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La prepotente superioridad moral y la utilización independentista de Can Barça
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Javier Gómez Matallanas

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La prepotente superioridad moral y la utilización independentista de Can Barça

Si se une esa superioridad moral a la significación pública del Barcelona como institución a favor del 'procés' de independencia de Cataluña, la percepción del Barça ha cambiado en los últimos meses

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, entre Bartomeu y Cerezo, en el palco del Camp Nou. (EFE/Alejandro García)
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, entre Bartomeu y Cerezo, en el palco del Camp Nou. (EFE/Alejandro García)

El pasado miércoles, todo el Planeta Fútbol, que estaba pendiente del partido de ida de cuartos de final de la Liga de Campeones, FC Barcelona-Atlético de Madrid, pudo comprobar una vez más cómo el Barça es el equipo más favorecido por los árbitros en el siglo XXI. Al impresionante nivel de su modelo de juego, que ha creado escuela y ha sido admirado mundialmente y que alcanzó su punto álgido con Pep Guardiola en el banquillo, el conjunto culé ha añadido un evidente y demostrable buen trato arbitral, tanto en la competición doméstica como en Europa. Lo que Alfredo Relaño bautizó como 'Villarato', ese trato de favor al Barça, pasados los años fue reconocido en todos sus extremos por Alfons Godall, exvicepresidente del Barça con Joan Laporta.

Ante las criticas generalizadas de la prensa mundial por un nuevo arbitraje que favoreció al Barça, desde el entorno de Can Barça, ese entornoque antes siempre la liaba y que desde que el Barcelona empezó a ganar regularmente está tranquilito, expresó su sorpresa porque desde el entorno del Atlético, al que sumó el del Madrid, se criticara con gran virulencia la actuación arbitral. Argumentaban que ellos no se habían quejado del gol anulado a Messi el último partido de la Liga 2013-2014, un gol que de haber subido al marcador habría dejado al Atlético sin aquel título. Y justificaban su argumento diciendo que como aquel día no se quejaron, los del Atleti no debían quejarse por la rigurosísima expulsión de Torres y la no expulsión de Luis Suárez, que lo mereció por sendas agresiones a Juanfran y a Filipe Luis, por citar dos de las acciones en las que el árbitro alemán Felix Brych perjudicó claramente al Atlético. Pero las críticas no vinieron del Atlético únicamente. Fue una reacción generalizada. En otras ocasiones de escándalo arbitral, como el árbitraje del noruego Tom Henning Ovrebo en Stamford Bridge en 2009, no hubo un clamor tan extendido. Pero el arbitraje del alemán Brych puso de acuerdo a todos menos a los del Barça y su entorno.

El dominio que viene ejerciendo el Barça este siglo XXI, con su vistoso y exitoso modelo de juego, que tratan de imitar en todos los rincones del Planeta Fútbol, ha provocado gran admiración. Pero con el paso del tiempo, el debate futbolístico que considera mejor esa manera de jugar que otras menos vistosas ha provocado que muchos defensores de la forma de jugar del Barça (es muy distinta la del Barça de Luis Enrique a la del Barça del Guardiola, por cierto, siendo mucho mejor para el arriba firmante la de Pep) defiendan su propuesta con una cierta superioridad moral, trasmitiendo que el mejor fútbol es el del Barça y que cualquier otro fútbol, de menos toque y más directo, es inferior. Ni el hecho de que con Messi, Neymar y Luis Suárez el Barça se ha convertido en un equipo que también gana partidos al contragolpe (como este curso ante el Arsenal en Londres en Champions) bajadel púlpito de la verdad absoluta del pensamiento único de su fútbol a los que consideran que los equipos que buscan ganar de una manera distinta al Barça son inferiores moralmente, porque no quieren jugar un fútbol de posesión.
Esa superioridad moral que trasmiten, ese “solo vale nuestro fútbol”, ese “solo vale ganar jugando como nosotros”, se ha interpretado como prepotencia. Así se ha percibido en los últimos años. Y aún más en las últimas semanas, cuando los opinólogos de Can Barça aseguraban que lo normal era que el Barça goleara al Madrid en el último Clásico. Pero el equipo merengue venció 1-2 al conjunto culé. En el fútbol, cuando sacas pecho te lo suelen partir. Y eso les pasóante el Madrid a todos los apósteles del fútbol único del Barça.

