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Cacicada del Ayuntamiento: demoler el campo del CD Aviación para hacer pisos
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Javier Gómez Matallanas

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Cacicada del Ayuntamiento: demoler el campo del CD Aviación para hacer pisos

Aquí estoy en el campo del Club Deportivo Aviación con 12 años. Ahí estoy (arriba, el sexto por la izquierda), ahí estamos un hatajo de mocosos

Foto: Arriba de izda a dcha: Crespillo (entrenador), Adoldo, Arocha, Andrés, Perico, Matallanas, Roberto, Marcos, Teja y Jose (ayudante). Abajo: Agustín, Cayuela, César, El Rubio, Marcial, Josito, Montón y Madrigal
Arriba de izda a dcha: Crespillo (entrenador), Adoldo, Arocha, Andrés, Perico, Matallanas, Roberto, Marcos, Teja y Jose (ayudante). Abajo: Agustín, Cayuela, César, El Rubio, Marcial, Josito, Montón y Madrigal

Aquí estoy en el campo del Club Deportivo Aviación con 12 años. Ahí estoy (arriba, el sexto por la izquierda), ahí estamos un hatajo de mocosos vestidos de azul, con esa camiseta preciosa (la más bonita del mundo me parecía entonces) de un azul marino que brillaba en el pecho de Tente, Martín Elvira o Pepito Cazagoles cuando íbamos a ver a los mayores entre los gritos desgarrados a los árbitros del señor Ángel. Recuerdo los entrenamientos, la arena que me parecía esponjosa aunque me magullara las caderas, los focos afónicos que permitían ver el balón apenas a un metro, recuerdo el olor y la estufa del vestuario y como hacíamos de rabiar al señor Manolo. Recuerdo las pachangas de los chupones con Arocha en figura de la filigrana. De esta foto de chavales conservo aún y por siempre a mis tres mejores amigos (Adolfo, Marci y el Teja) y a buenos conocidos. Y está Josito (¡ay, Josito, que le decías al Míster, a Pedro Crespillo, cuando nos preguntaba qué queríamos ser de mayores, que querías ser frutero!) y Roberto el Chino (con quién también jugué en el Puerta Bonita y estudié de primero a octavo), que ya no esté entre nosotros. Jugué por primera vez federado, con ficha de la Federación Castellana (hoy Madrileña), en el CD Aviación.

Empezaba 7º de EGB cuando a muchos de los que jugábamos en el equipo de El Cid Campeador (mi cole), Jose, mi primer entrenador, nos llevó al ‘Avi’. Allí nos empezó a entrenar Pedro Crespillo, con Jose de ayudante. Pedro tenía el título de entrenador nacional, pero sobre todo era un educador como los que están ahora enseñando cosas de fútbol y de la vida a los cientos de niños del CD Aviación que el próximo martes se pueden quedar sin campo desahuciados por el Ayuntamiento de Madrid. Recuerdo aún las charlas de Pedro y cómo, además de enseñarnos a golpear el balón con el interior y con el empeine, nos insistía en que teníamos que estudiar y ayudaba a reforzar la educación que nos daban nuestros padres. Siempre que he pisado el campo del Aviación estos 30 años me he acordado de Pedro (igual que me acuerdo casi a diario de Isidoro, mi maestro desde segundo hasta quinto de EGB). Hace poco intenté contactar con Pedro para verle, para hablar de fútbol y de la vida. Pero no pude porque ya no está entre nosotros. Un tumor cerebral se le llevó temprano.

El consistorio madrileño quiere tirar mañana abajo el clásico campo Pedro Vives, conocido antaño como el estadio de las latas, que se encuentra en la confluencia de Carabanchel con Cuatro Vientos. Todos los que conocen, viven y quiere el fútbol modesto madrileño han jugado o han visto algún partido en ese campo donde ha habido el mejor caldo y los mejores bocatas de panceta de la Comunidad de Madrid. O casi. Ese terreno pasó a ser municipal hace más de una década y el Ayuntamiento de Madrid no ha hecho ni caso todos estos años cuando los dirigentes del CD Aviación le han pedido que cambiara la arena (sólo hay un par de campos más en toda la comunidad de Madrid de tierra) por césped artificial para acoger la escuela de cientos de niños y niñas que se entrenan todos los días y juegan los domingos junto al equipo senior que milita en Primera regional.

