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Comulgar con Dios, el mejor termómetro para encender la hoguera de las vanidades
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Comulgar con Dios, el mejor termómetro para encender la hoguera de las vanidades

Mayo es el mes por excelencia para bodas, bautizos y comuniones, tres actos sacramentales que se han convertido en el mejor termómetro para saber qué piensa

Mayo es el mes por excelencia para bodas, bautizos y comuniones, tres actos sacramentales que se han convertido en el mejor termómetro para saber qué piensa la gente de cómo lo están haciendo los que nos gobiernan, los que nos gobernaron y los que gestionan nuestros dineros, ya sean políticos o empresarios de postín.

 

Salir del cascarón de la capital y volver al pueblo es un ejercicio sanísimo. El mío no es el famoso San Quirico de Leopoldo Abadia, sino Yecla (Murcia), una urbe industrial,  muy exportadora, pero venida a menos por la crisis, donde el Ayuntamiento del PP todavía tiene dinero en caja –habemus milagro- y donde también hay numerosos afectados por la CAM. Mis paisanos son en su mayoría curritos de polígonos empresariales, que se preguntan qué coño ha pasado para que se cierren fábricas, pierdan sus trabajos, les cueste Dios y ayuda –la de sus padres- pagar las hipotecas y vean un horizonte negro.

No entienden ni les interesa una castaña que Rajoy haga una rueda de prensa para no decir más que falacias y demostrar su desconocimiento sobre lo que está pasando, ni que Rubalcaba juegue al trilero con las responsabilidades de Bankia, ni que Artus Mas se mire el ombligo nacionalista mientras oculta sus propias miserias en Catalunya Caixa. Les preocupa llegar a fin de mes, saber porqué les suben los impuestos directos, indirectos y todos los que le metan sin vaselina, por qué pagan la luz y el gas un 60% más caros que hace tres años, por qué tienen que abonar la prótesis que se suponía ya financiada con su IRPF de 40 años de trabajo y cosas tan banales como estas.

No es demagogia fácil, se lo aseguro. Fue el asunto principal en una Comunión en la que la abuela del niño se preguntaba si le iban a pagar la jubilación; el padre, si nos iban a intervenir y cómo le afectaría eso del 'bailout'; la tía, si su dinero estaba más seguro metido en una olla que en el banco cuyo director, ahora trasladado a otra ciudad para evitar ser linchado, le había engañado con unos productos muy raros.

Es lo que piensa la tropa, harta de fotos para la galería, como la de Soraya con Lagarde en el FMI o la de los empresarios ilustres del Reino con Su Majestad, cansada de declaraciones vacuas, de parlamentarios con poca vergüenza, de tertulianos adscritos a una causa o la contraria. Quieren soluciones porque para eso han votado hace apenas siete meses.

Este país será más pobre, mucho más pobre, pero tiene solución. Lo que no es entendible es que la busquen los mismos que han provocado el agujero. Como también cuesta comprender cosas más financieras, menos terrenales como las siguientes:

  1. Repsol: Su presidente, Antonio Brufau, presentó el Plan Estratégico tras la confiscación manu militari de YPF por la cacique de Argentina. La respuesta de la acción ha sido una caída del 13% en la semana, el doble que el Ibex 35. O el power point lo ha hecho a la carrera, o ni es plan ni es estratégico. Sabiendo lo difícil que es reponerse de una amputación como la de YPF, a un señor que cobra 8 millones de euros al año y que tiene “siete consejeros delegados” -según dijo el mismo el pasado martes- se le debe exigir un poco más. A Repsol, con tanto préstamo a los Eskenazi y a Sacyr (4.000 millones), se le empieza a analizar más como un banco que como a una petrolera. Tiene 5.000 millones de desfase patrimonial sobre los que Deloitte debe pronunciarse.
  2. Telefónica: La operadora también vive horas bajas en bolsa. ¿El motivo? Los inversores dudan  de sus cuentas y su capacidad para repagar sus 55.000 millones de deuda. César Alierta se empeña en mantener el dividendo, aunque sea pagado con más papelitos que con efectivo, pese a las advertencias de Standard & Poor´s y Moody´s. El broker ha presentado esta semana un plan de desinversiones basado en sacar a bolsa filiales en Europa y en Latinoamérica. Difícil porque muchos de los inversores a los que ahora buscará no tienen buen recuerdo de Móviles, Terra y similares.
  3. ACS: Florentino Pérez (vaya el pésame por delante) acusó de todos los males de su holding a Iberdrola. Y tiene razón. La eléctrica, cuyo accionariado está repleto de zombies, no se ha gastado un euro de su caja para comprar autocartera y mantener artificialmente la acción, como ha hecho él toda la vida. El problema para ACS y para todos los que hicieron lo mismo es que esas acciones valen ahora un 30, un 40 y hasta un 50% menos. Agujero, como el de la propia participación en Iberdrola, que antes o después habrá que aflorar, salvo que Deloitte, uno de los cómplices de Bankia, siga mirando para otro lado. De momento, esta semana ha tenido que pagar un 50% más intereses para refinanciar la deuda de Urbaser.
  4. Iberdrola: Primero contrató a Ángel Acebes como consejero. Después al marido de Maria Dolores de Cospedal, Ignacio López del Hierro. Lástima que ya no esté con nosotros Manuel Fraga Iribarne. De lo contrario, tendría puesto seguro en la eléctrica. Ignacio Sánchez Galán empieza a copiar algunas de las peores costumbres de su eterno enemigo. Contratar políticos ahonda en el descrédito del sistema.
  5. FCC: Como ACS, la constructora de Esther Koplowitz está haciendo un gran sacrificio en vender activos de los que nunca se hubiera desprendido si no se hubiera visto con el agua al cuello. De ahí a reclamar que la CNMV prohíba el capitalismo más puro, el de las posiciones cortas o largas, del que antes se beneficiaba, hay un trecho. Y Baldomero Falcones, que participó en el plan de salvación del extinto Central Hispano debería saberlo. Quizás es una manera de desviar la atención, al más puro estilo Esperanza Aguirre, para no hablar de asuntos internos de difícil solución, como Cementos Portland. Enhorabuena a FCC y a ACS por cobrar las deudas municipales. Ya era hora.
  6. Rodrigo Rato: Lo de este muchacho exculpándose del mayor rescate bancario de España no tiene nombre. Bueno si, una caradura sin parangón. Si este señor se va de rositas será una demostración más de que este país está podrido, empezando por las instituciones y siguiendo por los ciudadanos, capaces de montar un pollo monumental por el himno nacional -ser del Barça, del Athletic y de España es totalmente compatible y recomendable-  e incapaces de exigir un uso correcto de nuestro dinero. Todos los que impidan una investigación judicial -la parlamentaria es un cachondeo- sobre lo ocurrido en Bankia serán cómplices.

Todos estos ilustres del mundo empresarial tienen dos cosas en común. La primera es que tienen salarios que oscilan entre los 6 y los 10 millones, con la excepción de Falcones (solo 3,86 millones, pobre). La segunda es que sus empresas han perdido este año entre un 25% y un 48% de su valor en cinco meses. Dicen que es un buen momento para comprar sus acciones. Puede que tengan razón, pero sería bueno que antes se dieran una vuelta por una Comunión de pueblo.

Mayo es el mes por excelencia para bodas, bautizos y comuniones, tres actos sacramentales que se han convertido en el mejor termómetro para saber qué piensa la gente de cómo lo están haciendo los que nos gobiernan, los que nos gobernaron y los que gestionan nuestros dineros, ya sean políticos o empresarios de postín.