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Leo Messi no quiere moverse del Barcelona ni por todo el oro del mundo
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José Manuel García

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Leo Messi no quiere moverse del Barcelona ni por todo el oro del mundo

Ese es el mensaje que el jugador argentino ha dado a Papá Jorge para que lo haga llegar a la planta noble del club y en concreto a Josep María Bartomeu

Foto: Messi, durante un partido del Barcelona (EFE)
Messi, durante un partido del Barcelona (EFE)

¿Ha vuelto Messi? Se preguntan unos cuantos estos días tras ver cómo El Principito o la Pulga o el 10, en un abrir y cerrar de ojos, levantó el partido frente al Athletic, una contienda que muchos, incluyendo culés, creían derramada al suelo. Messi no se fue. Ni se irá. Por mucho que caiga un chaparrón de dinero en Can Barça o en Can Messi.

Ese es el mensaje que el jugador ha dado a Papá Jorge (Messi) para que se lo haga llegar a la planta noble del club y, a ser posible, a Josep María Bartomeu, presidente de una directiva en la que un tercio no oculta su predisposición a escuchar ofertas por el que ha sido (y es) santo y seña del club azulgrana. Las cosas.

“Leo no se mueve de Barcelona ni por todo el oro del mundo”, me dijo ayer un amigo perteneciente al círculo cerrado del futbolista, que añadió: “Volverá con más fuerza que nunca, si es que alguna vez se fue”. Messi lleva unos meses muy duros: lesiones, problemas fiscales, el nacimiento de su hijo, Thiago, una bendición para toda la familia, pero un acontecimiento que quebró su rutina triunfadora. Demasiadas circunstancias para digerir en la vida del mejor jugador del mundo, acostumbrado hasta ese momento a respirar victorias y a jugar al fútbol. Esas circunstancias (el fisco, las lesiones, su hijo…) alejaron a Leo Messi de su mejor amiga: la pelota. Y de alguna forma le hicieron ver que también es humano. Y falla.

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En los últimos partidos se ha podido ver de manera grosera fallos impropios de un rey de la pelota. Messi, que parecía poseer el don de la infabilidad, también erraba. Un tipo con un porcentaje abrumador de aciertos, parece que ahora sufre una leve erosión en su visor. Antes disparaba y su remate entraba besando los palos y haciendo inútil la estirada de los cancerberos. Ahora sus remates salen fuera ante la incredulidad de todos. Ocurrió el día de la final frente al Real Madrid y se repitió el último domingo.

El futbolista y su entorno se lo toman con calma. Tiene veintiséis años y la varita mágica (su talento) jamás se perdió, sólo tienen que volver las cosas a su sitio, una vez que la digestión de las circunstancias antes mencionadas se ha producido. Ahora lo que Messi quiere es que le llegue en cascada una cadena de buenas noticias: la ampliación de su contrato (ha dado orden de un arreglo), que aliviará tensiones y despejará dudas. Messi sigue con su viejo sueño, que no es otro que el de retirarse en el Barça y, como estrambote, jugar una última temporada testimonial en el club de sus inicios, el Newell´s Old Boys argentino. Otra buena noticiaseríala continuidad del andaluz Pinto, su mejor amigo dentro del plantel, que se ha ganado a pulso seguir en el Barcelona un año más.

Leo Messi, que ha vivido últimamente momentos tensos conel Tata Martino,asumirá un cambio en la dirección del plantel, lo mismo que la irrupción de nuevos compañeros y las bajas de otros. El genial futbolista (con el Mundial de Brasil entre ceja y ceja) se encuentra abierto a los nuevos tiempos que aterrizarán en Can Barça. Lo digerirá todo.Es ley de vida. Porque lo más importante quedará: Messi, su fútbol.

¿Ha vuelto Messi? Se preguntan unos cuantos estos días tras ver cómo El Principito o la Pulga o el 10, en un abrir y cerrar de ojos, levantó el partido frente al Athletic, una contienda que muchos, incluyendo culés, creían derramada al suelo. Messi no se fue. Ni se irá. Por mucho que caiga un chaparrón de dinero en Can Barça o en Can Messi.

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