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Briatore, con la soga al cuello
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Briatore, con la soga al cuello

Flavio Briatore miró el número de teléfono que aparecía en la pantalla de su portátil. Respiró hondo. Era Carlos Goshn, el presidente de Renault: “Salve Presidente,

Flavio Briatore miró el número de teléfono que aparecía en la pantalla de su portátil. Respiró hondo. Era Carlos Goshn, el presidente de Renault: “Salve Presidente, ¿come sta?”.

 

- “Flavio”, sonó la voz rotunda de Gosh en italiano “¿Come vai?”, para pasar luego al inglés. “¿Qué tal fueron las cosas en la carrera?”.

- “No fueron mal, presidente” contestó Briatore  “sacamos unos buenos puntos, estamos por delante de Ferrari y BMW, la prueba fue un poco loca pero…”.

- “Ok, pero explícame por qué dijiste que la carrera  fue decepcionante…” Ghosn era consciente de que el Gran Premio de Australia no colmó las expectativas, pero quería escuchar las razones del italiano.

- “Con la pretemporada, los datos en Enstone y las sensaciones de Fernando, esperábamos más. Pero sabemos que esta es una de las peores pistas de la temporada para nosotros. En Malasia todo irá mejor. Allí el Kers…” Ghosn interrumpió a Briatore, su voz se hizo más firme.

- “Sí, el Kers, ese sistema que tanto dinero nos ha costado y que veremos cómo sacamos partido para nuestra gama… Corrígeme si me equivoco… He escuchado a Alonso después de la carrera que el aparatito no sirvió de mucho… ¿Y por qué  nos va a ayudar en Malasia?”.

- “Bueno, presidente, es un circuito con mas rectas,  y nos ayudará a adelantar mejor a nuestros rivales. Además, la pista no es tan bacheada como la de Albert Park…”.

- “¿Adelantar? ¿A quienes llevan el Kers, o a los que no lo llevan?. Porque si quienes lo tienen lo utilizan en el mismo sitio que nosotros, no servirá de gran cosa… Y el resto… muchos de los que no lo llevaban iban por delante nuestro en Australia”. La voz cada vez más pausada no presagiaba nada bueno.

- “Ya presidente, pero es que el tema de los difusores nos está crujiendo. La situación es totalmente injusta, y vamos a luchar contra ello con todas nuestras fuerzas. Ross Brawn ha actuado deslealmente con todos. Como miembro de la comisión técnica que estuvo detrás de las modificaciones aerodinámicas,  Brawn nos debía haber comunicado que había dos interpretaciones diferentes sobre los difusores.  No ha sido transparente con el resto. Esos difusores son ilegales y les da una gran ventaja”.

-“Caro Flavio”, interrumpió Ghosn, ahora con una voz más dura “¿Me estás contando que hemos gastado una auténtica millonada en el Kers este, que se ha llevado un motón de recursos que podíamos haber dedicado a otros temas, para decirme ahora que la clave está en… ¿los difusores?. ¿Pero, de qué me estás hablando?”.

- “Bueno, es una solución aerodinámica con la que Brawn gana casi un 14% de eficacia aerodinámica sobre los demás porque ha interpretado el reglamento a su manera…”, pero Briatore no pudo terminar la frase.

-  “¿Así que me estás diciendo que el tal Brawn este os la ha metido doblada a todos?” gritó Ghosn. “¿Pero el tipo este no estaba a punto de irse a la calle con toda su gente después de que Honda dijera adiós? ¿Y este tipo os ha fundido dentro y fuera de la pista?”. Hizo una pausa. “Bueno, supongo que si son ilegales, os los cargareis…” en un tono que no admitía la duda.

-  “Por supuesto, presidente. De momento son legales, pero el tema está pendiente de apelación”

- “¿Cómo que son legales los difusores? ¿Pero no dices que son ilegales?...”

- “Bueno, los comisarios en Australia dijeron que eran legales, pero hemos apelado…” Briatore cerró los ojos, como el boxeador sonado que espera el próximo golpe.

