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Alarmas de seguridad, colas interminables, mucha fiesta y turistas "muy salidos"
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Valeria Saccone

Río por no llorar

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Alarmas de seguridad, colas interminables, mucha fiesta y turistas "muy salidos"

El primer día de deporte en los Juegos tuvo una explosión controlada en la meta de ciclismo, una bala perdida en un centro de prensa pero, también, mucha gente disfrutando de la ciudad

Foto: La Casa de Holanda en Río (Valeria Saccone).
La Casa de Holanda en Río (Valeria Saccone).

​Después del subidón de la ceremonia de apertura, Brasil ha amanecido dividido. Por un lado están los se regodean con el éxito de este espectáculo, que incluso ha recibido el beneplácito de la hipercrítica prensa extranjera. Por el otro, los críticos irreducibles, que desde hace meses condenan la filosofía de los macroeventos, denuncian una cierta hipocresía en los mensajes lanzados desde el estadio de Maracaná. Por ejemplo, que se hable de proteger el planeta cuando la ciudad de Río no ha sido capaz de sanear su nauseabunda Bahía de Guanabara, donde se disputan las pruebas de vela.

Foto: Río se prepara para recibir a los atletas (Reuters)

El segundo día de los Juegos Olímpicos ha transcurrido sereno, con centenares de personas tirando selfies delante de la pira olímpica que ha sido colocada en la Orla Conde. Es un área de la zona portuaria recientemente recuperada gracias al proyecto ‘Porto Maravilha’. Sin embargo, la jornada ha sido ensombrecida por pequeños incidentes.

Desde primera hora de la mañana se han formado filas desproporcionadas para acceder al parque olímpico, que han acabo perjudicando a los espectadores de cinco modalidades: balonmano, judo, tiro con arco, tenis y waterpolo. Eso es, muchas personas que habían comprado con antelación sus entradas para asistir a las competiciones han quedado atrapadas en el caos de los controles de seguridad y no han podido acceder los recintos deportivos. “Es absurdo: había muy pocas máquina de rayos X funcionado y en general mucha desorganización”, denunciaba una joven de 25 años.

placeholder Centro olímpico de hockey (Valeria Saccone).
Centro olímpico de hockey (Valeria Saccone).

En Deodoro, donde se encuentra el Centro Olímpico de Jockey y el Estadio de Canotaje Slalom, las colas también han dejado a mucha gente sin partido. Encima, muchos visitantes se han quejado de que han tenido que andar 45 minutos desde la parada del autobús hasta las instalaciones deportivas. Los que llegaban en coche o taxi no han tenido mejor suerte. “Es como ir a Seúl”, bromeaba un periodista español en referencia a la distancia que separa Deodoro desde el centro de Río de Janeiro.

El comité Río 2016 ha pedido oficialmente disculpas por las filas y ha prometido mayor eficiencia en los controles. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Río se deshacía en auto-elogios por el éxito del viernes en cuanto a movilidad urbana: 26.500 personas usaron el metro para acudir a la ceremonia de apertura de los JJOO en el estadio de Maracaná.

El caos organizativo en las instalaciones olímpicas no ha sido el único contratiempo del día. En Deodoro, una bala perdida ha alcanzado la sala de prensa del Centro Olímpico de Hípica. El proyectil ha perforado la lona que protege la sala y ha impactado en el suelo, muy cerca de los periodistas. Milagrosamente, nadie ha resultado herido.

En Copacabana, una explosión ha asustado a moradores y al público de la prueba de ciclismo. El escuadrón antibomba ha sido movilizado cuando ha aparecido una mochila abandonada en pleno circuito de ciclismo. Los agentes han optado por explotarla por miedo a que fuese una bomba. Por suerte, se ha tratado de una falsa alarma y todo se ha quedado en un gran susto.

El lío de los robos en la Villa de los Atletas, situada en Barra de Tijuca, también ha trascendido el perímetro de esta instalación. La Policía ha empezado a investigar varios casos tras las repetidas denuncias de atletas y periodistas. Las más reciente ha sido la de una televisión japonesa, que ha perdido valiosos equipamientos valorados en varios millares de dólares.

