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La cordura de Telefónica y el cinismo de Rato en un país en estado de excepción
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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La cordura de Telefónica y el cinismo de Rato en un país en estado de excepción

Cuando un país decora los exteriores de su Parlamento con vallas metálicas para que el pueblo soberano que elige a los que se sientan en sus

Cuando un país decora los exteriores de su Parlamento con vallas metálicas para que el pueblo soberano que elige a los que se sientan en sus escaños no se acerque, malo. Cuando por el Congreso de los Diputados circulan los banqueros que han llevado a la quiebra al sistema financiero de la patria, estamos a las puertas de un estado de excepción. Cuando esos bien pagados directivos se lavan las manos del desastre en el que nos han metido, asistimos a un conflicto ético de mil demonios. Y si encima el Gobierno de turno que puso a cada uno de esos señores en sus cortijos no les pide responsabilidades y los sienta en el banquillo de un juzgado, se genera un problema social que acabará con las calles incendiadas.

Y en eso estamos, en un estado de excepción que exige medidas excepcionales. Gobernantes con talla, que tengan el valor de llevar a la cárcel a los que han provocado la bancarrota. Porque el ciudadano, dispuesto a aceptar los sacrificios que le pide el partido al que ha votado, no entiende que se rescate con 100.000 millones a la banca y que los presidentes de las entidades auxiliadas se paseen por la calle en coche oficial con traje y corbata.

Porque la indignación está más alta que la prima de riesgo. La testosterona del contribuyente ha tocado máximos históricos al ver como Julio Fernández Gayoso (Novagalicia), Narcis Serra (CatalunyaCaixa), Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Banco de España), Elena Salgado (vicepresidenta del Gobierno) y, sobre todo, Rodrigo Rato (Bankia) se han echado las culpas unos a otros del agujerito que han dejado a sus espaldas. La exposición del ex ministro de Economía demuestra que se mueve como nadie en la hipocresia de la política, pero que de banca va corto de conocimientos. El cinismo de estos pájaros es un insulto al sentido común y al público general.

Por mediocridad, el PP y el PSOE no son conscientes de que, en cuanto la tropa no cobre por norma la nómina a fin de mes –eso ya está pasando en los profesores de universidad y en los médicos de los hospitales- sus yugulares peligran, así como el andamiaje de la democracia tal y como se conoce. Si los dos grandes partidos continúan gestionado la dramática situación con criterios personalistas, de defensa continuada de los suyos, sin ajusticiarlos, el asfalto se volverá irrespirable. Por mediocridad, el PP, el PSOE y CiU sigue gestionando la bancarrota con el único fin de defender sus arruinados cortijos, sin llevar a nadie a la cárcel

Un país, como el nuestro, que no tiene acceso al crédito está extra oficialmente en bancarrota. Si las comunidades autónomas no pueden hacer frente a sus gastos más corrientes, es obvio que el sistema está quebrado. Da igual que los gestores como los Mas Collel, Cospedal y Griñan –pobres ilusos-  siguen jugando a sus nacionalismos particulares, a la protección de su sillón y el de sus compinches. Esto solo tiene solución con medidas extraordinarias.

Como la que ha tomado esta semana Telefónica. La operadora, el icono empresarial por excelencia, ha suspendido el dividendo por primera vez desde la Guerra Civil  (Villalonga lo canceló, pero pagaba a los accionistas con ampliaciones de capital) una decisión que desde la casa se define como de “emergencia”.  La justificación es que en la compañía son conscientes de que el país será calificado como BONO BASURA a corto plazo y que eso le impedirá acceder al crédito y a la liquidez durante los próximos 24 meses. Y si un grupo adopta decisiones tan insólitas, imagínense el resto. La histórica decisión de Telefonica de suprimir el dividendo, que será seguida por otras empresas del Ibex, es la gran demostración del estado de emergencia

Por eso, la dolorosa decisión de Telefónica es de las más cuerdas que ha adoptado en los últimos años. Es cierto que César Alierta, que hasta hace unos meses negaba las dificultades de su empresa,  la ha aprobado a la fuerza, contra su voluntad de hombre de bolsa, sabedor de que un inversor compra sus acciones para tener un retorno a su dinero. Pero eso le da si cabe más mérito porque reconocer la realidad y admitir los errores es el primer paso para reconducir la nave.

Otra cosa es que la amputación de la retribución al accionistas sea bien acogida por los inversores. Otra cosa es que esos grandes gestores de cartera hayan puesto en cuarentena la credibilidad de Alierta y de su equipo, que tendrán que trabajar mucho para volver a ganarse el crédito. Puede incluso que sea necesaria una remodelación de la cúpula directiva en línea con lo extraordinario del momento, tan complicado que ya hemos visto claudicar a personajes del tamaño de Florentino Pérez, Luis del Rivero y Manuel Jove, accionistas de referencia de ACS, Sacyr Vallehermoso y BBVA. Apuesten por ello.

Nos espera un verano caliente, y no por el calor. Y un otoño/invierno muy gélido, y no por el frío. Bastantes de los que ahora están arriba, no se comerán el turrón. A no ser que, en un ejercicio de honestidad, tengan la valentía de sacrificar a los suyos o entregar el bastón de mando.

Sean felices que, aunque no lo parezca, este país tiene futuro rebelión social y ética en mano. Esperemos que sea ordenada.

Cuando un país decora los exteriores de su Parlamento con vallas metálicas para que el pueblo soberano que elige a los que se sientan en sus escaños no se acerque, malo. Cuando por el Congreso de los Diputados circulan los banqueros que han llevado a la quiebra al sistema financiero de la patria, estamos a las puertas de un estado de excepción. Cuando esos bien pagados directivos se lavan las manos del desastre en el que nos han metido, asistimos a un conflicto ético de mil demonios. Y si encima el Gobierno de turno que puso a cada uno de esos señores en sus cortijos no les pide responsabilidades y los sienta en el banquillo de un juzgado, se genera un problema social que acabará con las calles incendiadas.

Rodrigo Rato Noticias de Telefónica