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La confianza de Carlo Ancelotti en ​Di María y 'su cosita' de los milagros
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José Manuel García

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La confianza de Carlo Ancelotti en ​Di María y 'su cosita' de los milagros

En un arrebato torticero, se agarró sus cosas tras ser sustituido en el partido contra el Celta. Ahora es un volcán de energías puesto en manos del equipo

Foto: Di María, durante un partido de la presente temporada (Cordon Press)
Di María, durante un partido de la presente temporada (Cordon Press)

Angel Di María es un tipo que nunca pasa desapercibido. Cuando jugaba en los arrabales de Rosario gambeteaba como un descosido y tras hacer un gol lanzaba una especie de grito, que ponía en pie de guerra a sus compañeros de pandilla. Soltaba una especie de hipo-alarido-huracanado, entre rugido de león joven y gallo ronco, que fue modulando con el paso del tiempo. Su voz cambiópero no su figura. Y mucho menos su fútbol. El Fideo jamás deja a nadie indiferente.

Su sangre es caliente y sus nervios parecen de cristal. En el vestuario del Real Madrid dicen que va por libre, que no se acoda con nadie y ríe con todos. Los que están con él aseguran que es un tipo solidario, que siempre va de frente. Los que se encuentran en la otra orilla del sentimiento, pasan de puntillas: aseguran que es enemigo malo.

Carlo Ancelotti ha puesto las dos manos en el fuego por el argentino cuando a éste lo situaron más allá del Bernabéu, por eso se subió a las paredes cuando Di María, en un arrebato torticero, se agarró sus cosas tras ser sustituido en el partido contra el Celta. Medio Real Madrid quería comerse al Fideo, el otro medio seguía incendiado. El italiano, tras hablar con él, lo miró de frente y le dio una colleja de padre. “Y ahora”, le dijo, “arréglalo como mejor sabes”. Fueron seis palabras llenas de pólvora y confianza las que pronunció el italiano y que sirvieron para que Di María arrancara sus motores.

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Desde aquella primera semana de enero, el rosarino es un volcán de energías puesto en manos del equipo. Y Ancelotti ha encontrado su triángulo perfecto: Xabi Alonso en el eje, Luka Modric ocupando el flanco derecho y Ángel Di María tomando posesión del izquierdo. Tras mucho devanarse los sesos, Ancelloti encontró por fin el relevo ideal del lesionado Khedira. Con esta terna, el Real Madrid aúna fútbol de alta alcurnia y un derroche descomunal de generosidad. Xabi-Modric-Di María amurallan su portería (la zaga ya no se siente tan desprotegida como antes) y Gareth Bale, Benzemay Cristiano Ronaldo se sienten más cómodos en sus acciones y pueden descargar todo su talento sobre el área rival.

El 4-3-3 que realiza el Real Madrid funciona ahora con precisión matemática y hace que hoy el equipo blanco viaje a la velocidad de crucero. No encaja goles, sigue con la pólvora caliente, ha recuperado el terreno y sopla el cogote al Atlético y el Barcelona. Buena culpa de ello lo tiene la recuperación para la causa de Ángel Di María, al que muchos le mostraron el callejón de salida y ahora ha logrado revertir la situación.

Es uno de los importantes para Ancelotti, que cuida mucho los detalles y anda con ojo avizor para que no se produzcan más episodios destemplados. Al menos hasta final de temporada. Luego se verá. Di María, que amplió su contrato la temporada pasada, vuelve a sonreíry se ha hecho con el favor de una parte importante de la gradería madridista. Di María tiene un hueco en el equipo, dejando en el banquillo a jóvenes cachorros del plantel, como Isco o Illarramendi. Estos, junto con Jesé, forman la vanguardia de hombres para el primer relevo. Di María ha prometido al entrenador no realizar aspavientos y acatar las decisiones. Ha prometido que sólo tendrá ojos para el equipo. Y no se tocará sus cosas. Ya no hace falta: se obró el milagro.

Angel Di María es un tipo que nunca pasa desapercibido. Cuando jugaba en los arrabales de Rosario gambeteaba como un descosido y tras hacer un gol lanzaba una especie de grito, que ponía en pie de guerra a sus compañeros de pandilla. Soltaba una especie de hipo-alarido-huracanado, entre rugido de león joven y gallo ronco, que fue modulando con el paso del tiempo. Su voz cambiópero no su figura. Y mucho menos su fútbol. El Fideo jamás deja a nadie indiferente.

Gareth Bale
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