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Leo Messi y la teoría del frutero del Mercat de la Boquería
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Gemma Herrero

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Leo Messi y la teoría del frutero del Mercat de la Boquería

Cuando el argentino está sobre el campo, el partido no puede estar equilibrado. Para que así sea tendría que disputar una parte del encuentro con cada equipo, pues así de relevante es su figura

Foto: Leo Messi marcó el primero de los dos goles del Barcelona en Sevilla. (Reuters)
Leo Messi marcó el primero de los dos goles del Barcelona en Sevilla. (Reuters)

Un amigo que tiene un puesto de frutería en el Mercat de la Boquería en Barcelona me dijo, ya hace años, una frase sobre Leo Messi que no dejo de recordar cada dos por tres: “Desde que está Messi, esto del fútbol no vale. Para comprobar qué equipo es mejor en un partido, él debería jugar una parte con uno y la segunda con el otro. Si no, no vale”. Ayer me volví a acordar de él. Porque no hay análisis táctico que resista a la influencia del argentino sobre el terreno de juego. La nueva exhibición del azulgrana volvió a ser la clave de un partido precioso y disputado que tuvo dos partes que no se parecieron en nada la una a la otra. En la primera, Leo tuvo un chispazo. En la segunda, fue un vendaval. Y como solo juega en un equipo, el Barça se llevó la victoria.

Foto:  Messi y Luis Suárez fueron los goleadores del Barcelona. (Marcelo del Pozo/Reuters)

El equipo de Luis Enrique estaba grogui perdido a merced del Sevilla, que se había adelantado en el minuto 14 con gol de Vitolo. En un encuentro de vértigo, el Barça estaba sufriendo tanto como lo hizo en el Etihad el pasado martes en Champions. El centro del campo no existía, el Sevilla llegó a rematar hasta en nueve ocasiones y solo la falta de acierto no certificó el naufragio azulgrana. Y en pleno meneo apareció Messi, a tres minutos del descanso, para salvar a su equipo con otro gol a su víctima preferida, son ya nada menos que 27 tantos en 29 partidos los que ha marcado al Sevilla.

Tras el descanso, el 'crack' jugó unos primeros 15 minutos primorosos, un tacón de Luis Suárez a Messi en el 53’ terminó en córner de milagro, cinco minutos después se fue de cuatro en una baldosa y disparó alto. Y así, dale que dale como un martillo pilón, hasta que combinó con el uruguayo, llevándose él como si fuera el flautista de Hamelín a todos los sevillistas habilitando a Suárez para que rematara a Sergio Rico.

Ponerle pausa

Tras el oxígeno de adelantarse en el marcador después de haberlas pasado canutas, el Barça tuvo circulaciones más largas de pelota, intentó poner un poco de pausa, Denis Suárez ayudó en el centro del campo y el conjunto culé aprovechó los espacios del conjunto de Sampaoli para plantarse en el área en un pim-pam. También tuvo el Sevilla sus ocasiones, como una mala salida de Ter Stegen tras un córner que casi caza N’Zonzi, pero el marcador ya no se movió.

Desde que Messi reapareció tras su lesión en la segunda parte ante el Deportivo, solo ha fallado a su cita con el gol en un único partido: frente al Granada. En el resto ha marcado en todos, tres al City en el Camp Nou, dos en Mestalla, uno en el Etihad y ayer en Sevilla. En total, ocho goles en seis partidos. “No se trata de tocar teclas, sino de un contexto general, intentamos ponerle pausa en el segundo tiempo, aunque ya habéis visto que de pausa el partido tuvo poco y estuvo abierto hasta el último minuto, porque aunque generamos muchas ocasiones, no supimos cerrarlo”, declaró Luis Enrique tras volver a ganar en el Sánchez Pizjuán, donde nadie lo había logrado esta temporada.

Así que los matices, los cambios tácticos, las pizarras, los automatismos, las ayudas de los interiores, la presión y lo que usted quiera. Que sí, que vale, que el fútbol es un deporte de equipo en el que juegan once contra once, pero cuando está Messi, el asunto no está nunca equilibrado. Y son muchas las ocasiones en las que vuelvo sin remedio a la teoría del frutero y me pregunto qué hubiera pasado si en la segunda parte del partido Messi hubiera jugado con el Sevilla y no con el Barça. Nunca lo sabremos, pero a ver quién es capaz de asegurar que mi amigo no tiene razón. Yo, desde luego, no.

Un amigo que tiene un puesto de frutería en el Mercat de la Boquería en Barcelona me dijo, ya hace años, una frase sobre Leo Messi que no dejo de recordar cada dos por tres: “Desde que está Messi, esto del fútbol no vale. Para comprobar qué equipo es mejor en un partido, él debería jugar una parte con uno y la segunda con el otro. Si no, no vale”. Ayer me volví a acordar de él. Porque no hay análisis táctico que resista a la influencia del argentino sobre el terreno de juego. La nueva exhibición del azulgrana volvió a ser la clave de un partido precioso y disputado que tuvo dos partes que no se parecieron en nada la una a la otra. En la primera, Leo tuvo un chispazo. En la segunda, fue un vendaval. Y como solo juega en un equipo, el Barça se llevó la victoria.

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