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La plancha de Goirigolzarri y el mar de fondo entre Repsol, Caixa y Gas Natural
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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La plancha de Goirigolzarri y el mar de fondo entre Repsol, Caixa y Gas Natural

José Ignacio Goirigolzarri está intentando poner orden en Bankia para que el mayor rescate bancario de la historia de España sea lo menos dañino para el

José Ignacio Goirigolzarri está intentando poner orden en Bankia para que el mayor rescate bancario de la historia de España sea lo menos dañino para el contribuyente. El ciudadano de a pie se queda ojiplático al comprobar las cifras que se manejan para salvar este entidad que los factótum consideran sistémica y el resto liquidable. En total, el Estado tendrá que inyectarle 24.000 millones para sanearla.

 

Mientras llega ese dinero en otoño, el exnúmero dos de BBVA está procurando acabar con vicios de un banco que se gestionaba como un ministerio: consejeros nombrados a dedo, multitud de filiales donde abrevaban amiguetes del político de turno, coches oficiales para el menos pintado, tarjetas de crédito corporativas, bedeles en cada esquina y otros desmanes del que disfrutaban gentes poco preparadas a tenor del desastre causado al banco y, en adelante, a las arcas públicas.

 

En ese empeño, Goirigolzarri ha invitado a marcharse a bastante inepto y ha reordenado la casa lo que ha podido. Pese al esfuerzo, poca cosa todavía si lo que pretende es volver a poner a Bankia en rentabilidad. Tiene mucha plancha. No hay más que ver algunos de los 15 designados como directores territoriales para dirigir el negocio de particulares del grupo, el del día a día, el que en su día hizo que Caja Madrid fuera una entidad de la que un cliente podía sentirse orgulloso. El presidente de Bankia promociona a dos de los responsables de la venta masiva de las acciones de la infausta OPV

 

Entre ellos está María Isabel Bastit, mujer de Ildefonso Sánchez Barcoj, conocido en la caja por su forma de gestionar poco ortodoxa. Fue al primero al que se cargó Goirigolzarri, que por el contrario ha decidido mantener a su cónyuge. Rato la ascendió de responsable de la zona de Madrid Norte a la gestora de patrimonio y como para ese cometido no estaba muy ducha, el nuevo presidente le encarga un negocio (Madrid Sur) de 24.500 millones. Raro.

 

De Castilla-La Mancha y Extremadura se encargará Manuel Pérez Meneses, un licenciado en filología hispánica, cuyo crecimiento en la caja se relaciona con su amistad con la Princesa Letizia, a la que trató cuando era director de una oficina de la capital de España. Por su parte, la zona de Madrid Este, con 21.541 millones de negocio, tendrá al frente a Isidora Vázquez Díaz, la que fuera secretaria de Jaime Terceiro, ex presidente de la entidad en nombre del PSOE. El responsable de toda el área será Fernando Sobrini, el mismo que adiestró a toda la red para vender las acciones de la OPV de triste recuerdo para 300.000 clientes. Para esa labor contó con la ayuda de José Ignacio Fanego, director comercial de la zona centro, ahora ascendido a segundo.

 

Tendrán sus méritos, sin duda, y mucha antigüedad, pero de partida los perfiles no son muy financieros en una entidad repletas de clanes, con familias cruzadas en las altas esferas, donde hasta el chofer de un directivo metía a sus hijos como si aquello fuese un comedor social. Unos usos y costumbre de la vieja forma de hacer cajas, donde el mérito profesional cotizaba poco y que hoy sigue muy presente en Bankia. Goirigolzarri deberá corregirlo cuando disponga de dinero para ello. Apunten a un buen ajuste en 2013.

 

Antes habrá que prestar atención al mar de fondo que se respira por Cataluña. No por el rescate, ni por los bonos patrióticos, ni por la independencia, que eso no deja de tener su gracia. Resulta que el que está tieso dice que no acepta que el que le salva la vida, el que le evita la bancarrota, el que le permite a sus diputados seguir comiendo, le ponga condiciones. Igualito que España con Alemania. Ayuda altruista en los tiempos que corren.

 

La marejada es la que rodea al matrimonio a tres bandas entre Repsol, La Caixa y Gas Natural. La primera está en situación apurada desde que la Argentina de la general Kirchner le expropió YPF sin compensación. La argentina le ha hecho tal agujero que ahora tiene que vender a marchas forzadas para reequilibrar el balance y la cuenta de resultados. A su vez, la situación de Repsol tras el expolio de YPF tensa las relaciones con Gas Natural, con La Caixa preocupada por desvestir a un santo para tapar a otro

 

Uno de esos activos sacados al por mayor es el negocio de gas licuado -en mayo era estratégico-, que Repsol quiere que le compre Gas Natural por el precio de 3.000 millones. Pero la empresa dirigida por Rafael Villaseca, con una deuda neta de más de 16.000 millones, tampoco anda sobrada de tela. Y lo que es peor, hace años rechazó ir de la mano de Antonio Brufau para comprar una planta de regasificación en Canadá, que ahora Repsol pretende venderle.

 

A Gas Natural le gustan los otros dos activos del paquete, Perú, calentado con un nuevo descubrimiento –¿recuerdan las veces que se anunció el pozo de Vaca Muerta en plena batalla con Sacyr?-, y Trinidad y Tobago. Pero para convertirse en una de las grandes del sector debe de comerse el negocio de Canadá, que no quiere nadie.

 

Así las cosas, La Caixa, accionista principal de Repsol (14%) y de Gas Natural (35%), tendrá que tomar la decisión de si utilizar a la segunda para arreglar a la primera o si desviste un santo para cubrir las vergüenzas del otro. Y, como todo esto, se resume en una cuestión de egos, ahí andan los Villaseca, Brufau y Fainé defendiendo sus cortijos.

 

A La Caixa le interesa una Repsol en forma (se ha apreciado un 45% desde los mínimos de junio), pero sobre todo una Gas Natural sana. Descartada la eterna OPA entre la petrolera y la gasista, lo ideal sería que un tercero le comprase a Repsol el famoso GNL para evitar un lío de narices. De lo contrario, Brufau tendrá que vender un trocito gordo de Gas Natural para no diluir a los accionistas con sus 3.000 millones de preferentes. Hay pretendientes.

 

Sean felices,

José Ignacio Goirigolzarri está intentando poner orden en Bankia para que el mayor rescate bancario de la historia de España sea lo menos dañino para el contribuyente. El ciudadano de a pie se queda ojiplático al comprobar las cifras que se manejan para salvar este entidad que los factótum consideran sistémica y el resto liquidable. En total, el Estado tendrá que inyectarle 24.000 millones para sanearla.

Gas Natural Fenosa