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A propósito del Barça, ¿qué le pasa a Piqué?
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José Manuel García

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A propósito del Barça, ¿qué le pasa a Piqué?

De aquel Gerard Piqué que las críticas de los analistas colocaron en la cima del mundo apenas queda un vago recuerdo. Sin Puyol, parece un torero en Moscú...

Foto: Piqué no encuentra su sitio en el Barcelona de Luis Enrique (EFE)
Piqué no encuentra su sitio en el Barcelona de Luis Enrique (EFE)

La derrota del Barça en París, la primera de la era Luis Enrique, ha dolido y supongo que al técnico asturiano le habrá sentado como si se hubiera abrazado a una estatua de hielo. El irreductible Barça, con la pared sellada en Liga, le hicieron en París tres goles, dos de elloshuelen que atufan a verbeneros. El primero, por alto: David Luiz (un tipo de 1,90) le ganó la partida de cabeza a Mascherano (1,74). El segundo, un despiste colectivo con varios protagonistas: Daniel Alves, en la luna de Valencia, Rakitic que se contagió y Ter Stegen que se quedó dudando si ir a cazar moscas o salir corriendo. Como ninguno hacía nada, el italiano Verratti (1,67) puso la cabeza. Esta concatenación de errores la vio Gerard Piqué desde el banquillo. A propósito del Barça, ¿qué pasa con Piqué?

De aquel Gerard Piqué que las críticas elogiosas de los analistas colocaron en la cima del mundo apenas queda un vago recuerdo. O puede que todavía quede alguna capa. En el Barça, junto a Carles Puyol, Piqué formó una dupla defensiva histórica. Hastiado por tantas lesiones, el capitán Puyol agarró el petate, colgó las botas y se hizo con una ristra de bolígrafos y cintas de vídeos para subir a la planta noble a echarle una mano a Zubizarreta en la parcela técnica del club. Sin Puyol, al que las lesiones lo mantuvieron fuera de las canchas losdos últimos años, Gerard Piqué parece un torero en Moscú o un esquimal en Marbella. El nieto de Amador Bernabéu, desubicado, se ha quedado sin chispa, sin esa punta de energía que le aportaba Puyi, un tipo capaz de mantenerlo en tensión y cuyas miradas eléctricas tanto le encandilaban. Un jugador encastado como es Mascherano le ayudaba, pero el argentino no es Puyol, capaz de agarrar por la pechera a un tipo de 1,92 cuando el gigantón sufre una pájara.

¿Está listo de papeles en el Barça Gerard Piqué? Pienso que no. Al espigado zaguero internacional, un tipo muy inteligente, le va a venir muy bien estas horas de banquillo, la realización de una sana autocrítica para saber que su camino se puede reconducir y volver a ser uno de los mejores defensas del mundo. A Piqué no se le olvidó el fútbol, aunque perdió la perspectiva. Luis Enrique, que ha visto escrupulosamente cada partido que realizó el Barça el pasado año, vio cómo el 3 barcelonista desvarió más de lo debido y se cayó demasiadas veces de la cucaña. Por eso fichó al zurdo Mathieu y pasó a Mascherano a la derecha.

Elogiado por Luis Enrique

Luis Enrique quiere dotar al equipo de velocidad y potencia. Mascherano y Mathieu son más rápidos que Piqué, en la Liga funcionan a la perfección, pero en la noche de París esa defensa de vértigo tuvo demasiados problemas en los costados y no fue capaz de taponar las vías de aguas producidas. Tampoco fue capaz de salir de la presión asfixiante que le sometieron los parisinos. Desbordados Dani Alves y Jordi Alba (el catalán padeció un suplicio en la marca del brasileño Lucas Moura, tan rápido como el ex valencianista), nublado Rakitic, se echó de menos lasalidade balón que propicia Piqué. Piqué y Busquets se entienden con los ojos cerrados pero Luis Enrique tenía que elegir entre la invicta dupla liguera (Mascherano-Mathieu) o refrescar la zaga con la entrada de Piqué. Quizás se habría ganado potencia por alto y no habría dado muestras de fragilidad en los balones aéreos… Esta vez, el Barça salió perdiendo con la elección del técnico.

A Piqué, que no da muestras de impaciencia y cuya actitud profesional ha sido elogiada en público por Luis Enrique, no le queda otra que esperar su momento. Es un futbolista con unas condiciones magníficas: contundente, mucha envergadura y gran talento. El fútbol no se le olvidó. Mascherano y Mathieu, más veloces y explosivos, le ganan la partida en la Liga. A Piqué no le queda otra que esperar su turno. Pero la paciencia tiene fecha de caducidad y suele tener astillas en el corazón de los grandes.

La derrota del Barça en París, la primera de la era Luis Enrique, ha dolido y supongo que al técnico asturiano le habrá sentado como si se hubiera abrazado a una estatua de hielo. El irreductible Barça, con la pared sellada en Liga, le hicieron en París tres goles, dos de elloshuelen que atufan a verbeneros. El primero, por alto: David Luiz (un tipo de 1,90) le ganó la partida de cabeza a Mascherano (1,74). El segundo, un despiste colectivo con varios protagonistas: Daniel Alves, en la luna de Valencia, Rakitic que se contagió y Ter Stegen que se quedó dudando si ir a cazar moscas o salir corriendo. Como ninguno hacía nada, el italiano Verratti (1,67) puso la cabeza. Esta concatenación de errores la vio Gerard Piqué desde el banquillo. A propósito del Barça, ¿qué pasa con Piqué?

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