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Zidane y su traición: Isco o Bale
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Antonio Sanz

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Zidane y su traición: Isco o Bale

Zidane no ha cerrado la puerta de la rumorología sobre quién será el titular para la final de la Champions en Cardiff: ¿Bale o Isco? Dijo que siempre jugarían los mejores...

Foto: Isco y Bale en el Benito Villamarín. (EFE)
Isco y Bale en el Benito Villamarín. (EFE)

Zidane fue un día hincha de la Juve, en algún momento de su juventud también reconoció seguir al Barça y quizá se sintió próximo, sin saberlo, al Real Madrid antes de que Florentino le pasara la servilleta en 2001. Da igual. No hay bandera y queda poca patria cuando aparece cualquier intruso que acomete a favor de sus colores. Vivimos una época dónde únicamente ganar permite medir quién se siente más cercano al sentimiento. Para algunos seguidores levantar el trofeo condiciona para oprimir y presumir. Para otros ilusos, a los que les regatea el éxito, toca revolotear con la derrota agarrándose a otros principios. Para Zinedine, el tiempo lo direccionó hacia el mejor destino. Hoy se confiesa portador de ADN madridista. Es el club de mi vida”, recalca con orgullo. Aquellos sentimientos primarios han sido desterrados. Y lo cita con naturalidad. Como todo en el entrenador del Real Madrid, el mismo que se manifiesta con un comportamiento afable, conforme, chistoso, distante, espontáneo, sin alejarse de la realidad que supone la segunda final de Champions en dos años desde que reemplazó a Benítez en el banquillo. Dos de dos. Una ganada y otra… ya veremos. En contra, un calor que lo arropó durante cinco años. Sí, Zidane también fue de la Juventus.

El Real Madrid rompió un maleficio que perduraba un porrón de años. Desde ni se recordaba, los hinchas sentían orfandad de la que resultaba la competición. Sumaban más de treinta años cuando un poco conocido Zidane les apremió en Amsterdam para acabar capitulando frente a la que acabó siendo la séptima Copa de Europa de la entidad. El galo había perdido dos títulos en dos años, algo impensable en el recorrido del gran coloso italiano. Por eso, cuando Florentino Pérez le traspasó la pieza de tela no dudó en apostar por el cambio. Esta vez, la buena suerte lo ha terminado acompañando. No suspendió ningún debate más. Sin alterar los biorritmos resultó un héroe en tiempo de guerra. Lejos quedaban los momentos donde la admiración por Francescoli o el acercamiento al bádminton lo alejaban de la ciudad natal para recalar en Cannes. Zizou se sometió a la disciplina del gran jugador. Muchos años después, en el filial de la entidad blanca, buscó el galón del buen entrenador. Se encontró, y aprovechó el fracaso de Benítez. En dieciocho meses ha progresado lo suficiente como para no bajarse del pedestal.

¿Arrinconar a Bale en un partido estrella?

Se puede considerar que el entrenador galo afronta una reválida si gana o pierde, pese a la hoja de servicio que lo acompaña. Es veraz que afronta un problema sin ambages. Se trata de rebajar al banquillo a una de las estrellas del presidente, a uno de los protegidos. Pero el técnico, que aplica la normalidad como primer mandamiento, se siente capaz de sonreír ante la dificultad. ¿Por qué? La decisión lo aclimata frente al extraño episodio que supone arrinconar a Bale ante un partido estrella, dónde tantas veces presumió de blanco. Zidane, como referencia que fue, no duda: pondrá a los mejores. Aunque esta vez, la afirmación del delantero británico, al reconocer no sentirse a tope, le ha relajado. Eso sí, debe trabajar para convencer a la opinión pública, despejar a los pretorianos de Isco y tomar la determinación de apostar por la fantasía frente a la velocidad. Algunas directrices admiten que quizá el galés, que se posiciona sin confianza, sería más aprovechable en el territorio definitivo del partido.

En una zona residencial del noroeste de Cardiff, en Whitchurch, en el País de Gales del Reino Unido, se refugia la familia Bale. El coro ‘anti Bale’ se pregunta si existiría tanta condescendencia con Isco si la final se hubiera jugado en La Rosaleda de Málaga.

“Si tengo que salir desde el banquillo...”

Pero el debate de la titularidad sigue abierto porque así lo ha querido Zidane. Frente a esta patente, la realidad es que el partido definitivo se acoge en la patria de un jugador controvertido para el madridismo. Con apariciones de buen gusto capaces de liderar desde los extremos, con fracasos fugaces, con lesiones amenazantes, con recorridos faltos de sazón, Bale no ha conseguido explotar la confianza que le han depositado desde su llegada como icono de la Premier. En las horas previas se ha significado con extraña prudencia oliéndose el descarte: “Todavía no estoy al 100%. Si tengo que salir desde el banquillo eso haré”. Con una inusual elegancia ha prescindido de la jerarquía que lo acompaña desde que Florentino lo firmó con todos los honores como el sucesor de Cristiano Ronaldo.

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La teoría previa apunta a que Isco, por rendimiento y por continuidad deportiva, será el titular frente a la Juventus. De cara al vestuario, las miradas inquietantes del grupo se dirigen al malagueño como al futbolista elegido en Cardiff. La gran mayoría se sorprendería si al final es Gareth el seleccionado. Los antecedentes lo ubicaron en el once en el clásico ante el FC Barcelona. Esa apuesta salió deforme y eso es lo que provoca el asalto dubitativo en la cabeza de Zidane. El francés es consciente de que no puede volver a traicionarse, ni tampoco a la gente que lo sigue desde el vestuario. Todos asumen que Isco se lo ha ganado y se lo ha merecido. Sin embargo, las estrellas siempre viven al margen de los premios o los castigos. Para ellos, todo se simplifica en el aura que los arropa. Sólo el quite de Bale aporta favoritismo a Isco. Pero no terminen de darlo como seguro porque podemos encontrarnos ante una táctica de despiste. Falta comprobar si ‘Zizou’ se volverá a traicionar y dejará al andaluz en el banquillo. Ya lo hizo con la Juve.

PD: Hemos visto esta semana más entrevistas de Cristiano Ronaldo que en toda la temporada. Claro, toca lavar la imagen y vender lo buen chico que es.

Zidane fue un día hincha de la Juve, en algún momento de su juventud también reconoció seguir al Barça y quizá se sintió próximo, sin saberlo, al Real Madrid antes de que Florentino le pasara la servilleta en 2001. Da igual. No hay bandera y queda poca patria cuando aparece cualquier intruso que acomete a favor de sus colores. Vivimos una época dónde únicamente ganar permite medir quién se siente más cercano al sentimiento. Para algunos seguidores levantar el trofeo condiciona para oprimir y presumir. Para otros ilusos, a los que les regatea el éxito, toca revolotear con la derrota agarrándose a otros principios. Para Zinedine, el tiempo lo direccionó hacia el mejor destino. Hoy se confiesa portador de ADN madridista. Es el club de mi vida”, recalca con orgullo. Aquellos sentimientos primarios han sido desterrados. Y lo cita con naturalidad. Como todo en el entrenador del Real Madrid, el mismo que se manifiesta con un comportamiento afable, conforme, chistoso, distante, espontáneo, sin alejarse de la realidad que supone la segunda final de Champions en dos años desde que reemplazó a Benítez en el banquillo. Dos de dos. Una ganada y otra… ya veremos. En contra, un calor que lo arropó durante cinco años. Sí, Zidane también fue de la Juventus.

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