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Las trampas de Sharapova no le quitan su billete de primera clase a Madrid
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Las trampas de Sharapova no le quitan su billete de primera clase a Madrid

El torneo de Ion Tiriac ha decidido optar por el márketing y darle una invitación a la rusa. Poco han tenido en cuenta la limpieza del deporte y la importancia de la lucha contra el dopaje

Foto: Maria Sharapova con el trofeo de campeona de Madrid en 2014 (Reuters)
Maria Sharapova con el trofeo de campeona de Madrid en 2014 (Reuters)

El torneo de Madrid ha ganado la pelea de la publicidad. Añadir a Maria Sharapova en el cuadro final por medio de una 'wild card' era un seguro para las relaciones públicas. Medios de todo el mundo se hacen eco del tema, pues ella es una estrella mundial a la que el circuito, desde el punto de vista del márketing, echa de menos. Era un movimiento comunicativo lógico, ya que normalmente las invitaciones a tenistas no conceden ni unas líneas en la prensa, todos los torneos lo hacen sin repercusión ninguna, y esto otorga un espacio, que es lo que se busca.

No ha sido el primer torneo en anunciar la presencia de la rusa, aunque sí el más importante por el momento. Antes lo hizo Stuttgart, sin sorpresa de nadie. El patrocinador de ese evento, Porsche, es uno de los principales financiadores de la carrera de Sharapova y a nadie se le escapaba que esa vinculación iba a dar con la exnúmero 1 en el cuadro final del campeonato alemán.

Foto: Sharapova, en una foto reciente (Facebook)

Todo es una cuestión de dinero, por ese lado es imposible dudar de que un torneo es más atractivo con la carismática Sharapova que sin ella. Ahora bien, quedarse en esto es reducir el tenis a un balance de cuentas, aceptar la primacía del 'business' y despreciar muchos de los valores que con tanta frecuencia se cacarean cuando se habla de deporte. Sí, Sharapova es una estrella y un activo financiero, pero también es una tramposa, una sanción por uso de meldonio que la tiene inhabilitada para la práctica deportiva hasta el mes de abril así lo asegura.

Es cierto, para ese momento ya habrá expurgado su historial. Técnicamente volverá a ser una más y todo lo que desde ese momento consiga no tendrá mácula alguna. El problema, claro, es que determinados torneos, entre los que se encuentra Madrid, no lo van a hacer normal. Han decidido quitarle a Sharapova el engorro de jugar previas, de tener que recuperar su sitio en el tenis mundial. La rusa tiene todo el derecho a jugar, el problema está en dar privilegios a quien no los merece. Van a devolverla a la élite por la vía rápida, con el billete de primera clase en lugar del duro camino que tendría cualquiera de sus compañeras, menos atractivas para el espectador, sí, pero también más limpias. Van a hacer que su sanción no tenga más consecuencia que un tiempo sin competir, otras tendrían que empezar de nuevo desde lo más bajo.

Foto: Sharapova, en Chicago (Facebook)

Hay una injusticia intrínseca aquí. Sharapova no ha bajado en los rankings por un bajón de forma ni por una lesión o una racha mala de resultados. Lo ha hecho, única y exclusivamente, porque fue desleal al deporte, porque no siguió las reglas e hizo caso omiso a las prohibiciones, grave pecado en un profesional. Su puesto en el torneo de Madrid le concede una medida de gracia a quien no ha sido graciosa, le arrebata la posibilidad de esa dádiva a una joven en progresión o a una de esas muchas trabajadoras del circuito que ahora mismo no tienen la clasificación automática y nunca han sido pilladas en un renuncio. Ellas tendrán que pasar por la fase previa si quieren jugar en Madrid, para ellas no hay billete de primera clase.

Y el caso es que no sorprende. Quien conoce el Mutua Madrid Open sabe que la decisión de Sharapova no ha sido difícil de tomar, más bien al contrario. Es más, si hace unos meses hubiese que valorar qué gran torneo, este sin duda lo es, iba a llamar el primero a la gran Maria, muchos hubiesen apostado por el de la capital española. Es un evento con personalidad propia, diferente a los demás, rupturista con la tradición y no vinculado a un club, como pasa en otros lados. Y esto es, a la vez, su mayor fortaleza y el origen de sus contradicciones.

placeholder Sharapova, en una presentación de Porsche (EFE)
Sharapova, en una presentación de Porsche (EFE)

La mano de Tiriac

El Madrid Open es un torneo especial, el más innovador, el que cada año se inventa algún concepto. A veces con más suerte que otras, pero siempre diferente. Es casi un reto anual ver cuál es la nueva idea que querrá revolucionar el tenis mundial y que se presenta en la Caja Mágica. Para entenderlo hay que saber quién es Ion Tiriac, dueño y mente pensante del campeonato. Histrión, diferente, extenista y millonario, a Tiriac nada le importa lo que digan los demás, también, por qué no decirlo, le importa bastante poco lo que piensen los demás. No se inmuta por las críticas al poner azafatas como recogepelotas o porque los tenistas clamen contra la tierra azul —aquí, eso sí, terminó reculando, aunque sigue convencido de que tenía razón—. Para él todo está supeditado al negocio, y así lo demuestra en sus declaraciones, con esa capacidad legendaria de dejar caer que se va a llevar el torneo a un lugar donde le quieran más, una amenaza con solera y que le ha valido de bastante, pues el Ayuntamiento le ha ido concediendo casi siempre lo que ha pedido.

En ese contexto era lógico que se le regalara a Sharapova una invitación y se anunciara con fuegos artificiales. Sin el peso de la tradición, pues Madrid no tiene de eso, el torneo siempre ha podido moverse por intereses algo diferentes a los de otros eventos del año. A Tiriac la vertiente moral de darle una 'wild card' a la tenista rusa le da un poco lo mismo, él solo mira la cuenta de resultados, no la justicia o el mensaje que se está mandando con una decisión así.

Foto: Sharapova anunció su positivo este lunes en una rueda de prensa en Los Ángeles (Jayne Kamin-Oncea/USA TODAY Sports)
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Porque sí, detrás de esto hay un mensaje. El torneo de Madrid está diciendo que no importa el dopaje, que la limpieza es algo secundario en estos casos y que está bien premiar a quien ha ensuciado el deporte siempre y cuando eso de un beneficio económico. El Open es una empresa, mucho más que cualquier otro evento dentro del tenis, funciona como tal y se mueve con las directrices que lo haría una multinacional con escrúpulos limitados. Eso tiene ventajas, ayuda a crecer, otorga posibilidades y quita problemas. Pero también genera injusticias y mensajes alarmantes. Invitar a Sharapova es uno de esos.

Podrán decir, y tendrán razón, que no son los únicos en reinsertar a Sharapova por la vía rápida. La WTA dijo que la recibían con los brazos abiertos, sus patrocinadores se han mantenido con ella, hasta la ONU ha decidido que retome su puesto de embajadora de buena voluntad. Todos se mueven por lo mismo que el torneo de Madrid, la noción de que esta tenista es especial y su presencia suma. A nadie le importa la limpieza del deporte.

El torneo de Madrid ha ganado la pelea de la publicidad. Añadir a Maria Sharapova en el cuadro final por medio de una 'wild card' era un seguro para las relaciones públicas. Medios de todo el mundo se hacen eco del tema, pues ella es una estrella mundial a la que el circuito, desde el punto de vista del márketing, echa de menos. Era un movimiento comunicativo lógico, ya que normalmente las invitaciones a tenistas no conceden ni unas líneas en la prensa, todos los torneos lo hacen sin repercusión ninguna, y esto otorga un espacio, que es lo que se busca.

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