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Los empresarios que financian el regreso fallido del salvapatrias Aznar
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Los empresarios que financian el regreso fallido del salvapatrias Aznar

Entra la calle Alcalá y la Gran Via de Madrid hay un restaurante jerezano llamado Don Paco, repleto de imágenes sobre la fiesta de los toros.

Entra la calle Alcalá y la Gran Via de Madrid hay un restaurante jerezano llamado Don Paco, repleto de imágenes sobre la fiesta de los toros. Desde la barra se divisa una foto en la que aparecen Borja Prado, presidente de Endesa y gran enredador de negocios de la patria, y Jaime Castellano, presidente de Lazard, el asesor preferente de Bankia, donde Prado hizo sus pinitos como banquero de inversión. Los dos se pusieron las botas en la burbuja del crédito fácil comprando y vendiendo empresas, muchas de ellas ahora en la unidad de cuidados intensivos.

En la imagen del citado bar se observa como un morlaco salta la barrera ante la mirada asustada de los dos dealers, sentados en lugar preferente en la Plaza de las Ventas. Unas caras de susto similar a la que tienen ahora la mayoría de los financieros, que no empresarios, que hicieron su fortuna al calor del brasero del Gobierno de turno, modificando leyes si era necesario, con la consiguiente contraprestación para el partido o el político. Tenían el Boletín Oficial del Estado (BOE) a su disposición por un módico precio.

Ahora, esa forma de hacer negocios ha quebrado con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. El gallego, con sus presuntas virtudes y vistosos errores, tiene el mérito de haberse sabido aislar de los intereses particulares, de no compartir la permeabilidad de sus antecesores, muy flexibles a los deseos de los presidentes de empresas cotizadas o no. El resultado de esa estratégica nociva es ver cómo las multinacionales españoles acogen a ministros en paro y acurrucan a inquilinos de la Moncloa por un módico salario de seis cifras al año, cantidades que difícilmente cobrará ninguno de los preparados licenciados españoles con idiomas que optan a descongelar hamburguesas en un fast food. La insurrección del expresidente del Gobierno tiene el visto de los empresarios que le cuidan, como Florentino Pérez y Borja Prado

Basta con echar un ojo a las cuentas de resultados de Endesa, ACS, Banco Santander, Iberdrola, BBVA, FCC, Banco Popular, Abengoa y similares para ver que la fiesta se les ha acabado, que esa forma de acompasar voluntades ya no funciona con este gobierno. Ya no es suficiente con sentarse en un sillón, esperar el real decreto de rigor y, como mucho, echar un ojo al tiempo, para ver si la pluviosidad nos dará un año bueno desde el punto de vista hidroeléctrico o si, por el contrario, impedirá desarrollar las obras que nos dio el ministro del ramo y cuyo presupuesto duplicaremos (miren todas las radiales de Madrid) sin mayor explicación.

Por este motivo, los financieros acostumbrados a beber del bote público están desconcertados. No entienden que Rajoy no les reciba en Moncloa, que no atienda sus sugerencias. Ni que tampoco lo hago el secretario de Estado del momento, ese hombre bisagra que siempre era utilizado para modelar leyes. Incluso el que se suponía más afín a los patronos, como Luis de Guindos, no ha tenido clemencia ni de Rodrigo Rato ni de Alfredo Sáenz.

Una inquietud que les ha llevado a ponerse en pie de guerra, a esparcir por los cenáculos madrileños que con éste no vamos a ningún lado, como reconocía un consejero delegado esta misma semana en un encuentro privado. A fomentar, en definitiva, un cambio del liderazgo del PP "porque los nuestros nos están fallando". Por ello, no es coincidencia que Esperanza Aguirre reclamase primarias en el PP el lunes y que José María Aznar reapareciese en público cual ángel salvador de la patria, repartiendo estopa a diestro y siniestro, pero con un mensaje tan simple que se le ocurriría hasta al concejal más obtuso del pueblo: bajar los impuestos para ganarse el aplauso fácil del rebaño. El enfado de los directivos con Rajoy por no escuchar sus sugerencias es tan mayúsculo que más de uno aplaude el regreso al pasado

Es probable que a la cazatalentos de Seeliger & Conde le hayan encargado sus amigos buscar un buen presidente del Gobierno y que haya colegido que Aznar es el gestor más adecuado. Pero, analizando el comportamiento años atrás de los empresarios del ibex 35, el movimiento huele más a un motín coordinado y financiado por algunos de los que le pagan su estado del bienestar. Una insurrección de corbata más silenciosa y más peligrosa que la de los envalentonados ciudadanos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Porque hay que tener presente que al expresidente del Gobierno le paga Endesa una suculenta nómina, ahora en revisión porque ha fracasado en su labor de lobby en el PP para que Rajoy no lesionase los derechos de la eléctrica. Y que ACS le trata con gran generosidad, con butaca en primera línea del Santiago Bernabéu para los grandes partidos. Un sillón que Florentino Pérez solo cede al Rey cuando decide acudir al coso madridista. Un buen pago -¿el único?- para devolver los favores que Aznar le hizo al líder de la constructora cuando convenció a varios parlamentarios populares para cambiar una ley promovida por el PSOE con la que quería desbancar a Ignacio Sánchez Galán de Iberdrola.

A los Botín, Florentino Pérez, Borja Prado y cia no les importaría un regreso al pasado más cercano, donde los empresarios y los políticos se agasajaban mutuamente, sin ningún rubor, prestándose los aviones privados de las multinacionales para asuntos privados. Pero España, como ocurrió en los albores de los ochenta, está ahora en otra transición, más financiera, más social, con otra manera obligada de hacer las cosas, que premia el mérito sobre el amiguismo, visto el estado de corrupción y quiebra en el que ha quedado la piel de toro.

No hay más que ver por donde andan ahora algunos amigos de Aznar, como Miguel Blesa, Rodrigo Rato o Manuel Rodríguez de Castro, otro íntimo al que el Dios del Olimpo colocó en la Zona Franca de Cádiz y que, según sentencia en firme del Tribunal de Cuentas, se llevó más de cuatro millones de euros que ahora debería devolver. El joven, que en sus tiempos se dedicaba a hacer las campañas electorales del partido liberal, se enfrenta además por la vía penal a 10 años de cárcel. Un tipo que se refugió en México donde sigue haciendo negocios para empresas españolas relacionadas con la energía. Otros, como Juan Villalonga o Alfonso Cortina, tuvieron que irse después de crear excesivo valor para el accionista.

Sean felices y temerosos de los salvapatrias, sean de derechas o de izquierdas, en la confianza de que incluso al escueto intelecto de Zapatero no se le ocurriría repetir la experiencia.

Entra la calle Alcalá y la Gran Via de Madrid hay un restaurante jerezano llamado Don Paco, repleto de imágenes sobre la fiesta de los toros. Desde la barra se divisa una foto en la que aparecen Borja Prado, presidente de Endesa y gran enredador de negocios de la patria, y Jaime Castellano, presidente de Lazard, el asesor preferente de Bankia, donde Prado hizo sus pinitos como banquero de inversión. Los dos se pusieron las botas en la burbuja del crédito fácil comprando y vendiendo empresas, muchas de ellas ahora en la unidad de cuidados intensivos.