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La Liga, el horario búho y un marrón que no se comerán los grandes
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José Manuel García

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La Liga, el horario búho y un marrón que no se comerán los grandes

España es diferente pero en el tema de los horarios de fútbol a alguien se le escapó la tortuga. La Liga de Fútbol Profesional ha dado

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La Liga, el horario búho y un marrón que no se comerán los grandes

España es diferente pero en el tema de los horarios de fútbol a alguien se le escapó la tortuga. La Liga de Fútbol Profesional ha dado muestras inequívocas de cuáles son sus objetivos; en esta línea, el aficionado ocupa una posición muy atrasada, quizás la última. El objetivo número de la Liga es el dinero, el fútbol queda tres escalones abajo.

Eso de jugar a las cinco de la tarde (cuando llegue el otoño, que ahora lo que apetece es jugar a las ocho o, como mucho, a las nueve) y terminar el choque cuando el sol languidece y requiera de la ayuda de los focos artificiales, ya es una moda a punto de extinguirse. Los dueños de la sala de máquina del fútbol hispánico han dado un volantazo hacia el más difícil todavía. Ahora ya no vale llevarse el bocata al fútbol, con la camiseta del equipo de tu alma; lo que vale ahora es llevar un botellín de leche y un pijama. La Liga se ha inventado el fútbol de dos días.

El papel de José Luis Astiazarán, presidente de la LFP, no deja de ser ambiguo y torticero. Lo tiene claro, te sonríe, da la mano y se tira de cabeza en los brazos del abogado Javier Tebas, vicepresidente in pectore de la LFP, hombre fuerte de este organismo y cuyos tentáculos son poderosos. Esta especie de Torquemada y Conde-Duque de Olivares del fútbol, tiene controlado el grueso del pelotón de Segunda y maneja el barco a su antojo, que va curiosamente de la mano de los dos grandes. Al resto, ni nombrarlos. Para Tebas y su Liga, el resto de los equipos no existe.

Pero conviene recordar que este hábil y codicioso jurista está curtido en batallas subterráneas y guerras sucias, no en vano ha militado al lado de personajes del lustre de Pitterman, Ruiz-Mateos o Lopera. Es un experto en los concursos de muchos equipos, esa ley que paga mal y tarde o nunca a los deudores, una trampa legal por donde se ha escapado más de un avispado.

Pues bien, este urdidor de vericuetos ha sido el que ha diseñado la franja horaria del fútbol y que ha generado el rechazo general de los aficionados, con un 35 por ciento menos de asistencia. España, una vez más, concentra la atención de Europa, pero en esta ocasión no es por la belleza demoledora de su fútbol, sino por el ridículo horario, que hace que, una vez cenado, te plantes un domingo por la noche en el estadio, y amanezcas el lunes en el mismo estadio. No sé si gritaremos gol, pero roncaremos como nadie.

Alguien como Manuel Pellegrini, el entrenador del Málaga Champions, un tipo habitualmente ponderado, mostraba su contrariedad: “Quiero ver si el Real Madrid, Barcelona o Valencia juegan un día a las once”. Se refería a sus compañeros de viaje en el torneo más prestigioso de Europa. El Málaga jugará unos cuantos partidos en horarios buho, el Atlético (Enrique Cerezo está enfrentado abiertamente con Tebas) se estrenó el domingo, pero le aguardarán más domingos y lunes de madrugada, lo mismo que el Sevilla o el Espanyol y los equipos vascos, curiosamente los que forman el núcleo duro que lucha a brazo partido por una mayor igualdad en el fútbol y en el reparto de las ganancias por televisión.

De momento, el Estado ha mostrado “interés” en el asunto y ha prometido meter el cuerpo en una situación que preocupa a todos. Pero los partidos siguen, los aficionados lo sufren y piensan en una segunda alternativa: no ir al fútbol. La Liga lo está consiguiendo.

España es diferente pero en el tema de los horarios de fútbol a alguien se le escapó la tortuga. La Liga de Fútbol Profesional ha dado muestras inequívocas de cuáles son sus objetivos; en esta línea, el aficionado ocupa una posición muy atrasada, quizás la última. El objetivo número de la Liga es el dinero, el fútbol queda tres escalones abajo.