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El fracaso de BMW
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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El fracaso de BMW

"El dolor es temporal. Abandonar es para siempre". La frase de Lance Armstrong podría aplicarse perfectamente a la reciente despedida de BMW de la Fórmula 1.

"El dolor es temporal. Abandonar es para siempre". La frase de Lance Armstrong podría aplicarse perfectamente a la reciente despedida de BMW de la Fórmula 1. Porque, independientemente de las razones estratégicas que la hayan fundamentado, sirve para ilustrar el fracaso de una marca, no lo olvidemos, con aureola 'premium' y vocación de vanguardia tecnológica. BMW, con todo su 'glamour' y su carisma tecnológico, ha cedido al dolor.

 

Una compañía automovilística, en el contexto actual, seguramente tendrá argumentos para retirarse de la Fórmula 1. Cada uno, en su casa, es libre para hacer lo que considere oportuno. Decisiones como la que nos ocupa están sujetas a prioritarias consideraciones empresariales, evidentemente, pero no exentas de importantes costes en términos de imagen y de percepción pública. Pero desde una perspectiva deportiva, que es la que aquí analizamos, insisto, BMW se marcha por la puerta de atrás. Los responsables de BMW lo asumen cuando se despiden con el equipo como farolillo rojo en el pelotón de los constructores. Amarga píldora para directivos de élite que deben destacar por su prudencia gestora, pero también por su ambición ganadora.

¿Una decisión errónea?

La realidad es que, como el propio Armstrong sabe, no basta con subir holgadamente el primer puerto, ni el segundo. Cuando uno afronta una larga etapa alpina con mentalidad ganadora, hay que ser consciente del fondo y la fuerza disponibles para los momentos de flojera. Y quizás BMW midió erróneamente las suyas cuando decidió seguir la estela de Ferrari, Toyota y Renault al afrontar en solitario la Fórmula 1.

En 1999,  y tras años de ausencia, la marca alemana volvió a las parrillas suministrando motores a Williams. La experiencia y cierta soberbia tecnológica convenció a BMW de la necesidad de controlar totalmente la construcción y desarrollo de un monoplaza de Fórmula 1, con los  inmensos recursos económicos, humanos y técnicos que la aventura implicaba. Para ello, en 2005 se adquirió el 80% del equipo Sauber, y BMW invirtió espectacularmente, tanto en las instalaciones de Hinwil, en Suiza, (incluyendo uno de los superordenadores más potentes del mundo), como en la captación de personal.

A las maduras, pero no a las duras

En 2006  se logró el objetivo de rodar regularmente en los puntos. Al año siguiente, cayeron varios podios, 101 puntos, y el BMW terminó segundo en la general tras la exclusión de McLaren. En 2008, Kubica cumplió la meta de ganar en Canadá. Pero en 2009 nada salió como se esperaba. El Dr. Klaus Draeger, miembro de la cúpula directiva de BMW así lo explicó en la rueda de prensa en la que se anunció la retirada: "Solamente nos llevó tres años establecernos como un equipo 'top'. Desafortunadamente, no fuimos capaces de lograr nuestros objetivos en la presente temporada". Tres años de éxitos, uno solo de desfallecimiento, y adiós. Honda al menos, con todos sus problemas, aguantó dos años en el fondo del pelotón.

Por el contrario, el gran rival de BMW en el mercado, Mercedes, se mantuvo fiel a su condición de 'socio' de McLaren con el 40% del capital (aunque con la intención de ampliarlo), pero sólo como suministrador de motores, soportando contra viento y marea malas rachas deportivas, y hasta grandes conflictos políticos. Pero logró tres títulos de pilotos. Actualmente sus propulsores ganan también con Brawn, y equiparán el próximo año a tres o cuatro escuadras de la parrilla. Sin lugar a dudas, en Munich también debe escocer verse derrotados por Mercedes.

Los responsables de BMW debían firmar  estos días el nuevo Pacto de la Concordia, el nuevo marco legal y económico que regulará la Fórmula 1 hasta 2012. Implica el compromiso de permanencia hasta entonces. El acuerdo incluye el 'Resources Restriction Agreement' que reducirá ostensiblemente los costos de la especialidad en los próximos años. Y a pesar del viento a favor de una Fórmula 1 más económica y, por tanto, más rentable, BMW se ha bajado del carro.

Quizás, simple y llanamente, sobreestimó sus fuerzas en función de sus capacidades en el largo recorrido. Resulta difícilmente comprensible, incluso desde una óptima empresarial y no solo deportiva, que BMW apague la luz después de tres años consecutivos logrando los objetivos establecidos y tras una ingente inversión. Si muchos empresarios mantuvieran la misma perseverancia ante la adversidad, pocas empresas y proyectos sobrevivirían.

Peter Sauber, propietario del 20% de las acciones del equipo, busca desesperadamente en Asia capital salvador para su escuadra. BMW, al parecer, venderá a aquel con el que Sauber pueda llegar a un acuerdo. Es muy posible que el equipo, de una forma u otra, siga la próxima temporada. Por si acaso, los demás equipos se aprestan a preparar tres coches para 2010. Mientras tanto, atentos, en las  dos o tres próximas semanas habrá más noticias. Y más sorpresas.

PD: Felipe,  nos unimos a estos chicos para desearte que Schumacher dure poco en tu puesto…

"El dolor es temporal. Abandonar es para siempre". La frase de Lance Armstrong podría aplicarse perfectamente a la reciente despedida de BMW de la Fórmula 1. Porque, independientemente de las razones estratégicas que la hayan fundamentado, sirve para ilustrar el fracaso de una marca, no lo olvidemos, con aureola 'premium' y vocación de vanguardia tecnológica. BMW, con todo su 'glamour' y su carisma tecnológico, ha cedido al dolor.