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El hambre de los veteranos y la conciliadora Conchita para reconquistar la Copa Davis
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Álvaro Rama

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El hambre de los veteranos y la conciliadora Conchita para reconquistar la Copa Davis

El tenis español ha vuelto al Grupo Mundial, lugar que, por tradición tenística, nunca debió abandonar. Ahora toca fijar nuevas metas y cómo cumplirlas para volver a ser los dueños de la ensaladera

Foto: Ferrer, Nadal, López y Feliciano después de tumbar a la India en la Davis. (EFE)
Ferrer, Nadal, López y Feliciano después de tumbar a la India en la Davis. (EFE)

Que el potencial es suficiente para estar en el escalón más alto quedaba fuera de toda duda. Que el engranaje de las piezas era una labor a tomar con mano izquierda, con diplomacia dentro del vestuario, ha quedado claro. Tras dos años sobreviviendo en la segunda división, ni siquiera entre los mejores 16 equipos del mundo, y llegando a estar a un paso de tocar la tercera categoría, España por fin ha asegurado su regreso a la élite del tenis en Copa Davis. La voluntad del grupo por salir a flote y ganarse de nuevo un puesto en la escena ha dado sus frutos. Y ahora, ¿qué? ¿Es el ascenso un éxito en sí mismo para una nación con los argumentos de España? ¿Supone una garantía de éxito a corto plazo? ¿Qué le espera al país en la temporada 2017?

Foto: El equipo español, tras la victoria contra India (Reuters)

Los esfuerzos por mantener una atmósfera de diálogo y esfuerzo por el bien común hechos por Conchita Martínez, cuya renovación debe decidirse al final del año, pocas veces quedaron más patentes que en la serie ante India. Donde tanto capitana como jugadores antepusieron un interés coral para dar forma al plan trazado. Así, y en una eliminatoria que requería un desplazamiento enorme apenas unos días después de disputar un Grand Slam, en una serie donde el premio a obtener era un ascenso, optar a poder pelear la copa dentro de 14 meses, el grupo congregado no pudo ser más fuerte. Rafael Nadal y David Ferrer, los dos jugadores más poderosos a nivel individual del tenis español durante la última década, junto a Marc López y Feliciano López, los tenistas con mayor brío presente en la especialidad por parejas.

Logrado el primero de los objetivos, devolver al país a la primera línea de competición, el siguiente escalón está por escribir. De entrada, tener el compromiso suficiente para mantener el equipo en ese estatus. Necesario para ello es contar con una fuerza media notable para salvar cualquier barrera. Después, buscar decididamente las opciones para volver a optar por un título intocable desde 2011, pero hecho para países como España, con un fondo de armario amplio y contundente. Eso, no obstante, implica regularidad en las convocatorias, disponibilidad amplia durante una temporada apretada y la tendencia de anteponer el hambre de grupo al plan personal.

“No hay que hablar de ello de nuevo, queremos volver a ganar la Copa Davis”, señaló Ferrer en Nueva Delhi después de superar a la India por un contundente 0-5 que supuso el regreso del tenis español al Grupo Mundial.

Los veteranos tienen ganas

La apetencia del núcleo veterano (Feliciano, Marc y David compiten con 34 años, Nadal ya lo hace con 30) parece una de las claves de mayor dimensión, sobre todo en un país con la eclosión de los talentos jóvenes todavía por madurar, y uno de los grandes aportes de la era de Martínez al frente del banco. Atrás quedaron, por el momento, las frecuentes referencias a la necesidad de que nuevos rostros tomen el relevo en la competición. En esas, el horizonte que se abre en 2017 será notorio para ver el rumbo que toma el país en Copa Davis. Sin el estímulo de un requerimiento olímpico que justifique algunas presencias pero ya con la opción de volver a tocar la copa por primera vez desde 2014, será interesante observar desde el primer momento cada movimiento.

La siguiente eliminatoria, a disputar del 3 al 5 de febrero de 2017, cinco días después del Open de Australia, puede ser una clave para los próximos años. Tras dos años fuera de la élite, España ni siquiera será cabeza de serie en el sorteo a celebrar en Londres este mismo jueves, una realidad que incrementará la dificultad del rival. Además, y tras seis eliminatorias consecutivas a domicilio, la probabilidad de emprender otro viaje es mayor que la de competir en casa (se jugaría en territorio español ante Gran Bretaña, República Checa o Bélgica, se visitaría a Francia, Argentina, Suiza, Croacia o Serbia).

Ahora, y con los peldaños de la escalera ya aparentemente colocados en su lugar, comienza el reto de volver a tocar el techo para una generación que domó la competición como ninguna otra en los últimos años.

Que el potencial es suficiente para estar en el escalón más alto quedaba fuera de toda duda. Que el engranaje de las piezas era una labor a tomar con mano izquierda, con diplomacia dentro del vestuario, ha quedado claro. Tras dos años sobreviviendo en la segunda división, ni siquiera entre los mejores 16 equipos del mundo, y llegando a estar a un paso de tocar la tercera categoría, España por fin ha asegurado su regreso a la élite del tenis en Copa Davis. La voluntad del grupo por salir a flote y ganarse de nuevo un puesto en la escena ha dado sus frutos. Y ahora, ¿qué? ¿Es el ascenso un éxito en sí mismo para una nación con los argumentos de España? ¿Supone una garantía de éxito a corto plazo? ¿Qué le espera al país en la temporada 2017?

Rafa Nadal