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No todos los aficionados brasileños son unos maleducados
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Darío Ojeda

Un novato en Río

Por
Darío Ojeda. Río de Janeiro

No todos los aficionados brasileños son unos maleducados

Los abucheos a Renaud Lavillenie en el podio del salto con pértiga han provocado críticas a la afición brasileña, pero no es un comportamiento generalizado

Foto: Lavillenie no contuvo las lágrimas al ser abucheado por el público en la entrega de medallas. (Sergio Moraes/Reuters)
Lavillenie no contuvo las lágrimas al ser abucheado por el público en la entrega de medallas. (Sergio Moraes/Reuters)

No está siendo el mejor verano para Renaud Lavillenie, plusmarquista mundial de salto con pértiga. Hace un mes, en Ámsterdam, cometió un error y ni siquiera subió al podio en el Campeonato de Europa, una competición que tendría que haber ganado con comodidad. Y el lunes no consiguió convertirse en el primer pertiguista en revalidar el título olímpico, al quedar segundo en la final ganada por el brasileño Thiago Braz da Silva.

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Durante la prueba, el público brasileño le silbó. Es algo que está pasando en más competiciones en estos Juegos: los aficionados locales presionan a los rivales de sus deportistas. Tampoco es algo extraño en el resto del mundo, aunque en el atletismo no sea habitual. Lavillenie no se lo tomó muy bien y cometió el disparate de comparar ese comportamiento con el de la Alemania nazi. "Esta es la primera vez que lo vemos en el atletismo. Creo que la última vez que lo vimos fue cuando Jesse Owens corrió en 1936", dijo ante el micrófono de la cadena francesa 'Canal +'. Luego se disculpó, pero la barbaridad ya estaba dicha.

La cosa no quedó ahí, y al día siguiente, en la entrega de medallas, fue abucheado otra vez. Braz da Silva intentó calmar los ánimos, pero el estadio de Engenhao la tomó con Lavillenie, que acabó llorando. Luego fue consolado por el propio Braz da Silva y por Serguéi Bubka. Hasta el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, se pronunció. "Chocante comportamiento del público el de abuchear a Renaud Lavillenie en el podio. Es inaceptable en los Juegos Olímpicos", dijo.

¿Son todos los aficionados brasileños así? ¿O es un caso aislado? En Brasil, como en todas partes, el público anima al de casa, apoya al débil y protesta las decisiones de los árbitros cuando no le gustan. ¿Que lo hace con demasiado ímpetu? Quizá, pero pretender generalizar diciendo que su comportamiento está siendo malo en estos Juegos es faltar a la verdad.

Hay varios ejemplos de lo contrario: el ambiente en el judo fue excepcional, igual que en el voley playa o la natación, donde no solo apoyaron a los suyos, sino que también animaron a Michael Phelps y Katie Ledecky. El público al que ahora se critica es el mismo que fue elogiado hace una semana por sus pitos a la nadadora rusa Yuliya Efimova. Aquello fue interpretado como un defensa del juego limpio, igual que los abucheos a Justin Gatlin, aunque en este caso yo no descartaría que la razón fuera que era el principal rival de Usain Bolt, un ídolo en tierras cariocas.

También ha habido episodios de dudosa educación. En el Brasil-España de baloncesto, por ejemplo, el pabellón entero llegó a cantarle a Pau Gasol que se fuera a tomar por el culo, con perdón, nada que no suceda en pabellones y estadios españoles. Esa pasión de los brasileños no encaja tan bien con algunos deportes, como la hípica, donde ha habido algún problema con el ruido, pero en general el ambiente ha sido muy bueno. En el tenis, donde muchos compararon el ambiente al de la Copa Davis, hubo una pelea durante el Del Potro-Sousa, pero la mayoría de las críticas se las llevó la organización y no los aficionados. Rafa Nadal, sin ir más lejos, disfrutó de un apoyo incondicional de los locales (salvo cuando jugó contra el brasileño Bellucci).

En los Juegos de Río hay cosas que chirrían, y los abucheos en un deporte habitualmente ajeno a ellos como el atletismo es una de ellas, pero no es un comportamiento generalizado.

No está siendo el mejor verano para Renaud Lavillenie, plusmarquista mundial de salto con pértiga. Hace un mes, en Ámsterdam, cometió un error y ni siquiera subió al podio en el Campeonato de Europa, una competición que tendría que haber ganado con comodidad. Y el lunes no consiguió convertirse en el primer pertiguista en revalidar el título olímpico, al quedar segundo en la final ganada por el brasileño Thiago Braz da Silva.