España domina Europa con sus bolsillos vacíos

El destino nos ha castigado a los españoles con la crisis económica más profunda desde la Gran Guerra; el país entero siente la sensación de ir caminando sobre ascuas hirviendo y, encima, descalzo. En paralelo a esta lacra que nos muerde las entrañas y amenaza con arruinar el futuro de generaciones enteras, España ha sufrido una explosión de éxitos como nunca antes había vivido en su historia.

Parece una gran contradicción, pero pongo la mano en el fuego en que la casualidad no tiene nada que ver con este invento. El éxito se llama cantera. Y dentro de esa palabra, vive en una jaula de oro un concepto llamado planificación, que ha dado al deporte rendimientos espectaculares.

Porque un Manolo Santana, o un Seve Ballesteros o Ángel Nieto o Paquito Fernández Ochoa, flores que nacieron en el desierto de los años de la Dictadura, no se parecen en nada a los productos actuales. Ahora salen deportistas de primer nivel, cuyo talento se modela y mima hasta que explotan en la alta competición. Una política deportiva racional y adecuada dio con la mina de oro. Y a partir de ahí comenzaron a germinar los campeones.

Cuando en Barcelona '92 cayó el chorreo de medallas, seguramente una de las que mejor nos sentó fue la conseguida por el fútbol. Más que una premonición, fue un síntoma. Algo estaba cambiando en España. Los semilleros comenzaron a madurar y la fruta se desarrolló esplendorosamente un par de lustros después. Primero fueron los deportes individuales, luego llegaron en cascada los colectivos: el balonmano, el baloncesto y el último que despertó, el gigante de todos los deportes: el fútbol.

Una época de bonanza en el deporte español

España lleva años dominando Europa en las categorías inferiores. Ha sido campeona del 'Viejo Continente' en varios escalafones y desde hace cuatro años, su hegemonía en la categoría senior es absoluta. En baloncesto y en fútbol. Ningún otro país lo ha repetido en la historia del Deporte.

Los Gasol, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Iker Casillas, Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Sergio Ramos, Piqué, Cesc, Fernando Torres, Jordi Alba, David Silva, Jesús Navas, Fernando Llorente, Javi Martínez… no son colosos nacidos de una parra en un día de verano. Son producto de una planificación deportiva meticulosa en varios niveles, en diferentes territorios de la península, mucho de ellos coordinados, pero todos con un denominador común: el desarrollo del talento, algo que, al parecer, tiene mucho que ver con la genética española. Al menos, los resultados así lo manifiestan.

Pero esto no es flor de un día. Desde atrás vienen empujando generaciones de deportistas con hambre y talento, gente dispuesta a empuñar el relevo de nuestros futbolistas o nuestros gigantes del baloncesto. El deporte es un bálsamo que dulcifica el sufrimiento que el españolito de a pie sufre día a día. Muchos se preguntan por este misterio/contradicción. Si nos va de seda en el deporte, ¿por qué nos va por los suelos en lo económico?  ¿Por qué nos encontramos en el furgón de cola de la Economía de Europa si este país es una primera potencia mundial en el deporte? Esa es la gran pregunta, el gran misterio. Qué pena que los políticos no tomen nota, y tampoco sepan responder. Qué pena que miren más a otra parte en lugar de a las personas.