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Raúl, Guti y Maradona: tres formas muy distintas de decir adiós
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José Manuel García

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Raúl, Guti y Maradona: tres formas muy distintas de decir adiós

Raúl dejó el Real Madrid. Guti también. Maradona, 'D10s', dejó la selección de Argentina. Mejor dicho, lo dejaron; le mostraron la puerta de salida al Diego

Raúl dejó el Real Madrid. Guti también. Maradona, 'D10s', dejó la selección de Argentina. Mejor dicho, lo dejaron; le mostraron la puerta de salida al Diego y para que no se perdiera al salir le encendieron las luces de la Avenida Corrientes. A mí las salidas de estos tres tipos me producen sentimientos encontrados. Nostalgia el primero, alivio el segundo… Del tercero, risa, estupor, vergüenza, jamás indiferencia. Julio Grondona, el señor feudal del balón en el Cono Sur, sigue jugando con la bondad de los argentinos que en cosas del fútbol es infinita.

Os confieso que la marcha de Raúl González ha conseguido que las hormigas de mi estómago tiriten de pura emoción, pues me han traído los muchos buenos momentos que me hizo vivir el 'siete'. Todavía me acuerdo cómo su joven y afilada nariz casi le ensarta un ojo al veteranísimo Vierchowood. Raúl tenía 20 años y el italiano casi cuarenta, ambos cruzaron mirada de fuego pero yo siempre aposté a que el 'mocoso' madridista conseguiría apagar con su juego las ínfulas del abuelete de la Juventus.

Y puestos: un par de goles, o tres, de antología en los derbis madrileños. O varias escenas para enmarcar en memorables encuentros contra el Barcelona. O una decena de goles imposibles en aquellas noches de hace poco en la 'Champions'. O aquel gol de alta joyería ante el Vasco da Gama, en Japón, y que llevó la Copa Intercontinental a las vitrinas del Santiago Bernabéu. O varias noches de ensueño con la roja de España, con la que nunca salió a hombros.

Pero con lo que me quedo de Raúl González es con su talante profesional, su honestidad, su vergüenza torera, esa majestuosidad que le hizo ganar el respeto de todos, compañeros y rivales. Raúl, ese jugador que lo ganó todo con el Real Madrid y nada con la Selección, es uno de los grandes en la historia de España. Un grande del fútbol Mundial.

José María Gutiérrez Hernández, 'Guti', lo ha tenido todo para ser un futbolista de escándalo, pero alguien le debió hablar de pequeño de Rafael el Gallo que hipnotizó al niño Guti. 'Rafaé' veía salir de chiqueros un toro de esos que miran mal sin venir a cuento, al maestro se le rebelaban las tripas del miedo, tiraba los trastos y se lanzaba de cabeza al callejón. Igualito que Guti algunas noches: que unas veces hacía jugadas de escándalo (tacón a Benzemá, pase mirando al tendido a Raúl, quizás a Higuain, tal vez a cualquiera de blanco, no importa) y se formaba la revolución; pero otras veces las luces se iban y los rayos y los truenos se lo llevaban.

Entre las lesiones de piernas y de alma, al de Torrejón le entró un golpe de aburrimiento y desidia y fue a matar el gusanillo con el golf, su 'novia' para toda la vida. El día de su despedida guardó las emociones en un bolsillo y le dio un apretón de hombros a Jorge Valdano, que excusó a Florentino Pérez: el 'presi' está para fastos mayores, como se vio al día siguiente. Por eso Guti disfrutó, quizás como nunca, la tarde de su presentación con la camiseta del Besiktas. Resulta que lo que le faltaba a Guti era cariño, ser el número uno, como en su día lo fueron su admirado Fernando Redondo, su amigo del alma Raúl (Rulo), Beckham, Zidane, Ronaldo o Cristiano Ronaldo, ese 'niñato'.

A Maradona lo mandaron a hacer puñetas con guantes de seda y luces de neón. Julio Grondona (que tiene casi 80 años y lleva más de 30 como presidente de AFA) tenía unas ganas inmensas de despedir a 'D10s' tras el ridículo que la albiceleste hizo en Sudáfrica con la paliza que le propinó Alemania. Dicen que don Julio se arrepintió del nombramiento de Diego como seleccionador de Argentina a los quince días de hacerlo.

Pero se tiró al monte y pasó lo que todos vimos: "Que la chupen, que la sigan chupando…". Bajada a las cavernas de la autoestima de Leo Messi, el mejor futbolista del mundo, ruborizado cada vez que Diego, el más grande de todos los tiempos, le pegaba un ridículo achuchón de mofletes. Pero don Julio, el dos de FIFA (Dios, ¡en qué manos está el fútbol!), no podía despedir al 10 de todos los argentinos y de muchos más así como así.

Por ello, disparó a las ramas del gran árbol: aniquilada la curia de Maradona, a éste le saltaría su vena leal de potro arrabalero y caerían todas las murallas. A sutil no le gana nadie a Grondona, ni don Vito. Luego salió con las milongas: "Estoy dolido, yo no eché a Diego". Palabras que ofenderían al mismísimo Jorge Luis Borges si éste no fuera ciego y odiara el fútbol como los gatos al agua.

Raúl dejó el Real Madrid. Guti también. Maradona, 'D10s', dejó la selección de Argentina. Mejor dicho, lo dejaron; le mostraron la puerta de salida al Diego y para que no se perdiera al salir le encendieron las luces de la Avenida Corrientes. A mí las salidas de estos tres tipos me producen sentimientos encontrados. Nostalgia el primero, alivio el segundo… Del tercero, risa, estupor, vergüenza, jamás indiferencia. Julio Grondona, el señor feudal del balón en el Cono Sur, sigue jugando con la bondad de los argentinos que en cosas del fútbol es infinita.

Raúl González Blanco Diego Armando Maradona