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Isco es la nueva perla de la Selección pero Carlo Ancelotti le pide mucho más
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José Manuel García

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Isco es la nueva perla de la Selección pero Carlo Ancelotti le pide mucho más

En la faceta defensiva de Isco quiere incidir el técnico, que le invita a participar en los achiques y robo de balón, y le demanda una continua tensión en todas las jugadas

Foto: Isco, durante un partido de la presente temporada (EFE)
Isco, durante un partido de la presente temporada (EFE)

De repente, el fútbol español y los medios informativos, tan hambrientos de ídolos, descubren a Isco. El madridista, un futbolista nacido al sol del Benalmádena, que vio luz en Valencia, deslumbró en Málaga, aprieta los dientes en el Real Madrid y amanece en la Selección de Vicente Del Bosque. Isco, Francisco Román Alarcón Suárez, no deja indiferente a nadie y menos a los que huelen talento.

Isco no es un futbolista cualquiera, ni agacha la mirada ante el entrenador. Lo demostró una vez con Unai Emery, el hoy sevillista. Emery, un tipo con vocación canterana y fama de moldeador de figuras, chocó en hueso con Isco. Con 17 años, el malagueño tenía prisas y no se ajustó a los tiempos de Emery, que sabía de su calidad pero le pedía paciencia. En medio de las crisis económica, apareció el jeque del Málaga, Al-Thani, depositó la cláusula de rescisión (seis millones), y la joven perla costasoleña regresó a su tierra. Manuel Pellegrini, el técnico chileno, le dio la camiseta de titular con 18 años y de lo demás se encargó Isco.

El jeque, que ante todo es negociante, dio el pelotazo con Isco. En dos años sacó 24 millones limpios por el futbolista. Entrado el verano de 2012 se lo llevó el Real Madrid abonando 30 millones. El Real Madrid lo fichó el mismo día que esperaban al jugador Pellegrini y la plana mayor del Manchester City, club con el que el entorno de Isco llegó a concretar pero se evaporó el acuerdo. El fútbol muchas veces parece una dama vestida de seda con puñales en el escote y la intrahistoria del aterrizaje del de Benalmádena en el Santiago Bernabéu tiene rincones por descubrir y silencios ocultos.

El estreno de Isco Alarcón como madridista, temporada última, dejó un reguero de luces y sombras. El Real Madrid, campeón de la décima Copa de Europa, pero Isco que comenzó con fuerza, fue dejando racimos durante el desarrollo del último ejercicio. Perdió la vitola de titular y aunque amarró minutos, vio demasiados partidos del equipo desde el lugar que menos desea: el banquillo.

Carlo Ancelotti, el entrenador, es consciente del gran talento que atesora Isco pero también le ha hecho saber al jugador de sus carencias: debe asumir más conceptos defensivos y moldear más su físico. En este plano, el futbolista se ha puesto a trabajar y de momento con resultados espectaculares: ha bajado cuatro kilos y su porte es mucho más estilizado, lo que facilita sus movimientos. En la faceta defensiva de Isco quiere incidir el técnico, que le invita a participar en los achiques y robo de balón, y le demanda una continua tensión en las jugadas. Ancelotti le pide que cuando pierda el cuero (es el futbolista que más balones diluye) no baje los brazos, sino que pelee en la recuperación.

Ancelotti cree en Isco, por eso desaconsejó su traspaso y dio informe negativo cuando este verano algunos clubes, sobre todo el Manchester City, llamaron a la puerta madridista para llevarse a Isco. Pellegrini no se olvida de su ex pupilo. El chileno, descontento con la irregularidad del francés Nasri, sueña con juntar a Isco en la camada donde pastan purasangres como David Silva, Kun Agüero y Yayá Touré. Por eso, pese a la negativa blanca, el City dejó caer que volvería a intentarlo en el mercado invernal.

Tras el asentamiento de Isco Alarcón en la Selección (Del Bosque ha murmurado a los suyos que es el recambio natural de Iniesta), donde se ha hecho con un hueco, parece muy difícil que el malagueño deje el Real Madrid. Le toca convencer a Ancelotti. Alejado por un tiempo amplio el croata Modric, Isco tiene una bonita oportunidad para reivindicarse y reclamar su sitio. Al puesto también pugnan el alemán Khedira y su amigo, el vasco Illarramendi. Según los analistas, Isco tiene la mano. Le toca solo a él y a su talento mover ficha. Le esperan los madridistas y Pellegrini.

De repente, el fútbol español y los medios informativos, tan hambrientos de ídolos, descubren a Isco. El madridista, un futbolista nacido al sol del Benalmádena, que vio luz en Valencia, deslumbró en Málaga, aprieta los dientes en el Real Madrid y amanece en la Selección de Vicente Del Bosque. Isco, Francisco Román Alarcón Suárez, no deja indiferente a nadie y menos a los que huelen talento.

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