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Toril va a la guerra con Mourinho armado con tirachinas
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José Manuel García

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Toril va a la guerra con Mourinho armado con tirachinas

Sobre los tejados del Real Madrid se observa una clara columna de humo. Alguien ha encendido un cigarrillo y ha quemado las cortinas. No se quema

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Toril va a la guerra con Mourinho armado con tirachinas

Sobre los tejados del Real Madrid se observa una clara columna de humo. Alguien ha encendido un cigarrillo y ha quemado las cortinas. No se quema la casa pero la cocina arde. José Mourinho, el general Bonaparte, lleva tiempo mirando atrás y percatándose de que uno de sus mariscales de campo, Alberto Toril, entrenador del Castilla, baila un son que no le gusta. Va por libre. Le aguanta la mirada. Su música tiene otra letra. Mourinho ha sacado el hacha.

Toril, cuyo corto palmarés está trufado de éxitos (el ascenso a 2ª del Castilla, su máximo logro), ha plantado un chalet adosado en medio de una nube de rascacielos, lo que ha exasperado al entrenador portugués, que siente cómo camina por las alfombras del Bernabéu con una china mordiéndole la planta del pie. Ya ha lanzado mensajes a la planta noble, aunque el guante del portugués sigue en el suelo. Florentino Pérez y José Ángel Sánchez, que tras el ascenso del Castilla a la categoría de plata renovaron a Toril hasta el 2015, han hecho todo lo posible para evitar el estropicio, pero la actuación de Mourinho en la rueda de prensa  previa a la Copa, sacando papelitos y aportando datos y nombres, se interpreta como toda una declaración de guerra.

Aunque el técnico luso elude el  término “guerra”, “esa definición no me gusta mucho”, Mourinho ha sido contundente: “Tiene (Toril) que decidir si para él es más importante terminar quinto, cuarto, noveno o décimo con el Castilla, o si es más importante ayudar a la progresión de un jugador en una posición que el entrenador del primer equipo considera fundamental”.

Mourinho quiere un camino, diseña una estrategia a seguir y Alberto Toril, por cualquier razón, galopa en otra dirección. Al portugués le gustaría que Nacho, un avispado zaguero central, de buen talante técnico y físico, actúe de lateral (con Marcelo y Coentrao lesionados), pero el técnico de los castillistas mira a otro lado y sigue colocando a Nacho como zaguero central.  Mourinho  quiere que el canario Jesé, una de las joyas madridistas, juegue en punta, pero en el filial lo hace de mediapunta o, como dice el luso, “de nueve y medio”.

Esta concatenación de discrepancias ha sembrado de minas la Ciudad Deportiva de Valdebebas, cuyas paredes retumban con los tambores de guerra.

Lo cierto es que Mourinho, equivocado o no, es el que manda, por tanto el máximo responsable del primer equipo madridista, al que le lloverán los palos si el objetivo (hacer del Real Madrid un equipo campeón) no se logra. Por ello quiere máxima facilidad en todos los ámbitos. “Nosotros”, ha dicho Mou, “jugamos un sistema diferente al Castilla. En el primer equipo existe el siete, el nueve, el diez y el once. Porque no jugamos en 4-4-2. Nuestros jugadores de banda juegan altos y los del Castilla juegan bajos en dos líneas de cuatro. Hay pocos puntos de contacto entre los modos de jugar y en ese sentido los chicos salen un poquito perjudicados”.

La declaración del portugués no es una invitación a un guateque. El técnico ha puesto las cartas sobre la mesa. Las cartas y la pistola. Toril, que debe sentir algún soplido cálido en sus orejas de alguien de la parte alta para actuar de esta manera y encarar el desafío, se hace el sordo. Parece dispuesto a la guerra con Mourinho. Los analistas lo ven ya perdedor, como cuando los últimos tiros y el descabalgamiento de Valdano. Está equivocado el cordobés. Toril hace frente a Mourinho con tirachinas.

Sobre los tejados del Real Madrid se observa una clara columna de humo. Alguien ha encendido un cigarrillo y ha quemado las cortinas. No se quema la casa pero la cocina arde. José Mourinho, el general Bonaparte, lleva tiempo mirando atrás y percatándose de que uno de sus mariscales de campo, Alberto Toril, entrenador del Castilla, baila un son que no le gusta. Va por libre. Le aguanta la mirada. Su música tiene otra letra. Mourinho ha sacado el hacha.

José Mourinho