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Reyes, entre el sueño de un título con el Sevilla y prolongar la maldición del Benfica
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José Manuel García

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Reyes, entre el sueño de un título con el Sevilla y prolongar la maldición del Benfica

El Sevilla tiene una cita con la historia en la gran final de la Europa League ante el Benfica. Reyes sueña desde que era niño con vivir ese momento de gloria

Foto: Reyes será un jugador fundamental en la gran final de la Europa League (EFE)
Reyes será un jugador fundamental en la gran final de la Europa League (EFE)

Un día como ayer, 12 de mayo de 2010, el Atlético se proclamaba campeón de la Europa League al vencer al Fulhan inglés con dos tantos del uruguayo Forlán. En las filas de aquel atlético con dientes de veneno (Forlán-Kun Agüero) destacaba José Antonio Reyes, un estilista zurdo que desde el callejón del siete aportaba pases de gol con una generosidad apabullante. Era el Atlético de Quique Sánchez Flores, un técnico con tanto fútbol como duende en las venas, que creía a pie juntillas en el talento por encima del músculo y las malas artes.

Dicen que los artistas se entienden con el roce sutil de una mirada. Quique creyó en Reyes desde el principio. Por eso se lo llevó al Benfica cuando en el Atlético de Abel y del mexicano Aguirre, el mago de Utrera olía a desbandada. Y en el Benfica, rival del Sevilla este miércoles, Reyes, jugó una temporada con más luces que sombras hasta el punto de que los portugueses quisieron retenerlo un año más. Pero Quique, que aterrizó en el Atlético, quiso juntar una montaña de talento en la delantera rojiblanca: Simao Sabrosa, Kun Agüero, Diego Forlán y Reyes… Un cuarteto que rompía moldes, pero sobre todo hacía trizas las redes adversarias. El utrerano rizó más el rizo y frente al Inter, en la Supercopa de Europa celebrada en Mónaco, hizo el primer gol e hilvanó muy buenas jugadas. El Atlético era una máquina de fútbol y el Inter de Rafa Benítez un gato a punto de comerse la madeja. Reyes fue proclamado mejor jugador de aquella final.

Pero Reyes, más de Utrera que los mostachones, más sevillano que el Giraldillo, quería regresar a su tierra, cansado de ver mundo y dormir en paisajes diferentes. Por eso se tiró de cabeza ante la posibilidad que se le abrió para regresar a Sevilla. Reyes, que ganó ligas con el Arsenal y el Real Madrid, una UEFA y una Supercopa de Europa con el Atlético, quería hacer de carne un sueño que llevaba de chico: Ganar un título con el equipo de su alma, con el Sevilla. "Para mí estar aquí es ya un sueño. Sólo pensar que podemos ganar la UEFA (Liga Europa) me hace tan feliz que me cuesta creerlo".

Lo dice mientras prepara las maletas para viajar con los blancos rumbo a Turín, donde se enfrentará a un Benfica con mucha sed y un hambre infinita. Un equipo que en el presente curso se ha hecho con el trono de Portugal, pero lleva décadas tocando pelo en Europa y anda harto de dejar sus narices en la puerta futbolística del continente. Con Bela Guttman, su técnico, aquel Benfica de Eusebio, Coluna, Germano, Torres y Simoes, ganó dos Copas de Europa, en 1961 y 1962 (frente al Barcelona y Real Madrid, respectivamente), pero en junio de ese año el técnico fue despedido. Con el alma rota, Bela Guttman sentenció: "El Benfica no volverá a ganar un título en Europa en los próximos 100 años".

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En el club del águila lisboeta están hasta la coronilla de la maldita leyenda y Jorge Jesús, su afamado técnico con nombre de telenovela, asegura que el “Benfica va a ganar, porque tiene armas suficientes para hacerlo ante un rival de la categoría del Sevilla”. Y es cierto: los argumentos que esgrimen los benfiquistas son poderosos. Ganaron la Liga y la Copa de la Liga y ahora van a por la Europa League para rematar con la Copa de Portugal. Cuatro títulos en un año que puede ser histórico. El valor de mercado del plantel del Benfica duplica al de los emergentes valores sevillistas.

Reyes, que conoce el Benfica por dentro, sabe del hambre y la calidad que gasta su ex equipo. “El que manda en la defensa es Luizao, que es un gran futbolista, pero en el resto de las líneas tienen mucha calidad”.Unai Emery confía en las virtudes de Reyes, por encima de Marko Marin, el fichaje estrella del Sevilla en esta temporada, un fiasco procedente del Chelsea, convertido en segundón del utrerano. Pero Reyes ofrece magia en una mano y ladrillo en la otra. Embarrancó en la ida frente al Oporto, deslumbró en el choque de vuelta; pero en la semifinal con el Valencia, el fútbol de Reyes se quedó en casa.

En los últimos días, Emery acentúa sus contactos con el utrerano, un excepcional lanzador de los veloces Bacca, Gameiro o el canario Vitolo (por cierto, tanto el francés como el canario son serias dudas a estas horas: Gameiro sufre un esguince leve en la rodilla y Vitolo, un leve desgarro muscular) pero un mediocre defensor. Si Reyes no se ofrece al juego colectivo (transiciones ataque-defensa), el Sevilla puede tener un grave problema, como así sucedió en el partido de Mestalla. El técnico sevillista le pide al genial 19 un último esfuerzo. “Tenemos que darlo todo ante un gran equipo”, ha dicho Emery. El premio del título continental merece la pena.Y cumplir un sueño.

Un día como ayer, 12 de mayo de 2010, el Atlético se proclamaba campeón de la Europa League al vencer al Fulhan inglés con dos tantos del uruguayo Forlán. En las filas de aquel atlético con dientes de veneno (Forlán-Kun Agüero) destacaba José Antonio Reyes, un estilista zurdo que desde el callejón del siete aportaba pases de gol con una generosidad apabullante. Era el Atlético de Quique Sánchez Flores, un técnico con tanto fútbol como duende en las venas, que creía a pie juntillas en el talento por encima del músculo y las malas artes.

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