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La democracia financiera en la finca accionarial de 'Tito Flo'
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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La democracia financiera en la finca accionarial de 'Tito Flo'

Ahora que se acerca el final de la temporada de las juntas generales de accionistas, alegra observar como las empresas se empiezan a tomar cada vez más

Ahora que se acerca el final de la temporada de las juntas generales de accionistas, alegra observar como las empresas se empiezan a tomar cada vez más en serio la opinión de los verdaderos dueños de las compañías. Se ha acabado esa mala práctica de presentarse en un recinto acotado, con los inversores custodiados por vallar, alejados físicamente de la tribuna del consejo de administración por una tropa de directivos puestos adrede y afines al presidente, soltar el discurso institucional y despechar a la carrera las preguntas incómodas del jubilado de turno, del inversor enfadado tras años viendo como sus ahorros caen al mismo ritmo que las acciones sin que ningún ejecutivo acepte su cuota de responsabilidad.

Las principales empresas del Ibex 35 están tomando en consideración el punto de vista de los accionistas en materias claves como la reelección de por vida de los consejeros amigos del presidente, esos mal llamados independientes que adoptan comportamientos de perrito faldero, los sueldos de los gestores y hasta la potestad de ampliar capital o emitir deuda por considerarse que puede suponer un daño para los inversores y para la compañía.

La labor que hace dos años comenzaron las llamadas proxys, las agencias que aglutinan los votos de los inversores institucionales, para meter en cintura a los ejecutivos empieza a dar sus frutos, por más que los longevos del trono, como Emilio Botín, César Alierta y cia se resistan todavía a escuchar las voces críticas de los accionistas que apuestan su dinero y que exigen una contrapartida a cambio. Ambos han vuelto a ser amonestados porque siguen reacios a desvincular la gestión con la propiedad.

Otros como BBVA y Repsol, con los mismos viejos defectos de cuna que Santander y Telefónica, han atendido las sugerencias de estos fondistas, han sido flexibles y han sacado mejor nota en el examen en el que se han convertido las juntas de este año. Lo de ir al púlpito una vez al año y quitarse de encima ese molesto acto con jubiletas dando unas explicaciones vacuas del mal comportamiento de su empresa –como en política, la culpa siempre es de los mercados, de los especuladores….- y barnizándose de transparencia y buen gobierno ha pasado a mejor vida.Mientras las empresas se esfuerzan por adaptarse as las protestas de sus inversores, ACS no ha dicho ni una palabra sobre qué votaron sus accionistas sobre las pérdidas récord de 2012 y la supresión del dividendo

Sin embargo, hay alguno al que esta democrática moda le cuesta un mundo digerirla. Uno que, coincidencias de la vida, ha estado esta semana de gira por los medios de comunicación, en pos de explicar su nuevo proyecto económico/futbolero. Uno que acepta mal las opiniones, que no transige con la crítica y que no duda en pedir las lenguas de los que no militan en su absolutismo.

Mientras la inmensa mayoría de las empresas cotizadas han revelado cuántos accionistas han votado a favor o en contra de las propuestas del consejo de administración en sus respectivas juntas generales, incluidos los puntos más incómodos, como las renovaciones de apellidos ilustres, en ACS es imposible saber qué pasó con las cuestiones relativas a la aprobación de las cuentas y al informe de gestión de Florentino Pérez y sus amigos, la aplicación del resultado, el aumento del capital social y la compra de acciones para autocartera.

La constructora, un ejemplo a seguir en las principales escuelas de negocios por su capacidad para silenciar al auditor –Deloitte- pese a las dudas sobre sus números, no ha tenido a bien informar a sus accionistas y al público en general cómo fueron esas votaciones. Solo se ha molestado en precisar el resultado de un punto del orden del día, el solicitado por un accionista con 104 títulos de ACS al que se le ocurrió pedir la destitución del señor presidente. Un minoritario que ya le puso un pleito a la empresa por supuestamente falsificar las cuentas, juicio pendiente de sentencia, al no provisionar las ingentes pérdidas derivadas de sus inversiones en Iberdrola y Hochtief. Por contra, si ha hecho saber cómo acalló a un ingenuo minoritario que se atrevió a pedir la dimisión del presidente Florentino Pérez por mala gestión

El susodicho, con mucha ingenuidad y valor, se atrevió a poner en duda el liderazgo de 'Tito Flo', como el señor Pérez ha desvelado que le gusta que le llamen en la reciente ronda por los platós para celebrar su segundo autonombrameinto como presidente del Real Madrid, con las autoridades –véase a Ana Botella, mujer de ese político que tiene lugar preferente en el palco del Bernabéu- bendiciendo la unción. Y don Florentino respondió como la contundencia que ese atrevido accionista se merecía: haciendo público que su petición fue rechazada por todos y cada uno de los presentes en la junta general.

Del resto de puntos del orden del día, ni una palabrita. Y mira que las cuestiones tenían su interés, no crean, porque no todos los años se pierden 1.900 millones de euros, se encabeza el ránking del Ibex 35 por números rojos, se deja a los accionistas sin dividendo, se tiene el mérito de reconocer que se han esfumado miles de millones por la aventura personal de querer proclamarse el emperador del kilowatio.

Sería muy bueno saber qué opinan de esta excelente gestión los March, que han tenido que comerse unas pérdidas muy suculentas en Corporación Financiera Alba, que siguen reduciendo su participación en la constructora y que filtran por los mentideros de Madrid que Tito Flo ya no es el encantador de serpientes ante el que se rendían los políticos de ambos bandos, léanse Aznar, Gallardón, Rubalcaba, Sánchez Llibre y otros iluminados del Reino. O cómo ven la jugada los Albertos, que entre cacería y comilona, han visto como los bancos le ejecutan parte de su fortuna.

De todo esto, silencio sepulcral en ninguna de las recientes entrevistas para hablar del Real Madrid desde el despacho de ACS o de la constructora desde el palco del recinto blanco, como pasó meses atrás en las semifinales de la Champions contra el Borussia de Dortmund. Porque nuestro amigo acarrea esa deficiencia de confundir administración con posesión, lacra que se traduce en un evidente ninguneo de los minoritarios, ya sen socios de un club de fútbol o accionistas de una sociedad cotizada.

Con todo ello, de ACS se pueden esperar, con paciencia, buenas noticias. Incluso algunas muy buenas. Se acerca el ejercicio del plan de stock options y Tito Flo hará lo que sea necesario para que suba la cotización y su grupete de militantes cobre como Dios manda por su disciplina.

Sean felices

Ahora que se acerca el final de la temporada de las juntas generales de accionistas, alegra observar como las empresas se empiezan a tomar cada vez más en serio la opinión de los verdaderos dueños de las compañías. Se ha acabado esa mala práctica de presentarse en un recinto acotado, con los inversores custodiados por vallar, alejados físicamente de la tribuna del consejo de administración por una tropa de directivos puestos adrede y afines al presidente, soltar el discurso institucional y despechar a la carrera las preguntas incómodas del jubilado de turno, del inversor enfadado tras años viendo como sus ahorros caen al mismo ritmo que las acciones sin que ningún ejecutivo acepte su cuota de responsabilidad.