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Algo pasa en el Barcelona cuando sus vacas sagradas piensan en marcharse
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José Manuel García

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Algo pasa en el Barcelona cuando sus vacas sagradas piensan en marcharse

El Barcelona va a ser campeón de Liga pero ha llegado al final fundido y con el tanque de las reservas rayando el cero. Ya no

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Algo pasa en el Barcelona cuando sus vacas sagradas piensan en marcharse

El Barcelona va a ser campeón de Liga pero ha llegado al final fundido y con el tanque de las reservas rayando el cero. Ya no es el equipo indómito que miraba a los demás y sentía vértigo por la distancia que sacaba a sus rivales. Esa distancia se ha acortado y sufre sangre para ganar. La dependencia de Messi es un hecho irrefutable y nadie quiere darse cuenta. Sin él, los azulgrana tocan fondo y pierden. Al anuncio de despedida de Valdés, se ha unido la posible marcha de Puyol. El inmovilismo del Barça huele a futuro batacazo.

Valdés se quiere marchar y ha anunciado que su decisión es irrevocable. Carles Puyol, aunque no lo ha voceado, pero ha dejado caer que no le importaría terminar en otro equipo. El capitán no ha disfrutado este año. Las lesiones siguieron disparándole, pero Puyol ha visto demasiados partidos en el banquillo y eso no le gusta un pelo al capitán.

Los medios de comunicación afines al Barça han tratado de poner sordina al grave roto que le produjo el Bayern en la semifinales de Champions. Los alemanes marcaron siete goles y dejaron su puerta a cero. Lo hiriente de todo esto no han resultado las dolorosas cifras, sino la sensación de impotencia que ha dejado el equipo.

Messi anduvo al 30% de su nivel físico durante el primer choque de la eliminatoria. En el segundo partido no jugó y el desgarro que produjeron los alemanes fue todavía mayor. Muchos miran en dirección al banquillo, pero no lo vocean por timidez. Y pudoroso respeto. Lo cierto es que Tito Vilanova gestionó pésimamente la situación; en Múnich se le vieron momentos de bloqueo mental, algo muy grave para un entrenador del Barça.

En Liga, con Messi en el banquillo, el Betis mantuvo entre las cuerdas al equipo. La salida del argentino resultó balsámica. Las últimas actuaciones ponen en evidencia el peso decisivo del mejor jugador del mundo en el equipo. Pero, en ocasiones, ni la manguera del mejor futbolista del planeta llega para sofocar un pavoroso incendio.

Parece que en la planta noble siguen mirando películas de otra galaxia y persisten en su discurso triunfalista. “No hacen falta muchos cambios para que sigamos siendo un equipo de primer nivel”, ha comentado en los últimos días Tito Vilanova, lo que demuestra que vive alejado de la fea realidad. O se niega a encararla.

A Messi lo han exprimido hasta la saciedad, no han reservado con inteligencia a su mejor baluarte. Y Xavi Hernández y Andrés Iniesta, sus mejores socios, han dado muestras de fatiga en este último tramo. Lo mismo ha ocurrido con Busquets. Elementos como Cesc Fábregas no han disfrutado de momentos importantes y cuando sonó el timbre para colocarse en el lugar estelar, resbaló estrepitosamente. Cesc Fábregas ha pasado a un segundo término. El ex jugador del Arsenal ha perdido la confianza de Tito.

Thiago Alcántara, un futbolista llamado a ser el faro del futuro del Barça, se ha quedado enganchado en alguna parte y su rol, pese a su juventud, solo da para ser mera comparsa.

En el vestuario azulgrana, tan hermético y alegre en otros tiempos, quedan muchas cuentas pendientes. Valdés no seguirá. Puyol mira su estela. David Villa encarará ofertas del exterior. Puede que Tello también. Y AlexisDaniel Alves se siente a gusto en Barcelona. Pero no le hace ascos a nada. Leo Messi no abre la boca, pero su mirada lo dice todo. Necesita apoyos para seguir creciendo. Pero el crack argentino sólo escucha malas noticias a su alrededor. En la parte noble siguen batiendo palmas y viviendo en otro hemisferio. El domingo celebrarán el título y se descorchará champán. Pero al Barça le queda un largo verano de trabajo, porque  Messi no puede vivir todo el tiempo de su inspiración y la buena estrella de Iniesta. El batacazo desde las alturas puede ser histórico. Este Barça necesita con urgencia un reconstituyente.

El Barcelona va a ser campeón de Liga pero ha llegado al final fundido y con el tanque de las reservas rayando el cero. Ya no es el equipo indómito que miraba a los demás y sentía vértigo por la distancia que sacaba a sus rivales. Esa distancia se ha acortado y sufre sangre para ganar. La dependencia de Messi es un hecho irrefutable y nadie quiere darse cuenta. Sin él, los azulgrana tocan fondo y pierden. Al anuncio de despedida de Valdés, se ha unido la posible marcha de Puyol. El inmovilismo del Barça huele a futuro batacazo.