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Álvaro Rama

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Cuatro operaciones y 327 días después, Del Potro inicia una nueva carrera

Tras entrar cuatro veces en el quirófano, el tenista volvió a escena en Delray Beach después de 327 días en la sombra. Una eterna tortura para cualquier espíritu deportivo

Foto: Del Potro fue durante años el azote de los primeros del 'ranking', hasta que las lesiones le sacaron del circuito. (Reuters)
Del Potro fue durante años el azote de los primeros del 'ranking', hasta que las lesiones le sacaron del circuito. (Reuters)

Cuando se aproximan los siete años de su primer título del Grand Slam (¡siete!), un mazazo al por entonces dominio cerrado en la élite del tenis masculino, parece irremediable echar la vista atrás y añorar lo que pudo ser, mirar al futuro y plantear qué será u observar el presente y valorar lo que es. Juan Martín del Potro, como aspirante a romper el orden reinante ha sido, por desgracia, una historia de interrupciones constantes hasta rozar lo cruel. En Indian Wells, segundo torneo para el de Tandil en 2016, el argentino volvió a dejarse notar (superando a Tim Smyczek, gobernó un partido en Masters 1000 tres años después), al jugar con Tomas Berdych se plantó de nuevo ante uno de los 10 mejores (algo inédito desde la Copa de Maestros 2013, la última vez que se codeó entre los más fuertes) y marcó el inicio de un futuro incierto tras su cuarta cirugía, la tercera en la muñeca izquierda (ninguno de los regresos previos sobre esa región sobrevivió a los dos meses de competición, todo un golpe a la moral y un precedente que tumbaría la voluntad del más obstinado).

Juan Martín pasa por ser una figura clave en el tiempo moderno del tenis masculino. Con su triunfo en Nueva York en la temporada 2009, su silueta resalta en la historia como el único jugador capaz de interponerse entre Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic en 30 Grand Slams, la excepción entre las ediciones de 2004 y 2011 de Wimbledon. Un jugador que se aupó hasta el puesto cuatro cuando el discurso del tenis masculino encumbraba al llamado 'big4' donde no estaba incluido y, de hecho, levantando su primer grande antes que el último de ellos (Andy Murray). En definitiva, un jugador característico, propio de las demandas del juego actual: una vertical interminable que roza el segundo metro, una movilidad notable para semejante corpachón y un argumento poderoso para el juego recto -golpe de derecha seco-, de los que impactan visto desde las primeras filas.

Dos eternos años

“Estoy en el buen camino para mejorar en el futuro”, declaró el tandilense tras ponerse el mono en California y darse el gusto de regresar a un gran estadio. El mismo en el que en 2013 sentó a Novak Djokovic y Andy Murray de forma consecutiva antes de tener a Rafael Nadal contra las cuerdas en la lucha por el título. Apartando del camino a los mejores. Siendo en realidad uno de ellos. El argentino, que volvió en Delray Beach tras 327 días en la sombra, una tortura para cualquier espíritu deportivo, se dio continuidad en Indian Wells y ya anunció su disposición para vestirse de corto en Miami en un puñado de días. Noticias que son victorias para quien tiene un reloj a cámara lenta. “Voy a entrenar otra vez, lo cual es una buena señal”, declaraba al hacer pública su voluntad de acudir a Florida.

“Me sentí mucho mejor que en Delray Beach, siento que avanzo, pero al no estar al cien por cien todavía es muy difícil para mí enfrentarme a jugadores tan buenos como los que juegan este torneo”, apuntando a la necesidad de seguir jugando para recuperar la forma, de trabajar mental y físicamente en casa pero con el requisito de curtirse a fuego en competición. “¡Es la única manera!”, destacó. “Me siento bien porque pude jugar un buen primer set tras casi dos años sin participar en torneos”, recordó el argentino tras competir a Berdych y poner la mente sobre cursos testimoniales, acumulando entre 2014 y 2015 apenas 14 encuentros. “No entrené con ellos al comienzo del torneo y era mi primera vez ante un top10. Estuvo bien, pero estoy muy lejos de mi mejor nivel. Y esto es un objetivo”, subrayó

Abuso del 'slice'

Para plantear el regreso el argentino se refugió en su técnico de la infancia, Marcelo Gómez, una figura destacada en sus inicios y un regreso a las raíces en este nuevo tramo. “Voy a tratar de construir una nueva carrera para mí”, cuyas proyecciones al levantar su primer mayor en 2009 -con apenas 21 años, el más joven en coronar un evento de ese calibre desde Rafael Nadal en Roland Garros 2005- deben ser muy distintas para un perfil camino de los 28 con una carrera salpicada de parones. “Estoy lidiando todavía con los problemas de mis muñecas. Tengo que hacer muchos tratamientos cada día. No me importa si era capaz de batir a grandes jugadores en el pasado o si podré llegar a hacerlo en el futuro. Simplemente trabajo duro para mejorar de nuevo mi juego”, reconoce. La tarea es doble para Del Potro, necesitado de nivel y forzado en ocasiones a jugar como un hombre con un solo brazo.

Obligado en el impacto de revés a abandonar la doble empuñadura con frecuencia y optar por el abuso del 'slice', un tiro secundario en la época de la potencia pero una forma de proteger la articulación debido a las dolencias en la muñeca izquierda. “Después de tres operaciones en esa zona no va a ser sencillo para mí. Quiero jugar al tenis. No me importa si tengo que sobrevivir con este tipo de dolores, con reveses cortados… Intento hacer lo máximo con lo que tengo”; explica.

Para Juan Martín, que reconoció haber estado cerca de dejar el deporte profesional meses atrás, la misión es reconstruirse con la incógnita de contar siquiera con el cuerpo entero. Sabiendo que un revés a medio gas es “insuficiente” para pelear por las principales copas pero con la ambición de volver a ser quien fue. La voz que interrumpía el discurso esperado. Ahora a fuego lento.

Cuando se aproximan los siete años de su primer título del Grand Slam (¡siete!), un mazazo al por entonces dominio cerrado en la élite del tenis masculino, parece irremediable echar la vista atrás y añorar lo que pudo ser, mirar al futuro y plantear qué será u observar el presente y valorar lo que es. Juan Martín del Potro, como aspirante a romper el orden reinante ha sido, por desgracia, una historia de interrupciones constantes hasta rozar lo cruel. En Indian Wells, segundo torneo para el de Tandil en 2016, el argentino volvió a dejarse notar (superando a Tim Smyczek, gobernó un partido en Masters 1000 tres años después), al jugar con Tomas Berdych se plantó de nuevo ante uno de los 10 mejores (algo inédito desde la Copa de Maestros 2013, la última vez que se codeó entre los más fuertes) y marcó el inicio de un futuro incierto tras su cuarta cirugía, la tercera en la muñeca izquierda (ninguno de los regresos previos sobre esa región sobrevivió a los dos meses de competición, todo un golpe a la moral y un precedente que tumbaría la voluntad del más obstinado).

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