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Cristiano Ronaldo, el Real Madrid y el factor humano
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Javier Gómez Matallanas

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Cristiano Ronaldo, el Real Madrid y el factor humano

La tristeza que ha hecho pública Cristiano Ronaldo va más allá de la pataleta de un niño malcriado. En la queja pública, y medida, del astro

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Cristiano Ronaldo, el Real Madrid y el factor humano

La tristeza que ha hecho pública Cristiano Ronaldo va más allá de la pataleta de un niño malcriado. En la queja pública, y medida, del astro portugués, hay mucha carga de profundidad y detrás de su lamento se encuentra un problema en la estructura del Real Madrid. Analizando únicamente sus palabras en términos crematísticos, que sólo pide más pasta con todo el dineral que gana, el debate se acaba pronto porque ahí sale muy mal parado ante la tremenda crisis económica que asola el mundo occidental y España y Portugal en particular. Pero, realmente, como dijo en su comunicado en Facebook, no es una cuestión de dinero o estrictamente de dinero.

El Real Madrid pagó 94 millones de euros por Cristiano Ronaldo. Fue en 2009, en el principio de esa grave crisis económica mundial. Ya se debatió entonces sobre la necesidad de esa brutal inversión. Pero en términos futbolísticos para el Madrid era imprescindible y estratégico ese fichaje. Con Messi, ya el mejor del mundo, en el Barcelona, el club de Concha Espina debía contar sí o sí en sus filas con el otro futbolista mejor del mundo. Y Florentino Pérez ejecutó en junio, nada más regresar a la presidencia, el fichaje realizado por José Angel Sánchez y Pedja Mijatovic en diciembre. De no haber fichado a Cristiano, el Madrid habría perdido el foco que alumbraría a Messi y a Manchester, por la presencia del propio Cristiano. El Madrid debía fichara Cristiano y le fichó.

Desde su llegada, Cristiano ha cumplido con los objetivos para los que fue fichado pulverizando records individuales (150 goles en 149 partidos) y de equipo (de puntos en una Liga y superando el record goleador del Madrid de La Quinta con Toshack). Quizás sea poco bagaje una Copa del Rey y una Liga, pero ha parado el dominio absoluto del Barça de Guardiola y opta a la Décima como máximo candidato superadas esas temporadas del siglo XXI en las que el Madrid sufrió la maldición de los cuartos en la Liga de Campeones, a lo que también ha ayudado la llegada de José Mourinho al banquillo madridista, por supuesto.

En esos tres años no ha habido ni un gesto del club para demostrarle a Cristiano Ronaldo que estaban contentos con su trabajo. Es su obligación, dirán si se compara el fútbol con cualquier otro sector económico, pero en el mundo del balompié se mueven otros parámetros. Incluso, en términos económicos, esa mejora de contrato que quiere Cristiano no significa un gran esfuerzo para la economía del Madrid. Habría bastado con ese gesto de decirle ‘oye estamos contentos con tu rendimiento, ¿quieres que revisemos tu contrato?’ Y hacerle la mejora. Es cierto, que en el club no están precisamente contentos con la explotación de los derechos de imagen compartidos al 50 por ciento entre el futbolista (como todos los jugadores) y el club. Y es precisamente ese desencuentro el que ha provocado que su mejora de contrato no se haya desarrollado de la manera natural (en parámetros futbolísticos) que debía haberse realizado (como lo ha hecho el Barcelona con Messi, por ejemplo).

Y Cristiano Ronaldo lo ha hecho público, probablemente sin medir el desgaste a nivel social de su declaración de tristeza. El acuerdo llegará y se superará la crisis. Pero el caso Cristiano lo que ha dejado entrever es la falta de un enlace entre el club y los futbolistas. En su figura de manager, Mourinho no llega a ello. Y José Angel Sánchez, el ejecutivo que tiene el Madrid en la cabeza y que lo maneja perfectamente, tampoco es la figura que deba utilizar ese factor humano, que Florentino Pérez descartó usar tras su anterior etapa cuando explicó públicamente al marcharse que había intimado demasiado con sus galácticos. El desencanto de Cristiano Ronaldo no es único en la plantilla madridista. Entre futbolistas de diferentes clanes también existe ese descontento. Pepe, por ejemplo, ha tenido que esperar a una mejora que se había ganado con creces por su excepcional rendimiento en el césped, cuando el club debía haber ido primero a él. A Higuain le han mejorado el contrato, pero aún no llega a ganar la ficha con la que fue contratado Benzema. Sergio Ramos tampoco está al nivel de un líder y campeón del mundo. A un jugador fichado la pasada temporada y que se ha ido esta lo pasó mal porque su mujer dio a luz y le faltó mayor atención del club en una ciudad desconocida. Y Casillas ya vivió como para renovarle y mejorarle el contrato se mezclaba su renovación con la de Helguera, sin darle la importancia que ya tenía entonces, en otoño de 2005, en el Real Madrid.

El Real Madrid es el club de fútbol más importante del mundo. Pero en su estructura a veces se descuida el factor humano y ahora mismo en su organigrama falta ese enlace entre el club y el vestuario. Con esa figura y, con un trato más cálido por parte de los dirigentes del Madrid, probablemente Cristiano no habría buscado a las cámaras para decir que estaba triste. 

La tristeza que ha hecho pública Cristiano Ronaldo va más allá de la pataleta de un niño malcriado. En la queja pública, y medida, del astro portugués, hay mucha carga de profundidad y detrás de su lamento se encuentra un problema en la estructura del Real Madrid. Analizando únicamente sus palabras en términos crematísticos, que sólo pide más pasta con todo el dineral que gana, el debate se acaba pronto porque ahí sale muy mal parado ante la tremenda crisis económica que asola el mundo occidental y España y Portugal en particular. Pero, realmente, como dijo en su comunicado en Facebook, no es una cuestión de dinero o estrictamente de dinero.

Cristiano Ronaldo