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Luis Enrique debe irse del Barça hoy mismo
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Javier Gómez Matallanas

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Luis Enrique debe irse del Barça hoy mismo

Los que le conocen de hace años, excompañeros principalmente, no dan crédito al aguante de Lucho, como llaman a Luis Enrique sus íntimos. No entienden que

Foto: Luis Enrique, después de una rueda de Prensa (EFE)
Luis Enrique, después de una rueda de Prensa (EFE)

Los que le conocen de hace años, excompañeros principalmente, no dan crédito al aguante de Lucho, como llaman a Luis Enrique sus íntimos. No entienden que el bravo asturiano no haya cogido ya la puerta y haya dejado Can Barça después de haber quedado desautorizado públicamente por Leo Messi. Los que le conocen creen que su comportamiento es extraño y nada acorde a su forma de ser y actuar. No se atreven a sentenciar que lo hace por dinero, pero es la única excusa que comprenden para justificar que esté tragando tanto.

Los que le conocen de hace años esperaban que Luis Enrique hubiera hecho ‘un Camacho’, que se hubiera ido a las primeras de cambio cuando quedó en evidencia que no era el que más mandaba en la caseta del Barça, emulando a las marchas de Camacho de su querido Real Madrid. Pero Luis Enrique, de momento, aguanta.

Luis Enrique debería irse hoy mismo. Al margen del resultado de anoche ante el Atlético de Madrid, la decisión de marcharse debería anunciarla hoy mismo. Su situación es precaria desde hace una semana cuando la directiva que encabeza Bartomeu despidió a Andoni Zubizarreta, su gran valedor.

Directivos del Barça andaban filtrando el pasado sábado que Luis Enrique se marchaba hoy lunes. Que se iba él sin que el Barça le tuviera que echar. Ese mismo sábado Luis Enrique aseguraba en rueda de prensa que no se pensaba ir porque contaba con el apoyo de los jugadores. Se refería a todos los jugadores menos Messi y Neymar, que un día antes había apuntado que no le gustaba nada que le cambiase todos los partidos.

El Barça se encuentra vivo en las tres competiciones, pero la crisis que ha forzado Messi va más allá de los resultados y del juego que despliega el equipo con Luis Enrique. Da la sensación que el astro argentino anda forzando su salida. Otra cosa no tiene explicación porque plantear un pulso con el entrenador de cara a la galería, como hizo al no presentarse al entrenamiento de puertas abiertas la previa de Reyes, por una supuesta y delatora gastroenteritis, se antoja extraño ya que a Messi, en ese pulso, Luis Enrique no le dura ni diez minutos.

La crisis institucional del Barcelona, que entró en barrena desde la aún no explicada dimisión de Sandro Rosell, es galopante. La decisión del presidente interino Bartomeu de anunciar la convocatoria de elecciones para final de temporada va a acrecentar la inestabilidad de un Barça que recuerda al de los años 80 y al de principios de este siglo. Unas elecciones que será bastante extrañas, por cierto, porque ninguno de los candidatos podrán anunciar refuerzos por la prohibición al Barça de la FIFA de fichar.

Se antoja que las elecciones también las decidirá Messi y ganará el candidato que pueda garantizar la continuidad del argentino. Y, a su vez, el candidato favorito será al que diga Messi que hay que votar. Otra cosa es que Leo diga públicamente que se quiere marchar a final de temporada y ni siquiera se moje en las elecciones. Ese escenario sería muy complicado para un Barça que se puede quedar hoy lunes sin entrenador.

Los que le conocen de hace años, excompañeros principalmente, no dan crédito al aguante de Lucho, como llaman a Luis Enrique sus íntimos. No entienden que el bravo asturiano no haya cogido ya la puerta y haya dejado Can Barça después de haber quedado desautorizado públicamente por Leo Messi. Los que le conocen creen que su comportamiento es extraño y nada acorde a su forma de ser y actuar. No se atreven a sentenciar que lo hace por dinero, pero es la única excusa que comprenden para justificar que esté tragando tanto.

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