En 1984, hace 30 años (¡que de pronto son años!), en mi barrio, como en la mayoría de los barrios madrileños, existía el peligro de la droga. De la foto que abre este artículo uno de los 16 chavales (el 6,25 por ciento) cayeron en la lacra de la heroína que asoló a familias de todos los estratos sociales durante la transición y mientras se asentaba la imberbe democracia. De no haber existido el CD Aviación ese porcentaje habría aumentado y se habría aproximado al 20 por ciento que llegó a haber en las clases de 40 alumnos de colegios públicos de todo Madrid.

Han pasado 30 años y ahora existe una mayor sobreprotección sobre los hijos. Existen más miedos. Entonces íbamos solos y a pie a entrenar con 12 años, ahora llevamos a nuestros hijos a todos los lados (también me llevaba mi madre a entrenar con el Puerta Bonita y el Atlético juvenil para llegar a tiempo desde el instituto y mi padre a todos los partidos, pero al Aviación podíamos a ir a pie e íbamos a pie, con 12 años, sí). Pero más allá de hacer un estudio sociológico, que no pretendo en absoluto realizar en estas líneas, y aunque ahora haya una sobreprotección al menor, el hecho de tirar abajo el campo y las instalaciones del Aviación para hacer pisos es una decisión terrible, equivocada, una cafrada, una auténtica cacicada del Ayuntamiento de Madrid. ¿Dónde van a jugar los niños que vivan en los pisos que el consistorio quiere construir en el campo del ‘Avi’?

El expediente de desahucio administrativo que ha enviado el Ayuntamiento de Madrid al Club Deportivo Aviación del Ayuntamiento de Madrid lo firma la Jefe del Servicio de Gestión, Esther Garvía Arrogante, y así, de manera arrogante, como el segundo apellido de esta ejecutiva (¡?) del Área de Gobierno de Urbanismo y Vivienda, actuará el consistorio madrileño si mañana tira abajo el campo del ‘Avi’, como pone en el expediente: “…vengo en disponer el desalojo de la misma con demolición de las construcciones e instalaciones existentes sobre ella, el próximo día 11 de noviembre de 2014 a las 9 horas, ordenándose, así mimo, se dé traslado de este extremo a los interesados a los solos efectos de su conocimiento”.

A aquel niño que se entrenó en aquel campo de arena, que sigue casi igual 30 años, después le pide el cuerpo encadenarse al campo, como en el barco de Chanquete, para evitar la demolición. Decisiones como esta del Ayuntamiento de Madrid son las que provocan que la ciudadanía ya no crea en los políticos. Veremos qué hace mañana el Ayuntamiento a las nueve de la mañana (¡esperemos que intevenga la Federación Madrileña y el Consejo Superior de Deportes antes!). Y veremos qué hacemos nosotros. Ahí estaremos. Y Roberto el Chino y Pedro Crespillo con nosotros, claro.

Aquí estoy en el campo del Club Deportivo Aviación con 12 años. Ahí estoy (arriba, el sexto por la izquierda), ahí estamos un hatajo de mocosos vestidos de azul, con esa camiseta preciosa (la más bonita del mundo me parecía entonces) de un azul marino que brillaba en el pecho de Tente, Martín Elvira o Pepito Cazagoles cuando íbamos a ver a los mayores entre los gritos desgarrados a los árbitros del señor Ángel. Recuerdo los entrenamientos, la arena que me parecía esponjosa aunque me magullara las caderas, los focos afónicos que permitían ver el balón apenas a un metro, recuerdo el olor y la estufa del vestuario y como hacíamos de rabiar al señor Manolo. Recuerdo las pachangas de los chupones con Arocha en figura de la filigrana. De esta foto de chavales conservo aún y por siempre a mis tres mejores amigos (Adolfo, Marci y el Teja) y a buenos conocidos. Y está Josito (¡ay, Josito, que le decías al Míster, a Pedro Crespillo, cuando nos preguntaba qué queríamos ser de mayores, que querías ser frutero!) y Roberto el Chino (con quién también jugué en el Puerta Bonita y estudié de primero a octavo), que ya no esté entre nosotros. Jugué por primera vez federado, con ficha de la Federación Castellana (hoy Madrileña), en el CD Aviación.

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