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Antonio Sanz

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Zidane se divorcia de Florentino

El técnico sorprendió con unas declaraciones antes del derbi en las que decía no saber qué le deparará el futuro. Tiene contrato, pero el francés sabe que solo la victoria asegura seguir en el Madrid

Foto: Florentino Pérez y Zidane. (Imagen: Enrique Villarino)
Florentino Pérez y Zidane. (Imagen: Enrique Villarino)

El maestro y el alumno cara a cara con ciento ochenta minutos de desenfreno. En el primer envite, el Bayern sucumbió ante el Real Madrid tras fallar un penalti y quedarse con diez jugadores. Resta la vuelta, donde todo es posible, tal y como dictamina la historia entre estos dos colosos del fútbol mundial. De momento, queda el recuerdo de dos grandes que lo fueron como jugadores y repiten como técnicos. Ancelotti, que permitió el ingreso de Zidane en su cuerpo técnico, salió del club blanco por la falta de títulos y porque el equipo necesitaba un impulso, así lo explicó Florentino Pérez. Un tiempo después, le salió bien el cambio del galo por Benítez, el elegido para meter en cintura a determinados jugadores de aquella plantilla. Pero aquello ya queda lejos. Más cerca, y atemperado todo tras la magnífica victoria en Múnich, aún retumban las últimas advertencias de Zidane a la dirigencia. El francés se mostró ambiguo, no perdió la sonrisa, pero dejó una perla antes de empatar en el derbi. El entrenador sentenció con un aviso al capitán del barco. Vino a decir que no tiene apego al banquillo, que es hombre de futbol y que conoce lo que pasa si no se levantan trofeos. Sin duda, recordaba lo que en su día vivió el maestro.

Zidane arrancó su idilio con Florentino Pérez y el club blanco en una cena y gracias a una servilleta. La frase escrita en francés se incluía en la pieza de tela. El mensaje era concreto: “¿Quieres jugar en el Real Madrid?”. Zizou, ruborizado, miró al dirigente y respondió con un escueto: “Yes!”. Más tarde, el técnico admitiría que ese resultó ser uno de los días más felices de su vida. Hoy, la realidad transita con más complicaciones. La responsabilidad de ganar o ganar la lleva encima cualquiera que haya contado con la oportunidad de sentarse en el banquillo merengue. Y Zidane es consciente de esta obligación. Pero, ¿por qué un hombre tan templado, tan seguro de sí mismo, capaz de frenar cualquier conflicto que erosione al grupo se permite saltarse sus propias reglas? A nadie dejó tranquilo, por inesperada, la reflexión pública del técnico: “lo que pase después del final de temporada no lo sé”. El relato se completó admitiendo que no trabaja en nada del siguiente curso salvo prepararse “para todo”.

Foto: Marcos Llorente, en un partido de esta temporada. (EFE) Opinión

La perplejidad dejó al madridismo confuso. Nadie se esperaba estas palabras de Zidane en un momento tan crucial del curso. Y más, cuando el interesado nunca había dado síntomas de divergencia con el poder. Rápidamente, la propaganda madridista saltó al ruedo para dejar claro que no existía ni distanciamiento ni diferencias entre el presidente y el técnico. ¡Qué llamativo! Pero con contrato en vigor nadie se expone en el precipicio ni nadie se acerca al patíbulo sin una causa. La máxima del fútbol dice que los resultados son los únicos que mandan y es, por supuesto, administrable a Zidane. Pero, ¿por qué se la aplica él mismo? ¿Y ahora? Es cierto que el vértigo de penetrar en el tiempo clave de la temporada puede entenderse como lo de ponerse la venda antes de sangrar por la herida. Es cierto también que el propio entrenador galo admite que sólo ganar te aplica el principio de continuidad en el cargo. Y es que este banquillo desgasta una barbaridad y Zizou comienza ya a sufrir las primeras secuelas.

placeholder Zidane marcó en Glasgow el gol que significó la novena Copa de Europa para el Real Madrid. (Real Madrid)
Zidane marcó en Glasgow el gol que significó la novena Copa de Europa para el Real Madrid. (Real Madrid)

"Una historia de amor bonita y eterna"

Florentino Pérez es consciente de lo mucho que Zizou ha aportado a la entidad que él maneja. Además, el idilio, que arrancó con el viaje de aquella servilleta, ha provocado que el dirigente presuma de relación, a la que llegó a calificar de “historia de amor, bonita y eterna”. El cambio de ruta logrado por el francés es más que reconocido por la presidencia, si bien, existen algunas connotaciones que provocan sobresaltos, salvables, pero sobresaltos al fin y al cabo. Vamos que no es todo tan poético. El mandamás, como cualquier aficionado de a pie, mantiene sus criterios jugando a pequeño o gran alineador. Con este traje discute para sí y su entorno más cercano algunas de las decisiones deportivas que toma el entrenador (este es un mal de la dirigencia del que casi ningún técnico se libra). Algunos de estos comentarios también han llegado a Zidane, quien no pierde la calma, no borra la sonrisa, pero apunta. Por ahí, parte de la advertencia lanzada en la previa del derbi.

Lo que termine pasando contra el Bayern, lo que acabe sucediendo en el clásico, que puede prender o no la Liga, serán seguro buena parte de los condimentos que aderecen el futuro de Zidane en el Real Madrid. Las diferencias o las críticas que recibe el galo son asumidas con naturalidad. Él más que nadie es consciente de lo que representa el cargo que ostenta. Por eso, no le aturde ni le abruma que le digan que si Florentino confía menos en Keylor y más en James Rodríguez, o si Morata debía contar con más protagonismo, o que si la ‘BBC’ es o no incontestable para pasar algún tramo más de curso en el banquillo. Más allá de estas consideraciones deportivas, lo único seguro es que el presidente del Real Madrid no esperaba el aldabonazo del entrenador. ¿Poner en riesgo su continuidad? ¿Con qué objeto? Florentino no logra entender el motivo. Para él, este tipo de manifestaciones no deben producirse porque es la mejor manera de agitar las especulaciones de los críticos. Pero Zizou, que tiene una personalidad bien definida y cuenta con su propio código, considera que a veces toca divorciarse del mandamás. Es más, no va a sentir ni le va a producir urticaria alguna. Eso también lo aprendió al lado de Ancelotti.

El maestro y el alumno cara a cara con ciento ochenta minutos de desenfreno. En el primer envite, el Bayern sucumbió ante el Real Madrid tras fallar un penalti y quedarse con diez jugadores. Resta la vuelta, donde todo es posible, tal y como dictamina la historia entre estos dos colosos del fútbol mundial. De momento, queda el recuerdo de dos grandes que lo fueron como jugadores y repiten como técnicos. Ancelotti, que permitió el ingreso de Zidane en su cuerpo técnico, salió del club blanco por la falta de títulos y porque el equipo necesitaba un impulso, así lo explicó Florentino Pérez. Un tiempo después, le salió bien el cambio del galo por Benítez, el elegido para meter en cintura a determinados jugadores de aquella plantilla. Pero aquello ya queda lejos. Más cerca, y atemperado todo tras la magnífica victoria en Múnich, aún retumban las últimas advertencias de Zidane a la dirigencia. El francés se mostró ambiguo, no perdió la sonrisa, pero dejó una perla antes de empatar en el derbi. El entrenador sentenció con un aviso al capitán del barco. Vino a decir que no tiene apego al banquillo, que es hombre de futbol y que conoce lo que pasa si no se levantan trofeos. Sin duda, recordaba lo que en su día vivió el maestro.

Zinédine Zidane Florentino Pérez