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La nueva sanción de la UEFA obliga al Barcelona a defender las esteladas
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Gemma Herrero

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La nueva sanción de la UEFA obliga al Barcelona a defender las esteladas

Al Barcelona se le han agotado las vía diplomáticas con la UEFA y ahora no tiene más remedio que ponerse serio. No era el plan original, no se sienten cómodos, pero no les han dejado otra salida

Foto: El Camp Nou, repleto de esteladas durante un partido del Barça en el Camp Nou (REUTERS)
El Camp Nou, repleto de esteladas durante un partido del Barça en el Camp Nou (REUTERS)

Al Barcelona se le han agotado las vía diplomáticas con la UEFA y ahora no tiene más remedio que ponerse serio. No era el plan original, no se sienten cómodos en el papel, pero no les han dejado otra salida que hacerse los valientes. Ayer, después de que se supo que la UEFA volvía a sancionar al club catalán con 40.000 euros por la exhibición de banderas independentistas durante el primer encuentro ante el Bayer Leverkusen el pasado 29 de septiembre, los teléfonos en las oficinas echaban humo. Tuvieron tiempo de reaccionar ya que el equipo viajaba en esos momentos hacia Bielorrusia y en el avión estaba Jordi Mestre, el vicepresidente deportivo, a quien le tocó dar la cara. Josep María Bartomeu, que se quedó en Barcelona, no ha vuelto a hacerlo públicamente desde que ganó las elecciones y, todo el que le conoce, sabe que para él enfrentarse a la UEFA es como sacarse una muela: no hay otro remedio.

Pese a la creencia popularmente extendida en España sobre que el club azulgrana se ha posicionado a favor de la independencia, nada más lejos de la realidad. El perfil de Josep María Bartomeu no es, ni ha sido nunca, cercano al independentismo. Si dio su apoyo a la campaña 'Guanyarem' fue más obligado que otra cosa. Se trataba de no quedar mal, de no salir retratado justo en un momento en el que todo el mundo le estaba mirando antes de las elecciones, de no sobresalir. Por entonces daba también ruedas de prensa y aparecía en actos públicos. Es decir, que era una pose, no era él. Estaba en campaña, sin más.

El presidente azulgrana, siempre que puede, sonríe, se ajusta las gafas y a otra cosa mariposa. No se descarta que lleve tatuado 'Líos 0' en algún sitio y su estrategia tras saber que el Barça había sido sancionado con 30.000 euros por la UEFA tras la final de la Champions de Berlín fue la esperada: quietecitos y sin hacer ruido.

Bartomeu y compañía vendieron que tenían el asunto controlado y que lo mejor era la vía diplomática y hacer pedagogía con la UEFA y algunos medios de comunicación se lo compraron. Frente a la postura desinhibida de Laporta, se valoraba la prudencia de Bartomeu, más diplomático, se suponía que más listo y menos imprudente; menos torete, en definitiva. Así, se dio por sentado que era una estrategia inteligente no recurrir la sanción de la UEFA, no arremeter frontalmente y explicar con cuidadito qué eran las banderas esteladas y que la afición del Barcelona iba a seguir exhibiéndolas sin que el club pudiera hacer nada al respecto. Con la nueva multa de ayer, 40.000 euros, la táctica conservadora le ha estallado en plena cara y ya no tiene más remedio que enfadarse, con lo que a él le cuesta.

“Estamos sorprendidos. Recurriremos la sanción de la UEFA y si es necesario llegaremos a la justicia ordinaria. Lucharemos hasta el final y no entendemos por qué, por un hecho que no incita a la violencia, nos debe tratar así la UEFA”, dijo anoche Jordi Mestre recién aterrizado en Bielorrusia. Las banderas esteladas, independentistas, no son oficiales, pero no están prohibidas, ni son anticonstitucionales, ni hacen apología de la violencia. Es decir, que se mire por donde se mire, la UEFA no debería sancionar el derecho a expresarse libremente de los aficionados del Barcelona. Si además se compara la multa de 40.000 euros con los 20.000 al Benfica y los 11.000 al Atlético tras el lanzamiento de bengalas en el estadio rojiblanco, la injusticia es evidente. Tanto es así que el Barcelona de Bartomeu se ha visto obligado a salir de la cueva y plantar cara, cuando no era ese ni mucho menos su plan.

El hecho de que el próximo domingo se celebre la Asamblea de socios compromisarios también cuenta. La multa de la UEFA ha llegado en el incómodo momento en el que la Junta está preocupada por vender a sus socios que Qatar es la única opción de patrocinio que les asegura seguir siendo competitivos. Pese a generar dudas éticas y morales, en los últimos días en el club todo gira en torno a convencer a sus socios de que dicho patrocinador es la mejor alternativa. Mestre no mintió ayer al asegurar que la sanción de la UEFA les había sorprendido, pero al pillarles a contrapié no han tenido más remedio que hacer justo lo que tanto habían evitado: plantar cara.

Al Barcelona se le han agotado las vía diplomáticas con la UEFA y ahora no tiene más remedio que ponerse serio. No era el plan original, no se sienten cómodos en el papel, pero no les han dejado otra salida que hacerse los valientes. Ayer, después de que se supo que la UEFA volvía a sancionar al club catalán con 40.000 euros por la exhibición de banderas independentistas durante el primer encuentro ante el Bayer Leverkusen el pasado 29 de septiembre, los teléfonos en las oficinas echaban humo. Tuvieron tiempo de reaccionar ya que el equipo viajaba en esos momentos hacia Bielorrusia y en el avión estaba Jordi Mestre, el vicepresidente deportivo, a quien le tocó dar la cara. Josep María Bartomeu, que se quedó en Barcelona, no ha vuelto a hacerlo públicamente desde que ganó las elecciones y, todo el que le conoce, sabe que para él enfrentarse a la UEFA es como sacarse una muela: no hay otro remedio.

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