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Las agonías de Honda y Renault: "Cepíllense de una vez estos motores híbridos"
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Javier Rubio

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Las agonías de Honda y Renault: "Cepíllense de una vez estos motores híbridos"

Por muy loable que sea envolver a la F1 de un aroma medioambiental, la compleja y costosa tecnología híbrida está desarbolando la esencia fundamental de este deporte

Foto: El McLaren, en la pista (Albert Gea/Reuters).
El McLaren, en la pista (Albert Gea/Reuters).

“El retorno de los motores V10 o V12 no será aceptado por la sociedad, tenemos la responsabilidad de dirigir una organización monitorizada por una sociedad global. Y una sociedad global no lo aceptaría”. Jean Todt, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo respondía a una cuestión que cabe plantearse al arrancar el cuarto año de la tecnología híbrida ¿Son un lastre o un activo para la Fórmula 1?

Foto: El McLaren MCL32 sobre el asfalto de Montmeló.

Hace pocas fechas, Eric Boullier recordaba el extraordinario esfuerzo técnico, logístico y económico que ha supuesto para Honda afrontar su proyecto de la Fórmula 1. Agobiaba escucharlo. Estas fechas comprobamos cómo un fabricante de su impresionante potencial sigue pinchando en hueso. Pero la situación de Honda está enmascarando los problemas de Renault, y los franceses ya están en su cuarto año en la travesía híbrida. Mercedes ha hecho maravillas, para qué negarlo. Pero ha llegado un punto en que estas unidades de potencia se antojan como una fosa abisal para la Fórmula 1. Y una costosa fuente de desigualdad para los equipos.

"Ya no podremos hacer milagros"

Es tal la complejidad de la tecnología, sus increíbles costos económicos, su impacto en la dinámica de la competición, que cabe plantearse si convertir a la Fórmula 1 en conejillo de indias ecológico está pasando factura al fin último de este deporte, esto es, su capacidad para generar espectáculo, para destacar el factor humano sobre el tecnológico y, en último extremo, para ser esa industria de emociones (ay, el sonido) que la hace algo diferente. “Como pilotos, ya no podremos hacer milagros nunca más”, confesaba un frustrado Alonso la pasada semana, recordando el peso específico de la aerodinámica, pero el también creciente de los motores con los nuevos monoplazas.

Foto: Fernando Alonso, este miércoles en Montmeló.

“Cuando ves todo el énfasis puesto en el cambio climático, en la contaminación, creo que tenemos la responsabilidad de participar”, poniendo la Fórmula 1 como un ejemplo, “y para ser un ejemplo no podemos permitirnos crear una polución innecesaria porque daríamos la imagen equivocada”, justifica Todt para defender el papel medioambiental de la F1 ¿Quién podría rebatir semejante espíritu so pena de pasar por un dinosaurio medioambiental?

La asfixiante cosmética medioambiental

Pero los argumentos de Todt tienen trampa, porque un análisis detallado de la Fórmula 1 demostraría que su huella energética es más profunda de lo que parece. Por ejemplo, ¿cuál es la de Pirelli y los miles de neumáticos que se fabrican, transportan y utilizan al año, con varios compuestos diferentes por carreras, y que duran solo unas vueltas aunque luego se reciclen?

Los nuevos motores híbridos son auténticas joyas tecnológicas. Pero ha llegado un momento en que cabe contestar a ese argumento de cabecera de Todt y la FIA quien, por cierto, está personalmente más volcado con los aspectos institucionales de la entidad que de los deportivos. Y puede haber llegado el momento de plantearse si el espectáculo como concepto debe primar, que no eliminar, esa asfixiante cosmética medioambiental con la que está queriendo perfumar a la Fórmula 1.

Foto: Stoffel Vandoorne en el asfalto de Montmeló.
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2020: la pugna por qué debe primar en la F1

Y este debate llegará más pronto que tarde. Liberty Media ha invertido ocho mil millones para adquirir la Fórmula 1. Todas sus declaraciones de intenciones apuntan a que el factor espectáculo será un eje de su gestión. En este sentido, es archisabido que el aficionado medio no presta tanta atención a la carrera tecnológica. Los pilotos, su personalidad y carisma, la velocidad y el sonido, la pelea de gladiadores en pista… Factores primarios y básicos, si se quiere, pero son los que llevan a una carrera de coches a ese público global necesario para amortizar semejantes inversiones.

En 2020 arrancará una nueva reglamentación de motores. La FIA y Liberty Media entrarán en una pugna por decidir qué esquema tecnológico será protagonista a partir de entonces. Todo el mundo sabe que la tecnología híbrida es solo una etapa de transición para la industria del automóvil que no durará muchos años.

Por tanto, llegará el momento de plantearse aflojar la soga de la etiqueta medioambiental en beneficio de un esquema mixto que contribuya a mantener el atractivo de este deporte y su condición de espectáculo por encima de la de conejillos de indias. Los Seal, los más sofisticados cuerpos de élite del ejército americano, no han sido creados para misiones de paz con la flor en el ojal. La Fórmula 1 tampoco puede ser un “power flower” medioambiental si para ello es asfixiada por una compleja y costosísima tecnología. Cepillénse de una vez estos motores híbridos.

“El retorno de los motores V10 o V12 no será aceptado por la sociedad, tenemos la responsabilidad de dirigir una organización monitorizada por una sociedad global. Y una sociedad global no lo aceptaría”. Jean Todt, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo respondía a una cuestión que cabe plantearse al arrancar el cuarto año de la tecnología híbrida ¿Son un lastre o un activo para la Fórmula 1?

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