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De Guindos, entre ponerse una vez rojo o cien colorao tras la segunda gran mentira
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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De Guindos, entre ponerse una vez rojo o cien colorao tras la segunda gran mentira

La semana pasada contábamos por estos lares que nuestros tecnócratas del PP empezaban a dejar en buen lugar a los inoperantes ministros del PSOE con tantas

La semana pasada contábamos por estos lares que nuestros tecnócratas del PP empezaban a dejar en buen lugar a los inoperantes ministros del PSOE con tantas contradicciones, reprobaciones y discordancias hacia al pueblo que les votó, al que le ha metido un estoconazo nada más comenzar la función, y entre ellos mismos, especialmente por la bicefalia entre Cristóbal Montoro y Luis de Guindos.

 

En tiempo récord acaban de certificar que tienen que rectificar sobre cómo van a resolver el problema de la banca. El ministro de Economía decía apenas 48 horas que la reestructuración del sector financiero se iba a hacer sin recurrir a la ayuda pública, es decir, al bolsillo de usted y al mío, ambos, me temo, esquilmados por tantos impuesto –IBI, basuras, bomberos, etcétera-, impuesto por esos concejales, consejeros de comunidades y ministros con una cara más dura que el cemento.

 

De Guindos y sus compadres habían aireado que el nuevo mapa bancario se haría mediante el sacrificio de los beneficios de las entidades, ya que a los ciudadanos ya se les había pedido demasiado. Buen principio y mejor intención. Sin embargo, nuestro tertuliano favorito, ese hombre que veía de maravilla los toros –y el tenis- desde la barrera, se ha dado cuenta al bajar a la arena que el morlaco tiene unos pitones que asustan, especialmente porque tomar medidas drásticas perjudica y mucho a determinados amigos –ah, don Rodrigo-, a los que se niega a firmar su más que merecida defunción.

 

Don Luis, un gran teórico dubitativo al estoque, ha visto que esa cuadratura del círculo es equívoca. Tras reunirse con los presidentes de BBVA, Santander y Caixabank, amén de la mayoría de los bancos de inversión –Goldman Sachs, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Rothschild, Citi, etcétera- y las consultoras internacionales –Price, KPMG, Deloitte-, ha comprobado que para arreglar las cuentas de la banca habrá que tirar de cualquier tipo de ayuda pública. Sobre todo porque los tres grandes se han negado a salvar a su colega Rato sin un paracaídas financiado por el Estado.

 

La idea es certera. Para que el crédito vuelva a fluir, la banca tiene que reconocer su enorme agujero de ladrillo. Una vez que se provisione hasta un nivel adecuado la pérdida, los balances estarán saneados y el negocio –dar crédito a cambio de comisiones- volverá a funcionar. Asunto resuelto para el bien de todos. Pero el cómo hacerlo es lo importante porque nadie con dos dedos de frente entenderá que se vuelva a socorrer a la banca mientras siguen ganando miles de millones y recibiendo cientos de dividendos.

 

La factura la deben de pagar los que han montado la fiesta, los que se emborracharon con bonus indecentes y stock options millonarias, pese a que la consecuencia inmediata deba ser que las cotizaciones de sus acciones tengan que caer otro 20%. Así pasó en Inglaterra con RBS o Lloyds y en Estados Unidos con Citi, cuyas acciones pasaron de valer 60 dólares a apenas 4, o en Suiza con UBS por poner unos ejemplos.

 

La próxima semana conoceremos al dedillo el nuevo reglamento que obliga a cada entidad a retratarse. La severidad o suavidad de la norma determina su credibilidad porque señalará a aquellos bancos y cajas que se pueden salvar de aquellos que deberán ser intervenidos, subastados o fusionados as soon as posible. Si el papelito es un simulacro de componendas, aún será más difícil de explicar por qué hay que sacar dinero de nuestros bolsillos para auxiliar a tanto indocumentado, que se lo lleva crudo por adscripción política.

 

El futuro del sistema está en manos de don Luis, que tendrá que definirse entre su vocación de político, su historial de banquero y círculo de colegas. Tendrá que elegir entre ponerse una vez rojo o cien colorao.

 

Qué sean felices antes de que nos indignen más.

La semana pasada contábamos por estos lares que nuestros tecnócratas del PP empezaban a dejar en buen lugar a los inoperantes ministros del PSOE con tantas contradicciones, reprobaciones y discordancias hacia al pueblo que les votó, al que le ha metido un estoconazo nada más comenzar la función, y entre ellos mismos, especialmente por la bicefalia entre Cristóbal Montoro y Luis de Guindos.