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Fainé, el ministro catalán de Empleo y el complot de los pobres ricos de Repsol
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Fainé, el ministro catalán de Empleo y el complot de los pobres ricos de Repsol

Mientras la manada catalana reclama la independencia en lugar de ajustar cuentas con sus políticos trileros, la burguesía del Empordà sigue aumentando el poder sobre las grandes decisiones

Mientras la manada catalana reclama la independencia en lugar de ajustar cuentas con sus políticos trileros, la burguesía del Empordà sigue aumentando el poder sobre las grandes decisiones que se toman en la capital de España. No hay gran medida empresarial que Moncloa no consulte con el establisment de la Diagonal, cada vez más influyente en un mapa industrial que va a cambiar a golpe de crisis.

 

Entre todos, el más determinante es sin duda alguna Isidro Fainé, ese hombre sigiloso, de valores consagrados, trabajador como pocos, menos locuaz que su predecesor, Ricardo Fornesa, pero con más visión de largo plazo, más rápido de movimientos para afrontar un cambio de era que al conglomerado de La Caixa le afecta de lleno.

Fainé fue al que se encomendó Zapatero para dar los primeros pasos de la reestructuración del sector bancario, hasta el punto de que fue nombrado presidente de la CECA, el lobby de las maltrechas cajas de ahorro. No le fue fácil hacer ver a sus aficionados compañeros del cortijo que se había acabado la fiesta, que tenían que irse a casa  y dando gracias. Pero su cercanía con el líder del PSOE no le supuso ningún handicap para ser el hombre de confianza de los ministeriales del PP.  

¿Quién creen ustedes que delató a Rodrigo Rato, amén de la propia gestión del muchacho, para que fuera sacrificado a primeros de mayo?  Correcto, el señor Fainé, que se conocía las vergüenzas de Bankia con todo detalle. Ni el propio Luis de Guindos, gran amigo del exdirector general del FMI y buen conocedor del percal, era consciente del verdadero agujero de la caja madrileña. Sus números decían que el rescate del banco del PP requería entre 9.000 y 10.000 millones, pero el presidente de Caixabank le hizo saber por canales indirectos que el roto era de más de 17.000. El resto ya lo saben: liquidación de Rato, intervención de Bankia y 19.000 kilos del erario público para salvar la quiebra. El presidente de La Caixa fue quien alertó a Rajoy sobre el verdadero agujero patrimonial de Bankia, con el consiguiente sacrificio de Rodrigo Rato

Con las positivas consecuencias para La Caixa, Santander y BBVA, que se han beneficiado de la huída masiva de los hastiados clientes madrileños y valencianos. Han captado más de 7.000 millones de su antiguo competidor sin gastar un euro en marketing ni ofrecer ningún producto de alta rentabilidad. Fly to quality le llaman en el argot financiero. Saqueo del muerto, para los menos entendidos.

Fainé le hizo pagar a Rato su soberbia por no aceptar que la caja catalana, la que estaba sana, mandara en la fusión fallida con Bankia en las postrimerías de 2011. Y lo mismo pretende hacer con Antonio Brufau, el ingeniero al que La Caixa puso al frente de Repsol en 2004 para adaptar la presidencia de la petrolera –Alfonso Cortina, hombre del PP, fue finiquitado- al nuevo poder, con Zapatero en Moncloa y Montilla camino de la Generalitat.

Las desavenencias entre Fainé y Brufau son públicas desde hace más de dos años porque el 'empleado' no atendió diversas sugerencias del 'empleador' y tendió su propia red de contactos a la que acogerse cuando fueran a por él. Tuvo buenos amigos en el PSC, menos en Ferraz, dio de comer al PNV y cultivó la calle Génova antes de que el PP tomara el Gobierno en un movimiento defensivo. Y ahora tiene en el ministro de Industria; José Manuel Soria, a su protector, el mismo que hace unos meses le dio una licencia a Repsol para explorar petróleo en las Islas Canarias.

La situación de Repsol no es muy distinta a la que sufren los Ignacio Galán, César Alierta o Paco González cada vez que el poder cambia de acera. Las presidencias de Iberdrola, Telefónica y BBVA son muy golosas y dan mucha pasta. A razón de ocho millones al año incluso en tiempos de penuria. Pero la diferencia entre Brufau y sus colegas de poltrona es que ellos no tienen 'dueños'. El mayor accionista particular del banco y de la operadora no tiene más del 5% y en la eléctrica el 14% de ACS no cuenta. Por el contrario, en la petrolera hay tres grupos con paquetes que suman casi el 35%. Y si van a por él es difícil resistir varias andanadas, más cuando desde el Gobierno otros ministros le han puesto en la proa. 

Pero Brufau acula bien en tablas. Y tiene la suerte de que sus jefes no andan sobrados. Sacyr, con el 10% de Repsol, está en coma. Pemex, en pleno cambio de director general por el efecto electoral de México, sin poder de decisión. La Caixa, con necesidad de vender cartera industrial para cumplir con la normativa europea de Basilea III. Y, por si fuera poco, con varios prebostes y consejeros, como Demetrio Carceller y Juan Abelló, investigados por presunto fraude fiscal.

Lo más curioso es que, para todos, Repsol es una mala inversión. La Caixa tiene sus acciones compradas a 21 euros; Pemex, a cerca de 20 su último paquete del 5%, y Sacyr, a más de 27. Hasta la propia Repsol palma más de 350 millones con el 5% que de autocartera que le compró a la constructora para evitar su bancarrota. Solo gana Brufau, que ha multiplicado por tres su salario desde finales de 2004. La acción, con cientos de miles de particulares detrás, no ha corrido tanta suerte. Cotiza al mismo precio que hace ocho años y eso que el petróleo está en máximos históricos. Bendita gestión, con o sin YPF, ahora en manos americanas. ¿Enfrentará Brufau a España con Obama? Borja Prado, tras su fallido intento de tomar Iberdrola desde Endesa y ACS, maniobra en la sombra para hacerse con la petrolera

En definitiva, un polvorín del que querría sacar provecho Borja Prado, presidente de Endesa, al que le falló la operación con Florentino Pérez para hacerse con Iberdrola con créditos impagables. Prado  se abrazó al PSOE, pero no ha conseguido meter el zapato en el PP. Hasta le dejaron fuera del Foro de la Competitividad, ese lobby salvapatria que reúne a la cúpula empresarial española. Un feo que no gustó a Enel, quien le puso al frente de Endesa no precisamente por sus conocimientos sobre la luz.

 

En el tiro a Repsol ha errado porque no ha contado con el Ministro de Empleo del Ibex, ya saben, don Isidro Fainé, que llamó personalmente a Brufau el pasado miércoles para jurarle que, esta vez, no estaba detrás del jaque mate. Los catalanes listos tienen esa habilidad para poner una vela a Dios y otra al diablo con la mayor naturalidad. La pela siempre tuvo dos caras. Y la guerra mil batallas. No descarten nada, especialmente tras ver cómo Fainé se fotografiaba hasta con el burbujas de Enrique Bañuelos en pos de la independencia turísticia de Tarragona. Lo que hay que hacer por la patria. Los tambores seguirán redoblando.

Sean felices

Mientras la manada catalana reclama la independencia en lugar de ajustar cuentas con sus políticos trileros, la burguesía del Empordà sigue aumentando el poder sobre las grandes decisiones que se toman en la capital de España. No hay gran medida empresarial que Moncloa no consulte con el establisment de la Diagonal, cada vez más influyente en un mapa industrial que va a cambiar a golpe de crisis.