- “¿Y si son legales en Australia y también lo son tras la apelación? ¿Qué coño vamos a hacer entonces?, porque Fernando ha dicho que así iban a ganar las diecisiete carreras, dime Flavio…”

- “Pues tendremos que adaptar el R29, de lo contrario…” La nuez en la garganta de Briatore, un hombre curtido, se empezaba a parecer a un ascensor.

- “¿Queeee”, ¿y cuánto me va a costar esto...?”.  Flavio ni se atrevía a contestar. “¿No nos hemos gastado cuarenta millones de euros en el Centro de CFD de Enstone para simulaciones?, ¿no me pediste al mejor piloto del mundo?, ¿no nos hemos gastado un pastón en el Kers este?”. Ghosn hizo una pausa, para rematarla mascando lentamente cada una de sus palabras: “y para colmo, los tipos estos de la bebida (Red Bull), que encima está prohibida en Francia, nos han pasado por la piedra en Australia, con nuestro mismo motor…”

Briatore recordaba la trayectoria personal de Garlos Ghosn, que accedió a la presidencia de Renault tras la despiadada reconversión de Nissan. Cuando llegó a Japón en 1999 la compañía debía veinte mil millones de dólares. Prometió dimitir  si ese año Nissan no daba beneficios y la deuda no se cancelaba a final de 2005. Entre las críticas de la opinión pública, no le tembló la mano, las tijeras en la derecha, el hacha en la izquierda. Eliminó miles de puestos de trabajo, cerró una de las principales plantas japoneses. En su primer año Nissan logró dos mil setecientos millones de beneficios. Cumplió su palabra.

- “Escúchame bien, Flavio”. Ghosn lanzó un torrente de palabras contra Briatore.  “Le dije a Patrick (Patrick Pelata, director general del Grupo Renault) que pasara el mensaje a la prensa en el Salón de Ginebra. Lo recordarás: “o reducimos costos, o nos vamos, o sacamos más pasta de los derechos de la Fórmula al Ecclestone”.  En el Grupo trabajamos con el supuesto de que la cosa va estar verdaderamente cruda hasta 2011. Si el tema no mejora para entonces, nos vamos a enterar. Tenemos previsto una reducción de la masa salarial de la plantilla a través de unos ERES socialmente conflictivos y una plan de reducción voluntaria de casi diez mil trabajadores que esperamos que no vaya a más”. Gosh hizo otra pausa. “¿Entiendes la situación? Otra cosa. Como sabes, soy presidente de Acea, la Asociación de Fabricantes Europeos. Les estamos metiendo caña a los burócratas de Bruselas para pedirles pasta. Hemos conseguido dieciséis mil millones de euros en ayudas, y no tengo ganas de que me tiren a la cara lo que me gasto en Fórmula 1 si la historia no es rentable. Esta es la foto…”

Ghosn tomó aire. “¡Flavio,  Fernando ya nos ha demostrado de lo que es capaz cuando tiene un coche ganador!. ¡Pues dádselo, coño! ¡Como equipo, el año pasado fuisteis capaces de darle la vuelta a la tortilla! ¡No quiero que se pierda el tren desde el principio esta temporada!. ¿No habéis dicho que el coche es bueno?. ¡Pues demostradlo!. ¿Está claro el mensaje?. Dadle duro en Malasia”. Colgó.

Y Flavio Briatore pensó que en días como estos se está mejor en el palco del Queens Park Rangers, aunque haga un frío que pela.  También pensó que, en la Fórmula 1, como en el fútbol, una victoria hace olvidar todos los males.

PD: Cualquier parecido de esta conversación con la realidad es pura coincidencia.

Flavio Briatore miró el número de teléfono que aparecía en la pantalla de su portátil. Respiró hondo. Era Carlos Goshn, el presidente de Renault: “Salve Presidente, ¿come sta?”.

Fernando Alonso