Si se une esa superioridad moral, algo no admisible en la ética deportiva, a la significación pública del Barcelona como institución a favor del 'procés' de independencia de Cataluña de España, la percepción del Barça ha cambiado en los últimos meses. Sumado a la antipatía y menosprecio de Luis Enrique a los periodistas y al rechazo que provoca el que siempre gana y se chulea por ello, el Barça está empezando a caer antipático. La salida de Puyol y Xavi, el protagonismo y egocentrismo de Gerard Piqué en las redes sociales, Periscope incluido, y la falta de referencias en el vestuario (Busquets, a quien le deben una merecida mejora de sueldo, y Alba, especialmente, no pueden ser líderes, y a Mascherano le consideran demasiado próximo a los entrenadores, mientras que Neymar, Suárez y Messi están muy unidos únicamente entre ellos y hay orden del club al entrenador de que a esos tres, a los de la MSN, no les puede cambiar nunca) han empezado a hacer mella en la pulcra imagen deportiva que atesoraba el Barcelona en la época de Laporta y Guardiola.

La utilización política del Barça viene dehace décadas. Se creó un relato desde los albores del ‘pujolismo’ por el cual el equipo culé había sido perseguido en el franquismo que desembocó en los del “país pequeñito de ahí arriba” de Pep. Una falacia histórica que se demuestra fácilmente en las hemerotecas y los hechos, desde el favor que le hizo el régimen de Franco al permitirjugar a Kubala sin 'transfer' internacional (era una gran propaganda dar la oportunidad a un figura de un régimen comunista) hasta las dos condecoraciones que dio el Barça al Caudillo de España por la Gracia de Dios, la última un año antes de la muerte de Franco, concretamente el 27 de febrero de 1974. Ese día, el presidente Agustín Montal, acompañado por el delegado de Educación Física y Deportes, Juan Gich (que dejó de ser secretario general del FC Barcelona para ser nombrado por Franco la máxima autoridad deportiva de España), y por el secretario general del Movimiento, José Utrera Molina, le entregó la Medalla de Oro del Barça a Francisco Franco por el 75 aniversario del club catalán. Por no hablar de que le salvó de la desaparición. Vamos, que el Barça fue apoyado por Franco igual que el régimen apoyó al Madrid a partir de los años sesenta, con las cinco Copas de Europa ganadas. Y antes de los sesenta lo había hecho con el Atlético de Aviación.

Pero esto no existe en el oficialismo culé. Desmontaría ese relato que se inventó Jordi Pujol por el que el Barça pasó a ser ‘Més que un club’ y todo se mezcló, hasta con la ayuda de intelectuales de izquierdas, y el Barça pasó a ser un equipo antifranquista y una institución abanderada de la independencia de Catalunya. Todo vale. Como homenajear a Cruyff después de haber dicho públicamente aquello de que “votar a favor de la moción de censuraes acabar con el cruyffismo. Votar sí a la moción de censura, es votar no a Cruyff". Esas frases son de Josep María Bartomeu en 2008 para pedir el votocontra Laporta en la moción de censura que le hicieron. Bartomeu es el actual presidente del Barça. El primero en revindicar la figura de Johan tras su muerte hace unos días. Es lo que hay. Eclecticismo y pragmatismo. Así es el entorno de Can Barça.

El pasado miércoles, todo el Planeta Fútbol, que estaba pendiente del partido de ida de cuartos de final de la Liga de Campeones, FC Barcelona-Atlético de Madrid, pudo comprobar una vez más cómo el Barça es el equipo más favorecido por los árbitros en el siglo XXI. Al impresionante nivel de su modelo de juego, que ha creado escuela y ha sido admirado mundialmente y que alcanzó su punto álgido con Pep Guardiola en el banquillo, el conjunto culé ha añadido un evidente y demostrable buen trato arbitral, tanto en la competición doméstica como en Europa. Lo que Alfredo Relaño bautizó como 'Villarato', ese trato de favor al Barça, pasados los años fue reconocido en todos sus extremos por Alfons Godall, exvicepresidente del Barça con Joan Laporta.