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Xavi, Raúl, Guti, Casillas y la mentira de los contratos vitalicios
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José Manuel García

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Xavi, Raúl, Guti, Casillas y la mentira de los contratos vitalicios

El hecho de que España sea la primera potencia mundial del fútbol no la sustrae de ciertos hábitos surrealistas, que denota el grado de altivez

Foto: Xavi, Raúl, Guti, Casillas y la mentira de los contratos vitalicios
Xavi, Raúl, Guti, Casillas y la mentira de los contratos vitalicios

El hecho de que España sea la primera potencia mundial del fútbol no la sustrae de ciertos hábitos surrealistas, que denota el grado de altivez desquiciante de los dirigentes de los principales equipos de la piel hispánica. Estos se han inventado una de las mentiras más absurdas de los últimos tiempos: el contrato vitalicio. Sandro Rosell, presidente del Barça, se ha agarrado a la cintura de Xavi Hernández, uno de los faraones de la afición, y ha anunciado que quiere atar al talentoso jugador “de por vida”. Y por los siglos de los siglos.

Se supone que el próximo en “caer” será el racial Carles Puyol, esencia del barcelonismo de toda la vida, al que quiere endiñarle esa pócima estúpida vitalicia.

En el Real Madrid hubo un presidente pintoresco, aficionado a salir en las fotos y maestro inigualable de los brindis al sol: Ramón Calderón. Tres de esos contratos bravucones hizo: A Raúl González, a Guti y a Iker Casillas. Tres iconos del Real Madrid, que se hicieron la foto con el personaje, que proclamó a los cuatro vientos que el trío terminaría su vida futbolística luciendo la zamarra blanca. Al primer chaparrón se marcharon Guti y Raúl, y todavía no han vuelto, y nadie les espera.

Iker Casillas, cuyo amor/odio con José Mourinho es público y notorio (tan enquistado o más que el que se profesan el portugués con Sergio Ramos), no tiene muy claro que su futuro encuentre un hueco bajo los techados del club de Concha Espina. Al menos mientras Mou siga manejando los hilos deportivos del equipo. Casillas y Sergio Ramos se encuentran en el centro de la diana. Dos intocables frente al “Special one” y Florentino Pérez, que anda enfrascado en los menesteres de alargar su vida presidencial unos cuantos años más, sonriendo a la grada y sin encarar del todo la papeleta: o unos o el otro. Como para pensar en contratos para toda la vida.

Xavi Hernández sonríe y responde a los halagos de eternidad que le ofrecen con un silencio inteligente. El genio del pase corto y el que mejor maneja los tiempos del mundo, se encuentra como pez en el agua pululando por los recovecos del Camp Nou, su casa de hace más de tres lustros, pero sabe mejor que nadie que el jabón o el azúcar se van en cuanto el balón deje de entrar y los años se agarren a sus piernas como garrapatas de acero. Por eso disfruta el momento, sonríe y calla. Aplaude cuando Messi o Iniesta alzan un trofeo individual y mira con ojos de monje bueno al presidente: Vamos, anda. Vayamos a otra cosa, parece decirle sin despegar la boca. A Xavi Hernández que no le vengan con éstas.

El hecho de que España sea la primera potencia mundial del fútbol no la sustrae de ciertos hábitos surrealistas, que denota el grado de altivez desquiciante de los dirigentes de los principales equipos de la piel hispánica. Estos se han inventado una de las mentiras más absurdas de los últimos tiempos: el contrato vitalicio. Sandro Rosell, presidente del Barça, se ha agarrado a la cintura de Xavi Hernández, uno de los faraones de la afición, y ha anunciado que quiere atar al talentoso jugador “de por vida”. Y por los siglos de los siglos.

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