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El fútbol como solución al desfile de caraduras de Bankia con cargo al ciudadano
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El fútbol como solución al desfile de caraduras de Bankia con cargo al ciudadano

El fútbol, una industria tan opaca como el juego, ha dado recientemente una lección a la quemada ciudadanía española, dispuesta a cercar el Congreso de los

El fútbol, una industria tan opaca como el juego, ha dado recientemente una lección a la quemada ciudadanía española, dispuesta a cercar el Congreso de los Diputados para mostrar su indignación ante tanto expolio de los caudales públicos y del sentido común. Las sospechas de que los clubes del deporte rey son una lavadora perfecta para delitos varios, entre otros el blanqueo de capitales, la compraventa de jugadores a través de sociedades ficticias, etc.., siempre han sido generalizadas, pero los aficionados nunca protestaron hasta que vieron que el equipo de toda la vida se iba de cabeza a Segunda División, a Segunda B, con la consiguiente bancarrota y en muchos casos a la desaparición.

 

Así ha pasado con algunos históricos, como el Oviedo, el Levante, el Salamanca, el Sporting de Gijón, la UD Las Palmas, la Real Sociedad, cuyas ciudades disfrutaron durante muchos del fútbol de Primera División. Los exjugadores de dos de estos equipos, del Betis y del Castellón (ahora en Tercera), hartos de tanta gestión personalista y mosqueados porque el presidente de turno se lo estuvieron llevando crudo, elevaron su hastío a los juzgados. Y lo hicieron por la vía penal para conseguir medidas cautelares que desalojaron de los palcos de honor a tanta mafiosito de puro y coche de alta gama.

Personajes muy parecidos a nuestros políticos y a nuestros cajeros, una gran mayoría viviendo del enchufe, del colega, del primo, del jefe del partido, ninguno capaz de asumir responsabilidades cuando pintan bastos. Ahí está esa Ana Botella, que con su gorrito para no mojarse el pelo, su bañador, su albornoz  y, entre masaje y masaje, seguía minuto a minuto la tragedia del Madrid Arena desde un SPA de cinco estrellas. Exactamente lo mismo que hacemos usted y yo cuando nos tomamos un merecido gin tonic: pensar en el trabajo, que somos profesionales hasta cuando nos dejamos llevar por los efluvios de las bebidas espirituosas.Los jueces forzaron e los presidentes del Betis y del Castellón a dejar sus cargos por sendas demandas penales de los aficionados

La desfachatez de la alcaldesa, que al más puro estilo Pantoja forzó la sonrisa para negar que pensara dimitir cuando fue inquirida por la prensa, es comparable con la de los consejeros de Bankia que esta semana han desfilado por el Juzgado para explicar cómo fue posible que el banco quebrase con un desfase patrimonial de 19.000 millones. Ni uno dijo que hubiera dejadez de funciones, que probablemente se equivocaron en la gestión del riesgo, que no acertaron con las decisiones. Nada de nada.

Uno tras otro se limitó a negar cualquier responsabilidad en la quiebra con argumentos tan faltos de vergüenza como que “no tenía conocimientos financieros”, tal y como dijo Mercedes Rojo. Lo más indignante no es que la secretaria de Esperanza Aguire percibiera una retribución de 374.000 euros al año por ser consejera de Bankia. Ha habido tanto inepto, que uno más… Lo peor es que esta señora de buen vestir y bolso de lujo llevaba seis años sentada en el consejo de administración de Caja Madrid, por lo que se deduce de su declaración que en ese periodo de tiempo no aprendió nada.

Esa disfunción natural para el aprendizaje no fue obstáculo para que en 2009 también la nombraran consejera de Caja Madrid Cibeles, el holding que la entidad madrileña pretendía sacar a bolsa antes que Bankia y donde se juntaron otros ilustres de la política y de las finanzas como Ángel Acebes, Manuel Lamela, Estanislao Rodríguez Ponga, José Antonio Moral Santín, Francisco Baquero, Mercedes de la Merced e Ignacio Navasques. Varios compartían asiento en ambos consejos, en esa carrera por ver quien trincaba más con la anuencia del PP (principalmente), del PSOE, de IU y de los sindicatos. La desfachatez de los consejeros de Bankia inhibiéndose de cualquier responsabilidad es una tomadura de pelo contra los contribuyentes

La insolencia de estos tipos es tal que José María de la Riva, un ex concejal socialista del Ayuntamiento, negó que su ascenso al consejo de Bankia y su llegada al de Caja Madrid en 1997 se debiera a su adscripción política. Vamos, que a diferencia de Mercedes Rojo, este joven si tenía conocimientos financieros, pero que no vio el momento de ponerlos en práctica para evitar que el Estado tuviera que rescatar a la cajita.

El descaro de estos asaltadores de la público ha sido tal en la primera semana de declaraciones que varios, entre ellos Jesús Pedroche, exmano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón en la Comunidad de Madrid, y Remigio Pellicer, socialista valenciano, no tuvieron el más mínimo problema en reconocer que se enteraron de la situación de Bankia por las noticias de la prensa.

Teniendo en cuenta que la violencia no es aconsejaba y que la sheriff tatuada de la capital, Cristina Cifuentes, va a perseguir a todo aquel que lleve una bandera, aunque sea blanca, la opción judicial que han adoptado los seguidores de varios clubes de fútbol parece la más viable para sacar por la ventana a tanto cínico e incapaz. Con lo que le va a costar a la ciudadanía tanto incompetente, es de Justicia llegar hasta el fondo y rapidito. Como en el Betis y en el Castellón, a los que el magistrado les ha dado la razón. Siempre y cuando la balanza no esté corrompida y nos meta un gol a todos.

Piensen en presentar una demanda penal popular conjunta. Ya hay jurisprudencia. Eso si, reflexionen desde un balneario, con baño turco y ducha escocesa incluida para refrescar el cabreo. Al más puro estilo Botella.

Sean felices.

El fútbol, una industria tan opaca como el juego, ha dado recientemente una lección a la quemada ciudadanía española, dispuesta a cercar el Congreso de los Diputados para mostrar su indignación ante tanto expolio de los caudales públicos y del sentido común. Las sospechas de que los clubes del deporte rey son una lavadora perfecta para delitos varios, entre otros el blanqueo de capitales, la compraventa de jugadores a través de sociedades ficticias, etc.., siempre han sido generalizadas, pero los aficionados nunca protestaron hasta que vieron que el equipo de toda la vida se iba de cabeza a Segunda División, a Segunda B, con la consiguiente bancarrota y en muchos casos a la desaparición.