar contrato con el Real Madrid, emprendió la caza de Neymar. Y aquí, el jeque se cayó en la última curva de la carrera. Precisamente, cuando al brasileño le dio vértigo alejarse de la alargada sombra de Messi.

El papel de Wagner Ribeiro

Los más próximos a Neymar siempre le recalcan que sólo cuando abandone el ala protectora del argentino será cuando verdaderamente aspire a ser coronado como el mejor del mundo. El PSG le ofrecía, además del papel de único protagonista, la influencia que supone vivir en la misma ciudad que la publicación periodística que otorga el premio individual que persiguen los grandes: el Balón de Oro. La estrategia trazada por los franceses perseguía contentar deportiva y, por supuesto, económicamente al brasileño… especialmente también al padre del jugador, a quien consideraban más permeable en este aspecto de la negociación. El movimiento se encauzó a través de Wagner Ribeiro, colaborador en funciones de asesoramiento del papá. Este hombre es quien aconseja a Lucas Moura, jugador del PSG. Por tanto, con entrada directa al club. Y es por aquí por donde arrancó el cortejo. El resto lo contó sin tapujos en la televisiva 'ESPN'. Ribeiro cantó el plan como si hubiera sido detenido: se pagaría al Barça los 190 millones de euros de cláusula de rescisión y el jugador percibiría 200 millones de euros netos en cinco años, pasando a ser el futbolista mejor pagado del planeta. Además, lo agasajaba con un avión privado y con un porcentaje en una cadena hotelera de próxima construcción y que llevaría Neymar como nombre comercial. Por último, Nasser Al-Khelaifi descartó cualquier conflicto de futuro con la Hacienda gala. Todo esto soltó el amigo Riberio en un medio de comunicación saltándose el carácter confidencial de la negociación.

¿Fabula o realidad? La resultante es que en su ideario de dos reuniones entre las partes, en Ibiza y en Sao Paulo, no se alcanzó acuerdo alguno. El brasileño no cayó en la tentación, no se dejó convencer y optó por la felicidad que le aporta jugar en el Barça antes que asumir el riesgo de la aventura francesa. Papá Neymar y Ribeiro se quedaron con la miel en los labios sin poder acercarse a la cuantiosa comisión. La cuestión es que el PSG consiguió que el FC Barcelona crezca hasta salarios desorbitados y aumente considerablemente la parrilla de gastos. Josep Maria Bartomeu se tuvo que rascar el bolsillo para anunciar que Neymar continuaba en el club hasta el 30 de junio de 2021. Según fuentes de la negociación, el acuerdo se alcanzó el 1 de julio, es decir, un mes después del pavoneo con el París Saint-Germain. Las mismas fuentes apuntan a que el chico percibirá durante este periodo 100 millones de euros netos, exactamente la mitad de lo que podría haber recibido en París.

Foto: Messi y Sampaoli se saludan antes del Sevilla-Barcelona en el Pizjuán. (Reuters) Opinión

Si sudó Bartomeu con lo de Neymar, qué decir ahora que afronta la renovación de Messi. Qué curioso que otro medio de comunicación parisino, 'RTL', asegurase que Jorge Messi, el papá de Leo, habría tonteado con el club de Nasser. Rápidamente, un exjugador de la casa y hoy en la entidad gala, Patrick Kluivert, salió a desmentirlo. ¿Fábula o realidad? La cuestión es que la sombra del PSG se vuelve a cruzar y no sólo sobre el césped. La amenaza del petrodólar provoca que la hacienda del club se dispare sin dolor e incremente hasta cifras delirantes los salarios del vestuario. Nadie se atreve a detener el crecimiento salarial porque supondría dejar escapar a las estrellas. Es lo que tiene contar con los mejores. Tanto que implica recibir el acoso de los que cuentan con dinero por castigo.

No falló la predicción de Luis Enrique. El entrenador del FC Barcelona tiró de ironía antes de celebrarse el sorteo de octavos de final de la Liga de Campeones. Sonriendo, pero con gesto adusto, el técnico advirtió de que volvería a pasar lo de siempre: “Ya estamos acostumbrados a los sorteos explosivos. No espero ninguna sorpresa, nos tocará el rival más difícil o el que más puntos haya sumado en los grupos. Si no, ya veréis. Cero sorpresas”. Y cero sorpresas. Las opciones en la chanza del asturiano pasaban por el Bayern de Múnich o el París Saint Germain. Se libraron de los alemanes para encadenarse a los galos. Las bolitas volvieron a señalar a un Barça que ha sufrido en los últimos meses el acoso del PSG al margen de lo puramente deportivo. Los petrodólares tentaron, y de qué manera, a Neymar y a su padre, y ahora han deslizado también sus adineradas garras sobre el patrón de Messi. Con dinero todo es posible. Tanto que presentan batalla al todopoderoso propietario del Camp Nou.

Caso Neymar Leo Messi Neymar