Ajenos a todos los problemas de logística y seguridad, turistas y cariocas se han lanzado al descubrimiento de las 52 casas temáticas que varios países han inaugurado en puntos neurálgicos de la ciudad. Entre las más populares destacan la Casa Austria, la Casa Alemania, la Heineken House de Holanda, la Casa Francia y la Casa de Suiza, donde han instalado una pista de patinaje sobre hielo, algo muy exótico en el trópico.

La Casa de Holanda

La Casa de Holanda, situada en el Club Monte Líbano, es la más cara y la más solicitada. Cuesta la friolera de 45 euros (unos 160 reales), un precio muy elevado para Brasil, donde el sueldo mínimo es de 880 reales (250 euros). Es un lugar elegante y exclusivo, con piscina olímpica, una rica vegetación tropical y una pantalla gigantesca para poder apreciar cada competición al detalle.

“Tenemos una larga tradición desde los Juegos de Barcelona de 1992. Siempre estamos en todo los eventos, incluso en los Juegos de Invierno de Sochi de 2014”, explican los responsables del centro. “Es el lugar donde todos los holandeses quieren estar, porque traemos a los mejores grupos de música y Djs. Además, en cuanto nuestros atletas empiecen a ganar medallas, estarán por aquí para conceder entrevistas y participar de distintos actos”, añaden.

placeholder Un detalle de la Casa de Holanda (Valeria Saccone).
Un detalle de la Casa de Holanda (Valeria Saccone).

A pesar de ser una de las casas más cotizadas por los cariocas, ayer había casi exclusivamente holandeses. “Yo solo he venido porque me han conseguido una entrada gratis con un par de cervezas. No hay quien pueda permitirse eso”, decía un periodista de Río de Janeiro. “Encima no está tan animado. No me termina de convencer”, rebatía su acompañante.

Casa Alemania, situada en la exclusiva playa de Leblon, ha llamado la atención de los cariocas por su hermosa arquitectura. “Y también porque no hay colas. Eso sí, los precios está al nivel europeo. Una cerveza pequeña cuesta 25 reales (7 euros), un precio surrealista para mí”, cuenta Marcela, paulista afincada en Río. “El público es una mezcla de gringos y cariocas pijos de la zona sur. La gente muy bonita, pero hay que decir que los gringos están poseídos por unas ganas descomunales de probar a las chicas brasileñas. Yo estaba con una amiga negra y alta, que parece una modelo. Ella se ha ligado a un neozelandés. Pero vamos, los turistas que visitan Río para los Juegos están muy salidos. Se volvían locos con mi amiga”, agrega Marcela.

La Casa Francia, con un precio de entrada mucho más razonable (20 reales, es decir casi 6 euros) también ha sido bien recibida por los cariocas por sus dos pantallas, su menú lleno de delicatessen y, por supuesto, su amplia oferta de vinos. “A mí me ha parecido todo muy caro: 120 reales (34 euros) la botella y 30 reales (8,5 euros) la copa de vino. Encima es de plástico y es muy pequeña. También hay foodtrucks, pero la fila es enorme” cuenta Mariana. “El ligoteo me ha parecido light. Hay algún que otro intercambio de miradas, pero no he visto mucha interacción con los franceses. Creo que los brasileños ligaban más entre ellos. Sea como sea, los franceses son casi todos muy guapos”, añade.

Las casas temáticas tendrán fiesta todos los días hasta el 21 de agosto y algunas incluso durante los paralímpicos. Hay quien dice que la verdadera modalidad olímpica consiste en conseguir visitar todas ellas en los 15 que duran los JJ OO y sobrevivir al pedo que conlleva la experiencia espirituosa.

​Después del subidón de la ceremonia de apertura, Brasil ha amanecido dividido. Por un lado están los se regodean con el éxito de este espectáculo, que incluso ha recibido el beneplácito de la hipercrítica prensa extranjera. Por el otro, los críticos irreducibles, que desde hace meses condenan la filosofía de los macroeventos, denuncian una cierta hipocresía en los mensajes lanzados desde el estadio de Maracaná. Por ejemplo, que se hable de proteger el planeta cuando la ciudad de Río no ha sido capaz de sanear su nauseabunda Bahía de Guanabara, donde se disputan las pruebas de vela.

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